Los sueños del Bosco llegan al cine
Millones de ojos han contemplado el tríptico de El jardín de las delicias desde hace cinco siglos. Miradas perplejas, asombradas, espantadas o hechizadas a las que José Luis López-Linares da voz en una película patrocinada por la Fundación BBVA.
La exposición que el Prado dedica al Bosco con ocasión de su quinto centenario no termina entre las paredes del museo. Gracias al documental El Bosco. El jardín de los sueños, dirigido por José Luis López-Linares y coproducido por el propio Museo del Prado, más de 70 de cines de toda España se convierten a partir de hoy en una sala más de esta histórica muestra; una sala dedicada en exclusiva al Jardín de las delicias, la obra más famosa del pintor holandés.
En cines de Europa y EE UU
El documental –que podrá verse a finales de mes en cines de Estados Unidos, Inglaterra, Italia, Polonia, Hungría, y la República Checa, y más adelante en varios países de Latinoamérica y Japón– tiene como punto de partida la idea de Reindert Falkenburg de que el tríptico ha sido un tema de conversación entre lo divino y lo humano desde que fue pintado a principios del siglo XVI por encargo de los duques de Nassau.
El jardín de las delicias es una fuente constante de controversia porque “lo que la mayoría de la gente ve en el cuadro es a sí misma”, afirma este gran especialista en la obra del Bosco.
El tríptico –interviene Cees Noteboom– “ha permanecido siempre igual. El mismo objeto material, hecho de madera y pintura. Pero los ojos pertenecen a cabezas cuyas mentes han cambiado por completo.”
Miquel Barceló: "El Jardín de las delicias es como un gran día de fiebre
Y el mismo jardín que a los ojos de un Miquel Barceló atrapado por el brillo de la mirada de los conejos es “como un gran día de fiebre”, para el artista chino Cai Guo Quiang se convierte en “una representación de la historia de la humanidad”.
Orhan Pamuk se fija en “la paciencia y la alegría de los detalles”. Ludovico Einaudi lo ve “como una ópera fantástica”, y la soprano Renée Fleming se atreve a tararear algunos compases de la música demoníaca pintada por el Bosco en el panel dedicado al infierno.
La cantante Silvia Pérez Cruz también se arranca con un quejido flamenco, mientras la escritora brasileña Nélida Piñón enmudece ante la genialidad del Bosco: “Para describir esto hay que inventar palabras”.
“Al final de una novela, el escritor desvela el misterio. En este caso, el autor no quiere que lo resuelvas. Quiere que permanezcas en ese misterio”, concluye Salman Rushdie.