Las monas de Pascua de Jordi Roca vuelven a Rocambolesc
Llega la Semana Santa y con ella numerosas tradiciones. El calendario cristiano marca el miércoles de ceniza como el inicio de la Cuaresma, tiempo de penitencia y preparación para la resurrección de Cristo. Según la tradición, durante estos 40 días no se puede consumir carne, una restricción que avivó las mentes cocineras creando una gastronomía con una marcada personalidad. A pesar de que esta costumbre ha ido perdiendo fuerza, los postres siguen siendo las estrellas de esta fiesta.
Precisamente de estos 40 días de penitencia surgen los huevos de Pascua, uno de los dulces más extendidos por el mundo. Su origen se asocia a la primavera, cuando las aves volvían del sur y ponían sus huevos. Sin embargo, la costumbre de adornarlos se remonta a las épocas de ayuno drástico, donde no se podían consumir alimentos provenientes de los animales. Para que no se estropearan, los huevos eran cocidos y decorados con pintura para poder diferenciarlos del resto y consumirlos los primeros el domingo de resurrección.
En algunas regiones de España, como Murcia, Valencia, Cataluña o Aragón, podemos encontrarlos acompañando a otro postre típico: la mona de Pascua. Esta es la representación de los clásicos huevos con un pastel como base, o bien sobre una construcción de chocolate. En otras regiones encontramos variantes de este dulce como el rosco de Pascua en Galicia, el hornazo en Jaén o el bollo de Pascua en Extremadura o en Asturias.
Harina, huevo, azúcar y sal son los ingredientes de la mona original, un postre que, según manda la tradición, los padrinos deben regalar a sus ahijados el día de Pascua. La mona se adornaba con huevos, uno por cada año que cumpliera el niño hasta llegar a los 12.
Mona Rocatocha, rellena con bámbolas de fresas y rosa - Rocambolesc
El origen de este dulce no está claro. Algunos teóricos opinan que pudo nacer en Rusia, donde los monjes ortodoxos mantienen la tradición judía de celebrar la Pascua la noche del primer viernes después de la primera luna de primavera. Sin embargo, la teoría más asentada es que son la evolución de las ‘munna’, un dulce que los musulmanes hacían a sus señores. A mediados del siglo XIX, la introducción del chocolate provocó que este postre perdiera su sencillez original convirtiéndose en pequeñas esculturas con todo tipo de motivos.
Las monas de Pascua más vanguardistas
En los escaparates de las pastelerías se pueden encontrar desde pequeñas figuras con los dibujos animados de moda, hasta esculturas de dos metros de puro chocolate. El repostero Jordi Roca lleva tres años sumándose a la tradición y sorprendiendo a los clientes con sus particulares monas de Pascua.
En esta ocasión ha querido rendir homenaje a dos de sus polos más famosos: ‘Rocatocha’, un tributo a su nariz con sabor a sorbete de fresa y agua de rosas, y al ‘Helado Oscuro’, un polo de sorbete de arándanos y vainilla con la forma del casco de Darth Vader. “Hemos creado un molde idéntico al de los polos, pero de un tamaño mucho mayor” afirma el repostero. “Dentro la mona Darth Vader hay unos bombones de avellana y galleta con la forma del casco. En el Rocatocha podemos encontrar unas bámbolas de fresas y rosa, el mismo sabor que el polo” explica.Las monas han evolucionado llegándose a convertir en auténticas obras de arte.
Mona Darth Vader, rellena con bombones de avellana y galleta - Rocambolesc
Estas monas se suman a la ya tradicional “mona más MONA”, su primera creación. Con esta figura de chocolate Rocambolesc colabora con la Fundación MONA, una asociación dedicada a la protección de los primates. Todos los beneficios recaudados con su venta irán destinados a su Centro de Recuperación en Ruidellots de la Selva.
Tanto la mona ‘Rocatocha’ como la de Dath Vader pueden encargarse por teléfono y en todas las heladerías de Rocambolesc. Mientras tanto, Jordi Roca sigue buscando nuevas ideas y formatos para endulzar las próximas fiestas.