Las finanzas sostenibles, claves para la industria financiera que viene
El próximo 1 de noviembre el Banco Central Europeo (BCE) comienza una nueva etapa bajo el mandato de Christine Lagarde, entre sus retos se encuentra aumentar la cartera de bonos verdes o incluir los riesgos que pueden ocasionar el cambio climático.
A pesar de que las finanzas sostenibles llevan ya muchos años como un tema clave de la agenda social, fue gracias a los acuerdos sobre cambio climático de París de 2015 cuando se formalizó una conciencia global en relación al riesgo medioambiental, así como al impacto económico que deriva de sus efectos. Sin embargo, no sólo es la sociedad la que está cada vez más sensibilizada, sino que la propia industria financiera está contemplando el cambio climático y los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) como factores relevantes para establecer su estrategia de inversión.
En Europa, sin ir más lejos, a lo largo de la última década la Comisión Europea está implementando un Plan de Acción que pretende, como principal objetivo, comunicar una mayor información, más creíble y transparente en relación a la transición energética, financiando para ello distintas iniciativas. En paralelo, un grupo de especialistas de esta institución ha publicado un informe para fijar las reglas sobre lo que son las finanzas sostenibles (Technical Report 2019), sobre todo de cara a evitar los lavados de cara insustanciales por parte de las compañías para aprovechar el tirón reputacional de la economía verde, y que se agrupan bajo el término 'greenwashing'.
Las claves para un futuro verde con Christine Lagarde al frente del BCE
En el plano estrictamente financiero, la futura presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ya ha expresado que esta entidad debe contribuir más a combatir la desigualdad y el cambio climático, por lo que planea, entre otras medidas, aumentar la cartera de bonos verdes. Lagarde ha insistido recientemente en que “aunque el primer mandato del BCE es la estabilidad de precios, también tiene que estar incorporado en esto los riesgos del cambio climático y medioambientales”, por lo que es una firme defensora de la transición a gran escala hacia una economía baja en carbono. Una apuesta que también defiende el vicepresidente de esta institución, Luis de Guindos, quien ya ha manifestado que va a proponer incluir los riesgos del cambio climático en los próximos test de estrés de la banca.
No es Europa la única que parece estar concienciada acerca de la importancia global de las finanzas sostenibles. El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar un documento de análisis titulado ‘Macroeconomic and Financial Policies for Climate Change Mitigation: A Review of the Literature’ (‘Políticas macroeconómicas y financieras para la mitigación del cambio climático: una revisión de la literatura’, en español), en el que destaca que “el cambio climático es uno de los mayores desafíos de este siglo”, que requiere para su logro de “herramientas fiscales complementadas por iniciativas de política financiera y monetaria”.
Impacto en la rentabilidad financiera
Cada vez parece más evidente que los próximos cambios regulatorios en la industria financiera se encaminarán a que los inversores y las gestoras integren el cambio climático en sus estrategias y en la gestión del riesgo. Pero no sólo porque suponga un incremento global de la sensibilización de la sociedad, sino porque también se trata de inversiones que son al menos tan rentables como las de otros ámbitos.
Por ejemplo, un estudio de Oxford University y Arabesque Partners afirma que las compañías con mejor desempeño en sostenibilidad, tienen también un menor coste de capital, mientras que cada vez surgen más iniciativas como la Task Force for Climate-related Financial Disclosures (TCFD), que incorpora recomendaciones para que las compañías informen al mercado acerca de cómo combaten el cambio climático, qué estrategia siguen, cuál es su modelo de riesgos, y qué métricas utilizan.
A nivel regulatorio, su impacto en la industria financiera no sólo será muy importante en los próximos años, sino que ya lo está siendo ahora. De acuerdo a la Network for Greening the Financial System, que engloba a bancos centrales y supervisores, el cambio climático es una fuente de riesgo financiero, por lo que los reguladores lo deben incorporar a su ámbito de regulación.
En BBVA, la aproximación hacia las finanzas sostenibles tiene un enfoque integral, cimentado en su Compromiso 2025 y basado en tres pilares fundamentales: financiar (movilizar 100.000 millones de euros en financiación sostenible hasta 2025, con la aspiración de que todos los productos tengan una alternativa sostenible), gestionar (desarrollando metodologías que permitan comprender mejor los riesgos y cómo abordarlos) e involucrar (lo que se concreta, entre otras iniciativas mediante la adhesión a los Principios de Banca Responsable, que definen el modo de hacer banca que quiere la entidad para los próximos años.
El ‘Compromiso 2025‘ se enmarca en el esfuerzo de BBVA por contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Impulsados por Naciones Unidas, son una llamada universal a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad. Estos 17 objetivos incluyen nuevas esferas como el cambio climático, la desigualdad económica, la innovación, el consumo sostenible y la paz y la justicia, entre otras prioridades. En conjunto, BBVA contribuye a todos los ODS, dado el amplio abanico de negocios del Grupo, incluida la actividad de la Fundación Microfinanzas BBVA, y su presencia global.