México aún puede evitar perder el grado de inversión
El grado de inversión en cualquier economía es fundamental para su crecimiento; en el caso de México, se encuentra ante un escenario en el que podría perderlo y esto traería consecuencias significativas para el país. Así lo expone Carlos Serrano Herrera, economista jefe de BBVA México, en el artículo “La pérdida del grado de inversión es evitable”, publicado en el periódico El Financiero.
Serrano detalla que las alertas que comprometen la calificación crediticia del país son cada vez más evidentes y existe la posibilidad de que caiga por debajo del grado de inversión, derivado de las pocas medidas que se han tomado y esto podría verse el año próximo o en el 2022. Señala que “resultaría en un aumento del costo de financiamiento para gobierno, banca, empresas y hogares. Pero no es algo escrito en piedra: se puede evitar”.
El economista explica que las tres grandes empresas calificadoras de deuda en el mundo son las que inciden en el comportamiento de los inversionistas. Una de ellas ubica la deuda mexicana en BBB+ con perspectiva negativa; es decir, que con los elementos que tiene, en los próximos 12 meses podría disminuir la calificación. De las otras dos, una la tiene en BBB, igual con una perspectiva negativa y la tercera en BBB- aún con grado de inversión, pero ante cualquier bajada podría perderlo.
Ante esto, Serrano advierte que el gran problema es que “si la deuda soberana de México deja de tener el grado de inversión, las fuentes de financiamiento externo se reducirían considerablemente”. En ese contexto, afirma que los inversionistas institucionales en el mundo no pueden invertir en instrumentos que no tengan esta etiqueta, “si dos de las tres calificadoras así lo consideran”.
Ahora bien, para entender cómo es que las calificadoras determinan las variables para asignar la calificación, el economista jefe de BBVA México señala que toman en cuenta “el potencial de crecimiento de un país, la deuda pública como porcentaje de los ingresos tributarios, o la deuda pública como porcentaje del PIB”. El aumento significativo de esta última variable para México en 10 años mostró que en 2008 era de 33%, al cierre de 2009 fue de 44.7% y casi 50% en 2016. Y más grave es este aumento en los primeros años de la administración anterior en 15 puntos, sin un incremento en la inversión pública, lo que sin duda ha provocado un deterioro en la calidad crediticia del país.
"Si se implementan medidas fiscales expansivas que permitan contrarrestar los efectos de la actual crisis, se puede evitar la pérdida del grado de inversión"
Serrano dice que la crisis sanitaria del COVID-19 traerá nuevamente aumentos en la deuda pública cómo porcentaje del PIB. “Si la economía se contrae un 7%, ascenderá a 54, mientras que, si la contracción es de 12%, llegará al 60”. Lo que cambiará negativamente la percepción de las calificadoras y ante las menores tasas de crecimiento por la caída en la inversión, el resultado será la posible pérdida en el grado de inversión.
En ese contexto el economista destaca en el artículo que esto aún se puede evitar si se implementan medidas fiscales expansivas que permitan contrarrestar los efectos de la actual crisis. Y para mantener estas calificaciones en un grado de inversión sugiere dos líneas estratégicas: la primera “anunciar y aprobar una reforma fiscal que ataque el problema crónico de baja recaudación tributaria que tiene el país y que entre en vigor una vez superada la contingencia o al inicio del cuarto año del sexenio; y la segunda, cambiar el modelo de negocio de Pemex”.
Para Carlos Serrano, aumentar la recaudación sin elevar las tasas impositivas, combatir la elusión y evasión fiscal, así como “introducir incentivos para que los gobiernos locales recauden impuestos como el predial y la tenencia, y eliminar exenciones al cobro del IVA” son claves para mantener el grado de inversión. En el caso de Pemex, sería deseable reducir la actividad de refinación y reactivar los mecanismos de inversión con el sector privado para evitar perderlo.
El artículo se publicó en El Financiero el 18 de junio de 2020 y puede consultarse en el siguiente link.