Los micropagos en los videojuegos: una revolución (no tan) silenciosa
Los juegos evolucionan y con ellos la forma de acceder a ellos. Los disfrutamos en varias pantallas y también pagamos por ese contenido de otra forma. Hemos pasado de un solo pago por una copia física a microtransacciones que hacen más accesibles los juegos al gran público y abre nuevas posibilidad para monetizar y hacer negocio. Son el futuro y muchos casos de estudio ya corroboran que este es el futuro de la industria.
Los videojuegos dejaron hace tiempo de ser un producto por el que se pagaba una vez. Los desarrolladores han buscado nuevas formas de monetizar sus creaciones, no solo para ajustarse a las necesidades del mercado (personas que quieren jugar sin tener que hacer una inversión enorme) y también para adaptarse a las diferentes pantallas, ya no solo se juega delante de la tele, también en el móvil o en el tablet.
Este cambio ha hecho que la industria del videojuego haya dado un cambio muy grande en los últimos años. Las empresas no solo han logrado convencer a los consumidores sino que también han conseguido forjar el micropago como una de las tendencias a seguir. Lleva tiempo entre nosotros pero lo mejor está por llegar en este nicho.
De las suscripciones a los micropagos
Con la aparición de internet, muchos se plantearon cómo comercializar juegos que eran puramente digitales. No había una justificación del valor de una copia física, la cual acaba devaluada ya que lo importante era el contenido y no el continente. Aparecen entonces las suscripciones mensuales como modelos de negocios donde World of Warcraft fue el rey indiscutible.
El tiempo pasa y la gente empieza a cansarse de pagar por una suscripción al mes. Aquí se produce una transformación importante: no quieren un servicio, quieren bienes. Objetos, digitales, que les sirve en el juego. Bien para avanzar más rápido, personalizar su personaje o tener una ventaja competitiva frente a los demás.
Juegos como Team Fortress 2 comienzan a girar de ser un juego por el que pagar una vez a ser gratuito pero con la opción de comprar objetos para tus personajes. Esto, además, genera una economía de trueque entre los usuarios que, a mayor escala, se transforma en una microeconomía en el ecosistema.
Funciona bien, la gente se anima a probarlo por el mero hecho de ser gratis. Dicho así, parece que hemos encontrado la gallina de los huevos de oro y que es tan sencillo como ponerlo a disposición de todo el mundo y esperar a que compren nuestros productos digitales. La avaricia rompe el saco y no se debe abusar de la confianza de los jugadores.
Lo interesante de todo este sistema es que las micro transacciones se han convertido no solo en un nuevo método para que los desarrolladores consigan beneficios sino en una forma más de pagar por el contenido. Surgen muchas vías ya que estas pequeñas “propinas” de dos o tres euros (a veces más) se pueden convertir en ingresos de varias maneras.
Las propias plataformas de pago como las que tienen Google y Apple en sus móviles, pasarelas al estilo de PayPal o pagos directos con la tarjeta. Es aquí donde hay más oportunidades para hacer negocio: ofrecer diferentes formas de gestionar los pagos y también pensar en nuevos modelos para seguir rentabilizando la industria del videojuego e ir más allá de pagar 60 euros por una caja y un disco de plástico.
Rentables y de éxito
Sería un error pensar que todo esto es un juego de niños y que las empresas no están haciendo dinero. Sin ir más lejos, uno de los juegos más populares del momento (League of Legends) ha creado su imperio a partir de las microtransacciones. El juego se puede descargar sin pagar nada, pero ciertos añadidos en forma de skins para personalizar a los personajes tienen un precio.
Facturan millones y es uno de los títulos más jugados en las competiciones profesionales. Han logrado crear un perfecto equilibrio entre ofrecer sus creaciones y que las disfruten haciendo pequeños pagos que no comprometen la experiencia de juego. Su último pack de contenido ha sido un éxito rotundo.
Los micropagos son el futuro de los videojuegos y estos años han servido como laboratorio de pruebas para saber qué funciona y qué no. Queda mucho por hacer y ahí se abren oportunidades de todo tipo para que las empresas innoven y creen nuevas formas de hacer dinero. Grano a grano de arena, se acaba formando una montaña igual de grande o mayor que rocas.