El subsidio a las gasolinas podría ser efectivo con adecuadas políticas públicas
En México el subsidio a las gasolinas aun cuando ha permitido que la tasa de inflación no llegara a ser dos puntos porcentuales más alta este año, desde la perspectiva del Dr. Carlos Serrano Herrera, economista en jefe de BBVA México, es una política que ha resultado regresiva para el país.
Serrano explica en el artículo ‘Subsidio a las gasolinas: una alternativa’, publicado en el periódico El Financiero, que el gobierno federal ante el elevado incremento en los precios globales del petróleo y por ende de las gasolinas tomó la decisión de no afectar a los consumidores y subsidiar el precio “al dejar de recaudar el impuesto especial (IEPS) a los combustibles y después aplicando incluso una tasa negativa a dicho gravamen”.
El economista señala que de acuerdo con una estimación de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) “este año el costo de subsidiar las gasolinas será de 397,600 millones de pesos que equivalen a alrededor de 1.4% del PIB”, que será pagado por el excedente en los ingresos petroleros que resulten del precio de la mezcla mexicana y que “ha sido significativamente mayor al proyectado en el presupuesto de este año”.
“Este año el costo de subsidiar las gasolinas será de 397,600 millones de pesos que equivalen a alrededor de 1.4% del PIB”
Sin embargo Serrano hace énfasis es que aun cuando esta decisión evitó que la política monetaria del Banco de México fuera más restrictiva, esta política de subsidio a las gasolinas no es buena para el país, en primera instancia porque es regresiva pues el 28% del total que se ha recaudado del IEPS a combustibles es cubierto por la población de mayores ingresos, mientras que los que se colocan en el decil más bajo solo representan el 2%, lo que significa que este subsidio solo beneficia solo a las personas de mejores ingresos.
El titular de Estudios Económicos de BBVA México advierte que una mejor decisión de política pública sería que esos ingresos se destinarán a apoyar familias de menores recursos, con la finalidad de reducir el impacto que tiene en su economía el incremento en los precios de los energéticos. Un segundo punto que precisa es que este subsidio no permite la generación de “incentivos para reducir el uso de energías contaminantes, lo que de otra manera podría contribuir a reducir el calentamiento global”. El aumento de los precios de las gasolinas en países avanzados ha demostrado que disminuye el uso del automóvil, hay más demanda en la compra de autos híbridos o eléctricos y por supuesto mayor uso del transporte público.
Para el economista aun cuando el aumento en los precios de las gasolinas ha provocado en varios países protestas sociales, en términos de economía es “una política necesaria, adecuada y progresiva”. Se debe entender que para la clase media es complicado enfrentar los diferentes aumentos en los precios en los combustibles por eso es que los países toman estás medidas de subsidios. Y sugiere que los gobiernos deben buscar “alternativas de política que no impliquen subsidiar las gasolinas por sus mencionados efectos distribucionales y ambientales negativos, pero que busquen disminuir aumentos importantes”.
Serrano propone que al “comparar cada año el precio de la gasolina contra el promedio de los 10 años anteriores: cuando el precio observado se ubique por debajo, no se debería subsidiar el cobro del IEPS destinando dichos ingresos fiscales a un fondo que permitiera no aumentar los precios cuando estos suban por encima del promedio mencionado”. Esto permitiría “suavizar la fluctuación en los precios del combustible” y evitaría una mala política pública.
El artículo se publicó en El Financiero el 10 de noviembre de 2022 y puede consultarse en este link.