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Cambio climático 10 dic 2019

Empleo: el otro gran beneficiado de la lucha contra el cambio climático

Año 2050: 300 millones de personas se verán amenazadas por posibles inundaciones. Es una de las consecuencias provocadas por el cambio climático, según un estudio de Nature Communications. Si se mantiene el actual calentamiento global, Asia en mayor medida pero también áreas de la Europa mediterránea triplicarán el riesgo de que sus costas se sumerjan por el actual nivel de deshielo.

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La ciencia confirma, estudio tras estudio, que el cambio climático es uno de los principales problemas de nuestro planeta, pero su huella no solo será medioambiental.  El aumento de 4º C en 2100, estimado por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, no hace más que constatar que, además, el efecto invernadero tendrá un impacto en la renta de los ciudadanos.

“Los estudios más recientes indican que el impacto de un aumento de 4º C supondría entre un 4,4% y un 10% de menor renta per cápita a largo plazo. Por el contrario, limitar el aumento de las temperaturas en línea con el Acuerdo de París (2015) situaría este coste entre un 0,6% y un 1,6%”, asegura Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico de BBVA Research, en un documento publicado en la web de BBVA Research, bajo el título ‘Sostenibilidad medioambiental y bienestar’. 

Doménech aboga por afrontar cuatro medidas contra el cambio climático que pueden crear más empleo y mejorar el bienestar de la sociedad. Todo un reto que mejoraría la sostenibilidad del planeta:

1.- Hacer entender a la sociedad que las medidas de impacto que se toman a corto plazo contra efecto invernadero suponen un sacrificio a cambio de reducir los daños en el  futuro, con costes muy superiores en términos de bienestar

2.- Lograr que los países se coordinen a nivel internacional para que los ingresos generados mediante impuestos verdes se transfieran a los ciudadanos en una cuantía  fija, independientemente de su renta per cápita. “De esta manera se consigue que las actividades más contaminantes internalicen su coste medioambiental, al tiempo que se reparten equitativamente los ingresos obtenidos de manera progresiva”, afirma el economista.

3.- Innovar e invertir en energías verdes como motor de crecimiento económico.  Las emisiones de C02 han estado históricamente ligadas al nivel de renta per cápita, pero desde hace más de una década ha quedado demostrado que el crecimiento de la renta per cápita es compatible con la reducción de emisiones, gracias a las nuevas tecnologías.

4.- Financiar la sostenibilidad medioambiental para sufragar la transición energética, la innovación y las nuevas infraestructuras sostenibles.

Todo ello debería redundar en un equilibrio entre impuestos que atajen los riesgos del cambio climático a largo plazo. No en vano, organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), avisan de que el objetivo de rebajar 2º C la temperatura global implica aplicar impuestos que aumenten a 75 dólares la tonelada de CO2 en 2030.

Esta carga fiscal, sin embargo, haría que la factura de la luz de los hogares se disparase el 43% de media en la próxima década o que el precio de la gasolina suba el 14%. Por ese motivo, el FMI aboga porque la recaudación de estos impuestos se destine para acometer la rebaja de otros, como los de la renta, que ahora penalizan el trabajo o la inversión, según el organismo internacional.

“Podemos convertir el reto de la sostenibilidad ambiental en una oportunidad con la que crear empleo y mejorar el bienestar de nuestra sociedad. Y tenemos la obligación de hacerlo pensando en las generaciones futuras. El desafío es encontrar un equilibrio que sea socialmente aceptable entre los costes de la transición y los enormes beneficios de un medioambiente sostenible”, finaliza Doménech.