MIFID II, un antes y un después para la banca
En el tsunami regulatorio que afecta a la banca, las entidades miran con especial interés a una norma europea que se aplicará a partir del 1 de enero de 2018. Se trata de la Directiva 2014/65/UE relativa a los mercados de instrumentos financieros, llamada comúnmente MiFID II.
La directiva, junto con el Reglamento 600/2014 (conocido como MiFIR), supondrá un cambio tanto en las normas de juego de las entidades financieras como en el nivel de protección de los consumidores de productos financieros, especialmente en materias relacionadas con la información y comercialización de productos de inversión.
Su predecesora, la Directiva MIFID, que lleva en vigor desde 2007, dio un primer paso al armonizar la regulación sobre los mercados de valores, los instrumentos financieros y la relación con los clientes de las entidades financieras que prestan servicios de inversión. Ahora, MIFID II llega para “lograr un sistema financiero más seguro, responsable y transparente”, tal como explica la CNMV.
MiFID II / MiFIR se pueden dividir en dos grandes bloques: i) Protección del inversor e ii) Infraestructura de Mercados y reglas de transparencia en mercados secundarios.
Pero, ¿cómo afecta esta directiva a entidades y consumidores?
“La adopción de esta nueva normativa requiere de múltiples desarrollos legislativos, -sólo a título de ejemplo, la CNMV tiene por delante el reto de elaborar más de 130 normas técnicas que tienen que entrar en vigor el 3 de enero de 2018”, explica Antonio San Frutos, profesor de CUNEF Escuela de Finanzas y Dirección. En su opinión, su implantación generará costes para las entidades en materia de nuevos desarrollos tecnológicos o formación del personal, que se suman al capítulo de los costes regulatorios. San Frutos recuerda que “MIFID II, al igual que Basilea III, se enmarca en el cumplimiento de los mandatos del G20, a raíz de la grave crisis financiera internacional de la última década”.
Así, MIFID II impacta en todos los actores de la industria financiera con cambios que afectan a la estructura de los mercados, por ejemplo, con nuevas normas sobre cómo informar al mercado a la hora de comercializar un instrumento; y también cambios tecnológicos, tratando de que los mercados sean más seguros y buscando crear un sistema mejor y más eficaz de consolidación de datos de transacciones.
MIFID II también entra en temas de mejora del gobierno corporativo, con propuestas como el fortalecimiento de los requisitos para ser directivo o la mayor protección de la integridad de los mercados.
Pero, sin duda, uno de los ámbitos de esta normativa que más trascendencia tiene para actores financieros y consumidores es la protección al inversor. Aquí, MIFID II da una vuelta de tuerca a MIFID I, sobre todo incidiendo en el asesoramiento y el aumento y la mejora de información que reciben los clientes a la hora de contratar un instrumento de inversión.
MIFID II da un paso más sobre la clasificación de clientes que establecía MIFID I: ahora las empresas de servicios de inversión tendrán que identificar con claridad a qué grupo de clientes va dirigido cada producto, con un nivel de riesgo y asesoramiento adecuado para cada uno de ellos.
Otra de las principales novedades de MIFID II es la exigencia de formación y conocimientos específicos de los empleados de las entidades financieras que informen y asesoren sobre productos financieros o servicios de inversión. Antonio San Frutos recuerda que la formación del personal y la acreditación de sus conocimientos y competencias constituye uno de los aspectos más destacados que va tener la implantación de la MiFID II para los bancos, “ya que estos se tienen que asegurar de que el personal que presta los servicios pertinentes, y serán varios miles de empleados, posee los conocimientos y las competencias necesarios para cumplir los requisitos legales y reglamentarios y las normas de conducta ética”.
En este sentido, BBVA se ha adelantado a la entrada en vigor de la norma, dado que afectará a 11.300 de los 30.000 trabajadores del banco en España. Actualmente, son más de 10.500 las certificaciones en vigor en el banco. Así, BBVA es la entidad financiera con mayor número de profesionales certificados por la Asociación Europea de Planificación Financiera (EFPA).
Además, para prestar el mejor asesoramiento a los clientes, BBVA matricula a sus equipos de venta en los programas formativos que permiten obtener las certificaciones oficiales (DAF, EFA, EFP). Con ello, se valida su experiencia y conocimientos, gracias a una certificación expedida por una agencia independiente de reconocido prestigio, que aporta las mayores garantías para los clientes.