La tecnología al servicio de la salud de los jugadores de fútbol americano
La seguridad de los jugadores es uno de los factores que ha cobrado una mayor importancia en los últimos tiempos en el fútbol americano, donde hay un alto nivel de contacto y en el que las lesiones son frecuentes. Algo que ha motivado a algunas universidades y marcas deportivas a investigar y desarrollar tecnologías que ayuden a reducir o evitar lesiones.
En 2004 un grupo de investigadores de la Universidad de Carolina del Norte analizó los cascos de fútbol americano y llegó a la conclusión de que gran parte de los impactos que se llevaban muchos jugadores eran comparables al choque de un coche contra un muro a una velocidad de más de 40 kilómetros hora.
Un año más tarde, el neurólogo Bennet Omalu publicaba un informe en el que hablaba por primera vez de una enfermedad a la que se refirió como traumatismo craneoencefálico crónico (CTE en inglés). Una enfermedad que produce problemas neurológicos a largo plazo además de pérdida temporal de memoria, confusión, náuseas, visión borrosa, depresión o trastornos compulsivos. Las autopsias de varios jugadores fallecidos en extrañas circunstancias fueron claves para esclarecer el origen del CTE y todos ellos tenían en común el hecho de haber recibido numerosos golpes en la cabeza durante su carrera deportiva.
A raíz de estos hallazgos, la seguridad de los jugadores pasa a un primer plano. Una conocida marca de deportes especializada en fútbol americano decidió ponerse manos a la obra con el diseño de un modelo de casco con una carcasa de policarbonato más flexible, una mayor cantidad de relleno de protección y una máscara unida al resto de la estructura mediante bisagras, de manera que amortigua la fuerza del impacto.
Aunque algunos jugadores todavía se muestran reacios a utilizar este modelo de casco debido a su peso, el Instituto de Tecnología Crítica y Ciencias Aplicadas de Virginia Tech le dio la mejor nota en lo que a seguridad se refiere.
Los verdaderos MVPs de la seguridad
En ocasiones, los entrenamientos también se pueden convertir en escenario de lesiones debido a su intensidad por lo que, harto ya de ver a sus jugadores lesionarse, el entrenador del equipo de la Universidad de Dartmouth prohibió a sus pupilos placarse en los entrenamientos en 2010.
A su vez, el departamento de ingeniería de la universidad dio con la solución para que los jugadores pudiesen seguir practicando los placajes. Diseñaron y fabricaron un muñeco del tamaño de un jugador, motorizado y dirigido por control remoto con el que poder practicar los placajes, coberturas, bloqueos y otras jugadas.
A día de hoy, hasta 4 equipos universitarios y 8 profesionales utilizan este sistema para entrenar. Uno de los pioneros es el equipo de la ciudad de Pittsburgh. “Nos proporciona la oportunidad de entrenar y placar sin tener que hacerlo sobre otro compañero” comenta el jugador de Pittsburgh Arthur Moats. “Nunca se cansa, alcanza la misma velocidad que un jugador… sus aplicaciones son infinitas” añade Mike Tomlin, entrenador del equipo del estado de Pensilvania.
Unas aplicaciones que los creadores de estos MVP (Mobile Virtual Players en inglés) buscan llevar a todos los equipos de la liga profesional de fútbol y mediante el uso y la aplicación de su tecnología, ayudar a los jugadores a tener una carrera deportiva más sana y longeva para perseguir el sueño que todos tienen: ganar la gran final de fútbol americano.