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Tecnología 04 feb 2016

Los cinco malos hábitos tecnológicos más habituales

Seguramente alguno de ellos te suene. Tal vez te hayan entrado por un oído y te hayan salido por el otro. Pero no por ello dejan de ser costumbres erróneas que conviene ir cambiando. Algunas las realizamos de cuando en cuando, como ponerse el ordenador sobre el regazo (con la mala postura que conlleva), reusar contraseñas (un riesgo de seguridad innecesario) o usar el móvil en la mesa (por mucha confianza que tengas con los comensales sigue siendo de mala educación).

errores tecnología recurso informática ordenadores

Pero los siguientes cinco malos hábitos tecnológicos tienen más delito, porque los realizamos a diario:

1.- Tocar con las manos sucias

Las pantallas de los smartphones pueden contener 30 veces más bacterias que la taza de un inodoro, según un estudio de la investigadora del Departamento de Microbiología de la Universidad de Barcelona (UB) Maite Muniesa, bajo encargo de la empresa de limpieza y desinfección Sanytol.

Tampoco se salvan tu tableta y tu ordenador, especialmente los recovecos de su teclado. Además de evitar usar estas tecnologías con las manos sucias, se deben desinfectar a diario.

2.- No parar durante horas

Pasar mucho tiempo seguido delante del ordenador o de la televisión sin levantarse siquiera para ir al baño –ya sea por trabajo o porque estás viendo algo interesante– puede causar problemas de circulación, fatiga visual, fatiga mental, dolor de espalda y otras dolencias, tal y como revela la Guía de Salud Laboral en Oficinas y Despachos de la UNED.

Además, estudio publicado en 2014 en la Revista Española de Cardiología revela mayores índices de masa corporal, perímetro de cintura, presión arterial y colesterol en las personas más sedentarias.

Es importante descansar al menos diez minutos cada hora. Levantarse y caminar o hacer estiramientos es lo más aconsejable.

3.- Responder instantáneamente y a todos los e-mails

Mandar un correo electrónico demasiado rápido puede llevarnos a cometer errores o a omitir información y que esto nos obligue a enviar un nuevo mensaje. Tampoco es necesario responder a todos los e-mails solo por ser amable. Si todo el mundo hiciera lo mismo, no podríamos dejar de escribir ni un solo segundo. Es mejor pensárselo dos veces antes de darle a “responder”, y más aún si hay más de un destinatario en copia.

La revista Harvard Business Review recomienda que, si no estamos seguros de si responder a un mensaje o de cómo hacerlo, elijamos una de estas tres opciones:

  • La respuesta no respuesta: “Recibido”. Sin más. La persona sabrá que nos ha llegado su mensaje, y fin de la conversación.
  • El establecedor de expectativas: “Recibido. Lo miro con calma y le digo algo mañana por la tarde”. El remitente se queda tranquilo y a nosotros nos da un margen.
  • La pausa segura: es decir, no responder. “Una pausa de al menos 24 horas es una regla bastante buena”, señala el artículo. Y añade que puede incluso ser una ventaja a nuestro favor.

4.- Copia de seguridad diaria

Nunca se sabe cuándo nos puede fallar la tecnología, y los archivos que guardamos se pueden perder o dañar de un día para otro. Por eso es recomendable actualizar tu copia de seguridad a diario. Y si no tienes copia de seguridad, ya es hora de hacer una.

¿Cómo hacerla? La Oficina de Seguridad del Internauta (OSI) aconseja que incluyamos nuestros e-mails, fotos y vídeos; documentación oficial, facturas o recibos; contraseñas y sitios favoritos guardados; contactos, calendarios y notas; trabajos y documentos varios y, en general, nuestra información 2.0: es decir, aquella que almacenamos en redes sociales, aplicaciones como WhatsApp, etc.

5.- Acostarse con los dispositivos

Ver la televisión antes de irse a dormir o llevarse el móvil, la tableta o el portátil literalmente a la cama. Estas costumbres tan arraigadas dificultan la conciliación del sueño. Si además los dejas encendidos cerca de tu campo visual (aunque tengas los ojos cerrados), la luminosidad que irradian puede despertarte en mitad de la noche o dificultar el sueño profundo.

Y no solo eso: un estudio publicado en 2015 en la revista científica Philosophical Transactions de la Royal Society B revela que la luz eléctrica proveniente de estos dispositivos altera nuestro reloj biológico -el ciclo entre sueño y vigilia-, la temperatura corporal o la regulación hormonal
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