La regulación digital, clave para promover el crecimiento económico
En 2015 la economía global habrá crecido, posiblemente, a su ritmo más lento desde 2009. Se espera un incremento del PIB global a un ritmo moderado, en el entorno del 3%. Además, este año el avance de los mercados desarrollados no será suficiente para contrarrestar el ajuste en los emergentes. ¿Cómo puede la regulación contribuir a revertir esta tendencia?
A través de su vertiente más digital. Promover el crecimiento y un mayor nivel de bienestar deben ser la prioridad número uno. Y una de las vías para conseguirlo es el impulso de la economía digital.
Las tecnologías digitales exponenciales están provocando rápidas transformaciones en la economía y en la sociedad, en beneficio de los consumidores, también en la industria bancaria. El sector financiero tiene ahora la oportunidad de transformarse profundamente para atender las necesidades cambiantes de sus clientes y aprovechar la dimensión global de las tecnologías digitales.
En este sentido, la respuesta regulatoria en la banca tiene que adaptarse al ritmo del cambio tecnológico. Tras 8 años de tsunami regulatorio, es necesaria una pausa para analizar la foto completa y el impacto acumulado de las reformas. Para ello, habría que trasladar el foco de la regulación financiera hacia el impulso al crecimiento económico, una vez que los riesgos de cola de la industria han sido superados gracias a la reforma financiera y los cambios culturales en el sector.
La principal clave para redefinir ahora la reforma financiera es la transformación digital en la banca. En los últimos años, la regulación financiera se ha enfocado a la banca tradicional, pero la transformación digital del sector está cambiando radicalmente la forma en que el sistema financiero crea valor para sus clientes.
La respuesta regulatoria en la banca tiene que adaptarse al ritmo del cambio tecnológico
Es entendible que hasta el momento los reguladores se hayan mantenido cautelosos a la hora de abordar la transformación digital. Sin embargo, los reguladores financieros encaran nuevos retos a la hora de rediseñar un marco normativo que equilibre la promoción de las ventajas de lo digital con la protección contra los riesgos que lleva asociados.
Junto con la transformación digital, hay otras 3 claves de cara a reformular la regulación financiera actual. En primer lugar, la búsqueda del equilibrio óptimo entre estabilidad y crecimiento en cuanto a los requisitos de capital. Unos requerimientos excesivos pueden incrementar los costes de financiación de los bancos, lo que, a su vez, podría resultar en un aumento de los intereses de los préstamos y el coste del capital.
En segundo lugar, apostar por los esquemas de resolución, que reducen los riesgos morales y el coste para el contribuyente. Los legisladores deben asegurarse de que los bancos sean viables para afrontar una crisis severa pero, al mismo tiempo, han de ser fácilmente resolubles en caso de que se avecine una nueva tormenta financiera. Por ejemplo, a partir de enero de este año cualquier rescate bancario en Europa será soportado en primer lugar por accionistas e inversores privados. Esto incentiva una mayor disciplina de mercado en el sector.
Y en tercer lugar, convertir la confianza y la ética en pilares de la industria financiera. Los bancos tienen que asumir su liderazgo mediante la autorregulación con el fin de restaurar la confianza y la credibilidad. Pero no pueden hacerlo solos, sino que la regulación y supervisión son herramientas complementarias con este mismo fin.