La innovación llega a las estrategias de inversión de los inversores del sector público
BBVA organizó en marzo su 6ª edición del Seminario Anual de Emisores e Inversores del Sector Público, que reunió a sesenta bancos centrales, Tesoros, Agencias e instituciones supranacionales para debatir durante tres días las implicaciones de una gran diversidad de temas sobre los activos financieros.
Algunos de los temas clave que se trataron fueron el impacto de las políticas monetarias no convencionales en los emisores e inversores del sector público, los retos a los que se enfrentan los gestores de reservas en el entorno actual de tipos de interés negativos y las estrategias los emisores de deuda del sector público para adaptarse a dichas circunstancias. A continuación se presentan cuatro de los asuntos más interesantes que se abordaron.
La normalización de la política monetaria en EE. UU. y Europa
Los debates del seminario de BBVA tuvieron lugar en un contexto de mejores perspectivas económicas mundiales y disminución de la amenaza de deflación en EE.UU. y Europa. No es sorprendente que uno de los temas más comentados fuera la retirada o "normalización" de las políticas monetarias no convencionales por parte de la Reserva Federal de EE.UU (FED) y el Banco Central Europeo (BCE), y su probable repercusión en emisores e inversores.
La FED está más avanzada en el proceso de normalización de la política monetaria, puesto que en 2014 decidió limitar las compras de activos de su programa de Expansión Cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) a la reinversión de los pagos del principal en su cartera de bonos. Esta importante medida ha ido seguida de tres aumentos consecutivos de los tipos de interés en 25 puntos básicos en los tipos de referencia de los fondos federales a partir de diciembre de 2015.
El mercado vigila de cerca los próximos movimientos de la FED en cuanto a los incrementos adicionales de los tipos de interés. El consenso actual del mercado es que habrá otras dos subidas de tipos en 2017 y una reducción gradual de su balance, que se ha cuadruplicado hasta situarse en 4,5 billones de dólares debido a las compras de activos bajo el programa de QE. La FED está, previsiblemente, estableciendo el modelo de normalización de la política monetaria a seguir por otros bancos centrales, que consistiría en tres etapas sucesivas: en primer lugar, una reducción de las compras de activos, seguida de aumentos de los tipos de interés y, finalmente, la reducción del balance.
En comparación, el BCE se encuentra en una etapa de normalización mucho más temprana, pues sólo recientemente ha bajado el ritmo de compras de activos mensuales bajo su Programa de compra del sector público (PSPP), pasando de 80.000 millones de euros a 60.000 hasta final de año. En la última reunión de política monetaria del 28 de abril, el BCE no ha modificado su previsión sobre los tipos de interés y mantiene su compromiso de un tipo de interés para depósitos de -0,4%.
Impacto del QE del BCE en los emisores en euros
El programa de QE del BCE ha apoyado claramente a los emisores de bonos soberanos, de agencias y corporativos cuya deuda cumple con los requisitos de elegibilidad de los diversos programas de compra de activos (PSPP, por sus siglas en inglés).
El anuncio que hizo el BCE el pasado marzo de reducir el volumen mensual de compras de activos bajo el PSPP, y la incertidumbre sobre la continuación del programa después de 2017, llevó al aumento del rendimiento de los bonos soberanos, especialmente en países como Portugal, Italia y España, con niveles de deuda más elevados y posiblemente más expuestos a costes de endeudamiento más altos una vez que la política monetaria sea menos acomodaticia.
No es de extrañar que, en parte para anticiparse a la reducción de las compras de activos del BCE y al aumento de los tipos de interés, los volúmenes de emisión de euros durante los tres primeros meses de este año llegarán a 365.000 millones, lo que representa un 135% de crecimiento comparado con el primer trimestre de 2016.
Y en los inversores del sector público
Las políticas monetarias no convencionales también han tenido un impacto significativo en las estrategias de inversión de los inversores del sector público, como bancos centrales y fondos soberanos.
El diferencial de tipos negativos entre las divisas de reserva, como el euro y el yen, está llevando a muchos bancos centrales a revisar sus estrategias de gestión de reservas de divisas ('Foreign Exchange', FX por sus siglas en inglés) y a revaluar sus principios básicos de inversión de S-L-R: dar prioridad a la seguridad (conservación del capital), seguida de la liquidez (provisiones de liquidez) y después la rentabilidad (generación de renta).
Por tanto, muchos bancos centrales buscan mayores rendimientos sin renunciar al principio básico de la conservación del capital. Para ello, están revisando los niveles de tolerancia al riesgo, ampliando los horizontes de inversión y considerando una mayor diversificación entre y dentro de las clases de activos. Las consecuencias inmediatas de este enfoque revisado han sido asignaciones más bajas al euro, un aumento de duración de las carteras de renta fija en busca de rendimiento adicional, mayor exposición al riesgo de crédito y una diversificación más amplia de activos, con inversiones en bonos corporativos y hasta en renta variable.
Perspectivas del euro como divisa de reserva
Por último, otra interesante novedad observada durante el Seminario de BBVA es la reducción paulatina del euro como divisa de reserva de los bancos centrales desde que se inició la crisis financiera. De una cuota del 26% del total de las reservas de divisas en 2007, se pasó a menos del 20% en 2016. Durante este mismo periodo, el dólar estadounidense se ha mantenido bastante estable en el 62-64% de las reservas de divisas mundiales, mientras que la caída del euro se ha compensado, sobre todo, con mayores tenencias de los bancos centrales en dólares canadienses, dólares australianos, yuanes chinos y yenes japoneses.
Será interesante ver si el euro puede recuperar la posición que tenía como divisa de reserva antes de la crisis una vez que las políticas monetarias de EE. UU. y la zona euro converjan y que la zona euro ponga fin al persistente riesgo de ruptura del euro a través de una mayor integración política y económica.