La supernorma de los prefijos
El arte es capaz de descubrir la realidad tal cual es, aspectos ocultos más allá de convencionalismos, y abre una puerta hermosa al futuro y a la eternidad. Mi memoria es capaz de reflejar mi infancia tal como le da la gana, fantasías más allá de los hechos, y abre una puerta inquietante al pasado y al vacío existencial.
Si pienso en mí de pequeño, siempre me veo como un chico aplicado en los estudios, con mis ramalazos de rebeldía, sin duda, pero atento en general a las explicaciones, buen alumno, niño callado. Y, sin embargo, también recuerdo que a menudo me castigaban a escribir cien veces «En clase no se habla», «En clase no se habla», «En clase no se habla»...
¿Cuál es la remembranza más fiel?, ¿me asemejaba a un monje en voto de silencio o hacía gala de ese verbo fluido que caracteriza al burro de Shrek?
Probablemente, la verdad se halle en algún lugar entre ambos extremos, no digo en un punto intermedio, pues el punto intermedio exacto también es otro extremo, sino un espacio más o menos escorado hacia el mutismo o la tabarra.
Dicho esto, lo cierto es que me recuerdo —en tardes sueltas y aburridas, diez minutos un día, cinco minutos el siguiente— escribiendo la frasecita de marras por adelantado para que, cuando llegase el castigo, no necesitara pegarme la trabajera de copiar un centenar de golpe.
Desconozco si luego me aplicaba el cuento y, durante un par de días, dejaba de parlotear (¿parloteaba?). Pero de lo que no me cabe la menor duda es de que, si los periodistas tuvieran que repetir una frase cien y hasta mil veces, esta sería la siguiente: «Los prefijos se escriben unidos a la palabra a la que se incorporan, sin guion ni espacio intermedios».
Por centrarme en el prefijo super-, aunque lo que aquí se explica es extensible al resto, en los medios de comunicación hay menos noticias deprimentes que frases como «Este miércoles, la tercera y última ‘Súper Luna’ del año», «Astrónomos hallan una nueva súper-Tierra en zona habitable» o «Las súper bacterias resistentes se multiplican por la contaminación». Y ya sabemos que leer periódicos es un jijí-jajá continuo.
Por supuesto, me consta que el descubrimiento en sí de las superlunas, supertierras y superbacterias es la chicha de la noticia; pero, aun a riesgo de sonar como la voz de los Supertacañones, con los esfuerzos que habrá costado dar con ellas, ¿no se puede pedir un último empujoncito y escribir las palabras como es debido?
Solo en tres casos excepcionales aparecerá super separado: en primer lugar, cuando afecta a más de una palabra, como super a gusto o super de moda, en el que super se escribe sin tilde pese a estar separado; en segundo lugar, cuando súper, plural invariable los súper, es el acortamiento de supermercado, y, por último, cuando leemos tebeos de Mortadelo y Filemón y nos referimos al superintendente Vicente, esto es, al Súper, con tilde y mayúscula en esta ocasión.