Las tensiones geopolíticas de otros países favorecen el turismo en España
España es el destino turístico preferido de los europeos. Según un estudio de BBVA Research, las tensiones geopolíticas de los principales países competidores son las responsables de entre el 30% y el 36% del aumento de pernoctaciones de extranjeros en el país.
El turismo español encadena cinco años de crecimiento consecutivos, lo que supone un aumento del 30% en el número de visitantes extranjeros desde 2010. Así, el sector representa ya el 11% del PIB español y el 13% del empleo total. Entre los factores que han favorecido esta evolución se incluyen el aumento del turismo internacional a nivel global, la mayor competitividad de la economía española o la mejora de los índices de seguridad ciudadana tras el alto al fuego de ETA y la disminución de la tasa de homicidios.
Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research, explica cómo las tensiones geopolíticas de otros países afectan al turismo español.
Uno de los elementos clave en el crecimiento del turismo español ha sido el incremento de las tensiones geopolíticas en algunos mercados competidores. En su informe, Ignacio Archondo y Juan Ruiz, de BBVA Research, afirman que entre el 30 y el 36% del aumento de pernoctaciones de no residentes se debe a estas tensiones. Aseguran también que las regiones más favorecidas por esta situación han sido las de ‘sol y playa’, siendo Las Palmas, Cádiz y Baleares las más beneficiadas, seguidas por Tenerife, Barcelona, Tarragona y Castellón.
Los mercados competidores y sus tensiones geopolíticas
En los últimos años, varios de los países que compiten con España por la atracción de turistas extranjeros han visto reducido su número de visitantes por la presencia de tensiones geopolíticas. Pero, ¿cuáles son los países más afectados por estas tensiones?
- Túnez y Egipto: desde principios de siglo, el turismo de los países de la orilla sur del mediterráneo experimentó un crecimiento importante que llevó a países como Egipto o Túnez a alcanzar los 14 y los 7 millones de turistas respectivamente. Sin embargo, desde el estallido de la Primavera Árabe en 2010 y debido al mantenimiento de las tensiones geopolíticas en gran parte del territorio, el turismo en ambos países se ha reducido en más de un tercio.
- Turquía: ajena a los conflictos de la orilla sur del mediterráneo, Turquía alcanzó en 2015 los 35 millones de turistas, un 27% más que en 2010. Pero los atentados sufridos este año y el intento de golpe de estado del 15 de julio han provocado caídas del número de visitantes cercanas al 30%.
- Grecia: la crisis financiera de 2008 golpeó con fuerza a Grecia, provocando episodios de gran incertidumbre donde el enfrentamiento con las autoridades europeas y el aumento de la conflictividad social repercutieron negativamente sobre el turismo. Así, en 2010 y 2012, el país experimentó caídas en el número de visitas del 1 y del 8% respectivamente.
- Francia: en 2015, el país galo fue el más visitado del mundo, con 85 millones de turistas internacionales. Pero coincidiendo con los atentados del DAESH en París y Niza el 13 de noviembre de 2015 y el 14 de julio de 2016, el turismo en Francia cayó un 16% en los ocho primeros meses del año.
El reto de España: fidelizar a los nuevos turistas
Sin embargo, las tensiones geopolíticas presentes en los países competidores no van a durar siempre. Por tanto, conviene que España asuma el reto de fidelizar a estos turistas ‘prestados’ para que el turismo siga creciendo a largo plazo. En su informe, Ignacio Archondo y Juan Ruiz ofrecen tres propuestas para lograrlo:
- Aumentar la diversificación, ganando influencia en mercados no tradicionales para conseguir un mayor potencial de crecimiento y diversificar riesgos.
- Reducir la estacionalidad ampliando la temporada turística, aumentando el atractivo de los destinos del interior y adecuando la oferta en temporada baja.
- Mejorar la competitividad, especialmente a través de la adaptación a las nuevas tecnologías, claves en la elección de destino por parte de los turistas.
Estas iniciativas deberían ir acompañadas, además, por un marco regulatorio óptimo que favorezca la inversión y por un incremento de los recursos destinados a la formación relevante para el sector, buscando una estrecha relación entre los servicios públicos de empleo y las empresas.