México requiere mayor impulso fiscal y monetario para enfrentar el impacto económico de la contingencia
BBVA México dio a conocer su informe “Situación México”, correspondiente al segundo trimestre de 2020. En él se anota que ante el contexto económico que enfrenta el país como consecuencia de la contingencia sanitaria del COVID-19 es necesario que se implementen medidas extraordinarias de orden fiscal y monetario que ayuden a mitigar el impacto económico que tendrán tanto en las empresas como en las familias.
El análisis, elaborado por el área de Estudios Económicos de la institución financiera, destaca que al considerar la evolución reciente del consumo privado y el deterioro en el entorno para la inversión, se estima que el crecimiento se ubicará en un rango de entre -6.0% y -12.0% en 2020 (estimación puntual -7.0%).
La magnitud de la recesión será contingente a cuatro factores. En primer lugar y de mayor importancia, a la duración de la pandemia y por consiguiente de las medidas de aislamiento social y del cierre de actividad económica que se lleve a cabo a nivel local y federal. Hasta el momento, la fecha del eventual aplanamiento de la curva de contagios y de la desaceleración en el número de nuevos casos es incierta. El efecto agregado sobre la economía será mayor en la medida en que la duración de la pandemia se prolongue y el número de casos continúe creciendo.
Segundo, a la eventual reapertura de la economía de Estados Unidos y la dinámica de su recuperación, considerando la fuerte vinculación entre los sectores manufactureros de ambos países. Tercero, a la implementación y/o rapidez de políticas económicas contracíclicas fiscales, monetarias, crediticias y de liquidez que apoyen a las empresas y los hogares ante la pérdida masiva de empleos. Y cuarto, al grado y persistencia del eventual levantamiento de las medidas de confinamiento, ya que la aparición de nuevas olas de contagio en el futuro no pueden descartarse a la fecha.
BBVA México precisa que el pronóstico puntual de -7.0% asume que las medidas más estrictas de confinamiento en México se mantienen por un periodo de alrededor de diez semanas, y que, aunque lentamente, se termina adoptando una postura monetaria expansiva a partir de la segunda mitad del año; además, que la economía de EE.UU. comienza un periodo de recuperación gradual a partir del tercer trimestre.
Al respecto, explica que retrasos en la reapertura de las economías, o posibles contratiempos que provoquen nuevos cierres económicos, implicarían una mayor profundidad de la recesión. Además, la posible no adopción de una postura monetaria expansiva o una velocidad más lenta en su adopción también tendría efectos negativos, lo que explica la amplitud del rango de pronóstico en un contexto tan incierto.
Sería recomendable entrar en una dinámica de restauración de la confianza para que la fuerza de la eventual recuperación de la actividad económica sea mayor
De igual forma, la profundidad de la recesión dependerá de la magnitud de las medidas adicionales de estímulo fiscal que implemente el gobierno federal. La previsión anticipa que el impulso fiscal será insuficiente. Por estas razones, el informe “Situación México” destaca que la estimación puntual no está en la parte central del rango, es decir, considera que los riesgos más probables sesgan la estimación a la baja y que hay poco espacio para un escenario menos negativo (solo a -6.0%) porque se cree que la probabilidad de un impulso fiscal adecuado es baja y la postura monetaria se mantiene restrictiva.
Por otra parte, el estudio establece que el deterioro gradual en la confianza derivado de disputas de contratos y consultas han aumentado las dudas sobre el proceso de toma de decisiones del gobierno. Esta mayor incertidumbre provocará problemas de inconsistencia dinámica con efectos negativos sobre la inversión en todos los sectores, y será determinante de la magnitud del daño sobre la confianza, y la poca o mayor fuerza de la eventual recuperación.
Por lo anterior, considera que sería recomendable entrar en una dinámica de restauración de la confianza para que la fuerza de la eventual recuperación de la actividad económica sea mayor. Ello llevaría a revisar al alza el rebote en el ritmo de crecimiento en 2021 y hacia delante. De momento, BBVA México no considera que sea el escenario central. Por tanto, la recuperación que anticipa para 2021 es menos fuerte de la que habría previsto de no haberse dañado el contexto para la inversión privada.
El efecto negativo de los choques de oferta y demanda derivados por el COVID-19 comienzan a ser evidentes. En este sentido, en marzo, el empleo formal reportado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) presentó una pérdida de más de 130,000 puestos de trabajo con respecto al mes anterior. Por otro lado, indicadores de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) en marzo reflejan un deterioro en las condiciones laborales en su comparación anual, en específico, un crecimiento de las tasas de subocupación (2.2 pp) y de condiciones críticas de ocupación[1] (3.7 pp) alcanzando niveles de 9.1% y 23.2% del total de la Población Económicamente Activa (PEA), respectivamente
Partiendo de este escenario y dadas las características de la recesión económica que se está experimentado, el informe “Situación México” prevé que el impacto sobre el empleo se dará de manera más acelerada. Dado el pronóstico puntual de caída del PIB de -7% se estima una pérdida de 893,000 a 1.1 millones de puestos de trabajo al cierre de diciembre, nivel que podría llegar a 1.5 millones en la medida que la caída del PIB se acerque al límite inferior del rango de pronóstico de -12%. Se estima que la tasa de desempleo se ubicará en un rango de 4.6% a 6.0%; esto implicaría sumar de 750,000 a 1.5 millones de desocupados adicionales.
En lo que se refiere a la evolución reciente de la inflación, ha estado en línea con lo que se preveía tanto en términos cualitativos, con las presiones bajistas sobre los precios dominando, como cuantitativos, con la inflación general descendiendo rápidamente y la subyacente retomando una tendencia bajista. Durante marzo y la primera quincena de abril, la inflación mostró una fuerte tendencia a la baja como se anticipó y contrario a la reacción inicial de las expectativas del consenso de analistas e implícitas en instrumentos de mercado.
BBVA México anticipa en el estudio que la inflación general se mantendrá por debajo de 2.5%, en promedio, durante 2T-3T
Después de ubicarse en 3.70% en febrero, BBVA México anticipó que la inflación general se ubicaría en abril en 2.2%, es decir, 1.5 puntos porcentuales (pp) menos, y en un punto cercano al límite inferior del rango de variabilidad en torno al objetivo de 3.0%. En términos cualitativos, todos los subíndices se han comportado como se anticipó, con la caída de precios de energéticos más que compensando el mayor ritmo de aumento de los alimentos frescos, y la tendencia bajista del subíndice de servicios más que balanceando el mayor ritmo de aumento de las mercancías (por alimentos procesados) dentro del componente subyacente.
En consecuencia, la institución financiera anticipa en el estudio que la inflación general se mantendrá por debajo de 2.5% en promedio durante 2T-3T, antes de aumentar moderadamente para cerrar por debajo de 3.0% en diciembre, con la subyacente desacelerándose a 3.0%. El sesgo de las previsiones es a la baja. La inflación no es una fuente de preocupación.
El informe detalla que hay mucho espacio para que el Banco de México siga bajando y acelere el ritmo de bajadas de la tasa monetaria. Por un lado, la tasa real sorprendentemente sigue siendo muy alta y se mantiene en terreno restrictivo. Si bien la tasa real ex post (ie, con la inflación observada) de enero a marzo descendió de 4.0% a 3.3%, es previsible que en abril habrá regresado a niveles cercanos a 4.0% (a 3.8% si se considera la tasa monetaria de 6.0% y la inflación prevista por la institución financiera de 2.2%). Por otro, el diferencial con la tasa de fondos federales se mantiene en 5.75 pp ie, aún no se ha reducido.
BBVA México anticipa una postura expansiva a partir del segundo semestre de 2020, con la tasa monetaria llegando a 3.0% a fin de año
Se justifica un ritmo más agresivo de bajadas y una postura expansiva de la política monetaria; las expectativas del mercado han convergido gradualmente hacia la expectativa de largo recorrido en el ciclo de bajadas. BBVA México anticipa una postura expansiva a partir del segundo semestre de 2020, con la tasa monetaria llegando a 3.0% a fin de año. Una menor tasa de política monetaria potenciaría las acertadas medidas de liquidez anunciadas por Banxico.
Las tasas de largo plazo han bajado moderadamente, anticipando mayores recortes de tasas por parte de Banxico, como se esperaba, pero aún tienen espacio para seguir bajando. Los diferenciales con las tasas estadounidenses son muy altos ahora. Se espera que la tasa del M10 continúe su tendencia a la baja y alcance niveles de alrededor del 6.0% para fin de año.
La diferenciación negativa del peso durante el actual episodio de riesgo ha sido muy notoria (en torno a 20 pp); hasta ahora no muestra ningún signo de revertirse. Una vez que disminuya la aversión global al riesgo, el estudio anticipa que parcialmente se revertirán los niveles actuales de “sobrerreacción” del tipo de cambio. En la medida que dicha aversión disminuya, el repunte del tipo de cambio se desvanecerá gradual y parcialmente. El Informe “Situación México” prevé una apreciación del peso a niveles de 20.80 y 20.20 pesos/USD para diciembre de 2020 y 2021, respectivamente.
El Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), el concepto de deuda pública más amplio, se incrementará de 44.7% del PIB en 2019 a 54.2% del PIB en 2020 (inclusive sin un impulso fiscal significativo). Este considerable incremento de 9.5 puntos porcentuales de PIB se explica principalmente por las siguientes razones: i) la depreciación del peso; ii) la considerable disminución en los ingresos públicos; y iii) la caída nominal del PIB.
De acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), la depreciación del peso con respecto al USD será de aproximadamente 20% para el cierre de 2020. Ello se verá reflejado en un incremento en la valuación en pesos de la deuda pública denominada en moneda extranjera, la cual representa alrededor de 34% de la deuda pública total. Por su parte, la recesión económica global y nacional asociada con los efectos de la pandemia del COVID-19 causará una fuerte disminución en los ingresos públicos del país. La SHCP ha reconocido este impacto adverso sobre los RFSP para 2020, los cuales ha estimado que serán 4.4% del PIB en lugar de 2.6% del PIB que fue aprobado por el Congreso. Finalmente, el estudio “Situación México” señala que el pronóstico de una contracción del PIB real de 7.0% implica (usando un deflactor del PIB de 3.5%) que el PIB nominal se reducirá en 3.5%.
Si bien se han observado significativas salidas de flujos de inversión de portafolio en lo que va del año y que además se prevé una caída abrupta en la captación de divisas por remesas y turismo, el grupo financiero no anticipa riesgos significativos para la balanza de pagos en 2020. Lo anterior debido a los relativos grandes montos representados por las reservas internacionales del país y a la posibilidad de acceder a la línea de crédito flexible del Fondo Monetario Internacional (FMI). Estos recursos actualmente totalizan alrededor de 248,000 millones de USD mientras que la reducción esperada en los flujos de portafolio, remesas y turismo es de aproximadamente 28,000 millones de USD. Asimismo, BBVA México prevé que la cuenta corriente registre un déficit de 0.5% del PIB en 2020.