La real expedición al McKinley de Carlos Soria
Una rotura de tibia y peroné le podía haber hecho abandonar su gran pasión. Aún no había llegado su reto de los ochomiles, pero Carlos Soria vivía por y para la montaña. Su coraje, tesón y capacidad de superación le han caracterizado a lo largo de su vida, y un año después partía en la primera expedición española a la cumbre de Norteamérica.
En 1970 Carlos Soria conocía la cara amarga del deporte y de la vida. Una caída mientras esquiaba, otro de sus deportes favoritos, le produjo una fractura de tibia y peroné que le dejaba la pierna hechos pedazos. El alpinista, que por aquel entonces, tenía que afrontar una larga, dolorosa y complicada recuperación que le aislaría de la montaña durante una buena temporada.
Pero Carlos Soria ya tenía un nuevo reto en el horizonte, y el accidente no iba a pararles los pies. Fueron su perseverancia, su energía, sus ganas de recuperarse y sobre todo su gran pasión, la montaña, los que permitieron que apenas un año después pusiera rumbo a Alaska.
Carlos Soria y la expedición española al McKinley
En 1971 y con el Rey Juan Carlos, por entonces Príncipe, como presidente de honor, Carlos Soria se embarcaba en la primera expedición española al McKinley. El alpinista lograría aquel año alcanzar la cumbre más alta de América del Norte (6194m.), y dos años más tarde participaría en la que era también la primera expedición formado por españoles al Himalaya, la cordillera por excelencia de los alpinistas.
Aquella no fue la única ocasión en la que Carlos Soria coincidió con el Rey de España. En 2001, Don Juan Carlos le entregó la medalla de bronce de la Real Orden al Mérito deportivo.
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