La inflación, el IPC o por qué las cosas valen más con el tiempo
¿Es mala la inflación? Cuando la inflación es alta, el Banco Central toma medidas de tipo monetario que hacen aumentar los tipos de interés para frenar el consumo y la inversión, y reducir así los riesgos inflacionistas. En otras épocas, sin embargo, el problema no es la inflación alta, sino todo lo contrario, la deflación; si la percepción es de que los precios de los bienes y servicios van a disminuir con el tiempo, se crea un círculo vicioso basado en que no se consume esperando que bajen los precios y los precios bajan porque lo hace el consumo.
Sabemos que cuando nos sube el precio de la comida, de la gasolina o de el transporte público, nos afecta negativamente, ya que tenemos que pagar más por lo mismo. Desde este punto de vista, parece simple pensar que la inflación, la subida de precios generalizada, es mala para nuestro bolsillo.
Más complicado resulta entender el motivo por el que la desinflación también es indeseable para la economía, la caída generalizada de precios. Para entender ambos casos, nos ayudará conocer exactamente cómo se define la inflación. La forma más sencilla y popular de definirla sería:
La inflación es el aumento general y continuado en el tiempo de los
precios.
Tan simple es la definición que poco nos aporta, en realidad. Lo importante sería saber la razón por la que sería negativo para nosotros que aumenten los precios. Para entenderlo, debemos conocer qué es lo que hace aumentar los precios de los bienes y servicios:
- La inflación de demanda: La demanda general de bienes aumenta de forma más acelerada que la capacidad productiva del sector. Los consumidores quieren comprar el bien y hay más demandantes que bienes producidos, por lo que su precio aumenta.
- Inflación de costos: Aumenta el salario o el precio de de las materias primas, por lo que los productores aumentan el precio para mantener su margen de beneficios. La gasolina es un ejemplo típico. Eso se puede hacer siempre que el consumidor no tenga productos sustitutivos en el mercado a los que acudir.
- Inflación de expectativas: Los agentes económicos preven subidas futuras de precios y negocian en base a esta previsión. En épocas de inflación, por ejemplo, los sindicatos negocian los convenios colectivos con aumentos de salarios cada vez más altos para intentar evitar la pérdida de poder adquisitivo, que a su vez provoca más inflación al aumentar los costes de las empresas.
- Inflación por causas monetarias: los bancos centrales inyectan dinero en la economía (aumentan la masa monetaria). Más liquidez en los bolsillos de la gente permite comprar más y si a su vez no aumenta la oferta de bienes, sus precios suben y se produce inflación.
De todos estos tipos de inflación, y hay más, lo que debe quedar claro es que la inflación en sí no es mala, y que esto depende de a qué se deba. Lo malo es si tenemos, por ejemplo, una inflación causada por un aumento del precio del petróleo, que encarece nuestros bienes y servicios y hace menos competitiva la economía y empobrece a las familias. Una inflación causada por un aumento del consumo interno de determinados bienes y servicios podría ser, incluso, buena (será uno de los síntomas de recuperación económica).
La inflación “mala”, lo sería, en base a que:
- Disminuye el poder adquisitivo de los agentes económicos que ingresan cantidades fijas; empleados y pensionistas, entre otros.
- Distorsión de los precios relativos. El aumento de precios no se reparte proporcionalmente entre todos los bienes de la economía; unos suben y otros no, con la correspondiente transferencia de riqueza entre los distintos personajes del mercado económico.
Para medir la inflación se utilizan indicadores del tipo IPC (Índice de Precios de Consumo), que mide la evolución del conjunto de precios de los bienes y servicios que consume la población residente en viviendas familiares en España.
Vemos por lo tanto que la inflación no tiene por qué ser mala. De hecho, una caída de precios o deflación, también sería negativa si se produjera por una retracción del consumo y la inversión.