La magia de Macondo sigue viviendo en la realidad de Colombia 50 años después
Aunque la palabra Macondo alcanzó su esplendor en 'Cien Años de Soledad', su autor, el nobel Gabriel García Márquez, ya la había utilizado en su novela La Hojarasca, publicada en 1955. 50 años después de la publicación de la obra cumbre del escritor colombiano, la magia es una realidad.
En la estación de trenes de Aracataca, corazón de Macondo, no para uno desde hace muchos años. El último en arribar fue el del servicio especial que llevó en 2007 a Gabriel García Márquez y a su esposa en su último viaje a la ciudad que lo vio nacer en 1927 y en la que creó todo este mundo maravilloso e irreal con el nombre de Macondo y que según uno de sus biógrafos de confianza, Dasso Saldivar, tomó de una de las haciendas bananeras de esta zona del departamento del Magdalena, al norte de Colombia. Hoy ese sustantivo que se convirtió en adjetivo traspasa las fronteras geográficas y llega a todo el mundo.
Hoy en día por Aracataca lo único que pasa es un monstruo de más de 200 vagones cargado de carbón que tres veces al día parte en dos esta población en donde habitan los recuerdos más importantes en la vida de 'Gabo', como se le conoce al nobel, que dieron origen a su obra, como su casa hoy convertida en museo, la oficina del telégrafo donde su padre trabajó por muchos años, pero en donde paradójicamente no hay una librería ni hay dónde comprar un libro del escritor cataquero, fallecido en 2014 en Ciudad de México.
En 2017 se cumplen 50 años de la aparición del libro 'Cien años de soledad', del nobel colombiano Gabriel García Márquez.
Y es que por estos días que se cumplen los primeros 50 años de la publicación de Cien Años de Soledad y que bajo el sello Sudamericana comenzó a circular en Buenos Aires, Argentina con una pequeña tirada de 3.000 ejemplares hoy en día alcanza más de 50 millones de libros impresos, 37 traducciones a idiomas distintos y una de las del top de las novelas más grandes en la historia de la humanidad.
“¡Carajo! –gritó– Macondo está rodeado de agua por todas partes”. José Arcadio Buendía, 'Cien Años de Soledad'
Escuche el primer capítulo de Cien Años de Soledad, en la voz del nobel Gabriel García Márquez.
Como Macondo, Aracataca, el pueblo donde nació Gabriel García Márquez el 6 de marzo de 1927, parece detenido en el tiempo, pero sus habitantes a pesar de todo suelen estar sonrientes; unos conversando sentados en las puertas de sus casas, otros jugando al billar, y los niños jugando con libertad en sus calles y en las pocas zonas verdes. Un detalle: aunque sienten orgullo por el escritor, no perciben que hay algún beneficio para ellos, “empezando porque aquí ni siquiera hay librerías” dice uno de sus habitantes.
A pesar de estos problemas, que en algunos casos son muy evidentes, los cataqueros no pierden la alegría y amabilidad con los visitantes, sobre todo con aquellos que quieren conocer el lugar donde nació Gabriel García Márquez, el hijo de telegrafista de Aracataca. Muchos se asombran, pues 'Gabo' no es el único famoso por aquellos lares: “Los dos quijotes de Aracataca”, se lee debajo de en un dibujo en el que aparecen 'Gabo' y Leo Matiz, un talentoso fotógrafo cataquero 10 años mayor que su paisano escritor, que con su lente y a su manera escribió también páginas memorables de la fotografía colombiana.
Este aviso está a la entrada de Aracataca, el pueblo donde nació el nobel colombiano Gabriel García Márquez.
Cincuenta años no son nada para Macondo, un país que apenas nace en los imaginarios y que cada día se multiplica más gracias al impulso de las nuevas reediciones de 'Cien Años de Soledad' y de los demás cuentos en los que aparece, como en 'La Hojarasca', una novela corta en donde se nombra por primera vez a Macondo y en la que muchos de sus personajes comienzan a aparecer en la obra de 'Gabo'.
“Ahí te dejamos a Macondo –fue todo cuanto le dijo a Arcadio antes de irse–. Te lo dejamos bien, procura que lo encontremos mejor.” Aureliano Buendía, 'Cien Años de Soledad'.
Medio siglo después y a medida que el prestigio de Macondo fue creciendo, la literatura colombiana fue consolidándose poco a poco. Escritores jóvenes y otros no tanto, muchos de ellos que crecieron bajo la égida del Nobel y el sambenito del realismo mágico, fueron tomando posiciones de vanguardia y desde orillas diferentes comenzaron a labrar un patrimonio propio.
No cabe duda, Gabo abrió las puertas, puso a Colombia en el panorama de las letras y ellos supieron tomar la bandera: Héctor Abad Faciolince, Jorge Franco, Santiago Gamboa, Mario Mendoza, Juan Gabriel Vásquez, Evelio José Rosero, William Ospina y Alberto Salcedo Ramos son entre otros, los escritores con mayor futuro en el mundo actual de las letras colombianas. Con varios títulos en el mercado y con grandes tirajes, ellos apuntan a esquinas distintas y, lejos de los avatares macondianos, buscan en los grandes problemas del hombre contemporáneo las respuestas que 'Gabo' planteara desde sus universos imaginarios, pero que terminan uniéndose en alguna parte.
En 2007 fue el año en que llegó el último tren con pasajeros a Aracataca, era el tren del Nobel y así lo registró el diario 'El Tiempo': “García Márquez reía para sí mientras –a través de la ventana del tren– veía que al paso de la máquina y el sonido de sus fuelles, miles de mariposas amarillas salían de los arbustos y en las estaciones de cada poblado por los que pasó pudo percibir el olor de la guayaba, el fruto tropical que siempre ha dicho añorar”. 'Bienvenido al mundo mágico de Macondo', fue la pancarta con la que sus paisanos, los cataqueros, lo saludaron a su arribo como un presagio a que 50 años después, solo en la magia seguirían existiendo.
Texto escrito por Gabriel García Márquez en su obra 'Vivir para contarla' y que fue plasmado en una de las paredes de la casa museo donde vivió de niño el nobel colombiano.