La esperanza de lograr la paz en Colombia sigue latente
En el siglo XIX, Colombia padeció más de 40 guerras civiles, en el XX vio el surgimiento de las guerrillas y hoy, en pleno siglo XXI, aún no conoce el significado de la paz. Pero la esperanza sigue latente hoy más que nunca, gracias a los importantes avances del proceso de negociación que el gobierno de Juan Manuel Santos adelanta con las dos únicas guerrillas activas que hay en el país y en general en América Latina: Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). De lograrse un acuerdo definitivo con estos dos grupos, se pondría fin a uno de los conflictos más antiguos del mundo.
El surgimiento de las guerrillas en el país se da después de la violencia partidista de los años cincuenta y en medio de una situación de injusticia social, persecución y exclusión política, cuando los dos partidos de la época, el Liberal y el Conservador, decidieron poner fin a sus diferencias y dividirse el poder con turnos cada cuatro años, en ese período que se llamó El Frente Nacional (1958 - 1974). En el campo internacional, el triunfo de la revolución cubana animó el inconformismo de quienes se alzaban en contra del statu quo y el partido Comunista era objeto de una gran división entre los pro soviéticos y los pro chinos.
Tres guerrillas en tres años
Las FARC nacen en 1964, luego de una operación del ejército colombiano en la población de Marquetalia, departamento de El Tolima, donde Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda Vélez, luego conocido como “Tirofijo”, lideraba un grupo de Autodefensas Campesinas que impulsaba la lucha con la consigna “la tierra para el que la trabaja”. En 1966 este grupo pasa de la defensa a declararse revolucionario con aspiración de tomarse el poder y con una tendencia claramente pro soviética.
Por su parte, el ELN surge en 1965 con incursiones armadas en el departamento de Santander, liderado por los hermanos Vásquez Castaño, que pertenecían al Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) y por un grupo de estudiantes universitarios, algunos de los cuales se formaron en Cuba en el arte de la guerra de guerrillas, lo que explica su tendencia pro cubana. A diferencia de las FARC, negaban la necesidad del partido Comunista para liderar la revolución.
Un año más tarde, en 1966, nace el Ejército Popular de Liberación (EPL) impulsado por el partido comunista pro Beijing, que siguiendo los preceptos de Mao Tze Dong planteaba que la revolución debía iniciar en el campo para luego prolongarse en las ciudades y tomarse el poder por medio de las armas.
Pero no fueron los únicos grupos subversivos. Años más tarde el conflicto se amplió con el Movimiento 19 de Abril (M19), una guerrilla urbana que surgió a raíz del fraude de las elecciones presidenciales de 1970 y se desmovilizó en 1990 luego de negociar con el gobierno la creación de una Asamblea Nacional Constituyente, que dio origen a la Constitución de 1991 que rige actualmente. Este hecho también motivó la desmovilización en ese mismo año del EPL; del Movimiento Indígena Quintín Lame, que había nacido en 1974; del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) que surgió en 1982; y del grupo Corriente de Renovación Socialista (CRS) con el que se logró un acuerdo de paz en 1994. Por su parte, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria Patria Libre que nació en 1983, se fusionó seis años después con el ELN.
Guerrilleros de las Farc, recorriendo armados una de las poblaciones colombianas cuando no había presencia del Estado.
Más de 40 años de negociaciones
Desde 1974 se vienen haciendo intentos de negociar la paz con los diferentes grupos guerrilleros, pero no se ha logrado con los dos más antiguos: las FARC y el ELN. Contrario a lo que sucedió en El Salvador o en Guatemala que se negoció al tiempo con todos los grupos alzados en armas, en Colombia se ha negociado de manera individual y escalonada en el tiempo, lo que ha dificultado el proceso.
Pero además, Colombia es un país geográficamente muy complejo, lo que sumado a otros factores, ha hecho que el conflicto se haya sostenido en el tiempo. Naciones Unidas señaló en su momento que “el conflicto en Colombia es una clásica guerra de perdedores”.
Eduardo Pizarro Leóngomez, director del grupo de Investigación Actores Armados, Conflicto y Derecho Internacional Humanitario (Iepri) y miembro de la Comisión de Reparación de Víctimas por Acciones de Grupos Ilegales, señala varias razones por las que han fracasado las negociaciones: gran fragmentación de la guerrilla con políticas muy diferenciadas, el abandono de la lucha política por solo una lucha armada y la militarización de la política, además de que la guerrilla ha utilizado las negociaciones para fortalecerse militarmente.
Los procesos con las FARC
Los dos últimos intentos de negociar con las FARC se han dado, por un lado, en el gobierno de Andrés Pastrana, para lo cual se despejó militarmente el municipio de San Vicente del Caguán, en el departamento colombiano de El Caquetá. Esta negociación se dio entre 1998 y 2002 pero fracasó. Por otro lado, desde 2012 el gobierno de Juan Manuel Santos está negociando un acuerdo en La Habana, Cuba, que se esperaba firmar el pasado 23 de marzo, pero se ha prolongado. No obstante, en esta oportunidad, hay un verdadero compromiso de las partes por llegar a un acuerdo, por lo cual hay un gran optimismo de que pronto se firmará la paz con esta guerrilla.
Pizarro Leóngomez ha identificado las diferencias entre estos dos procesos y que llevan a que el actual sí pueda resultar exitoso. En primer lugar, el del Caguán se negoció en territorio nacional, tenía agenda abierta y con múltiples actores, además de una amplia participación de la comunidad internacional; mientras en el de La Habana, ayuda que sea en territorio extranjero, es de agenda acotada, solo negocia el gobierno y la guerrilla, y la participación internacional es limitada. Por otro lado, el primero se negoció en medio de un cese al fuego bilateral en una zona de distensión y el objetivo fue el de impulsar amplias transformaciones estructurales; mientras en el segundo no hay cese al fuego bilateral y se negocia con el claro objetivo de terminar el conflicto. Por último, en el Caguán hubo ausencia de las fuerzas armadas en la negociación, la desmovilización estuvo condicionada y el proceso se desarrolló sin límite de tiempo; mientras en el La Habana hay una amplia participación de las fuerzas armadas, la desmovilización es acordada y el proceso se negocia con límites temporales.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el máximo líder de las FARC, Timoleón Jiménez, alias Timochenko, anuncian desde Cuba y con presencia del presidente Raúl Castro, la firma del acuerdo sobre justicia transicional.
¿Qué falta en el actual proceso?
Tras tres años y medio de negociación con las FARC, el proceso se encuentra en la fase final. La agenda establece cinco puntos generales sobre los cuales prácticamente ya se han logrado los acuerdos: desarrollo agrario integral; participación política; solución al problema de las drogas; sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición; y el de implementación, verificación y refrendación.
Los puntos concretos sobre los cuales no se ha logrado un acuerdo tienen que ver con el uso de las zonas que se crearán para la concentración de los guerrilleros desmovilizados. Como lo explica la revista Semana, el uso de estas zonas según el gobierno es para que los guerrilleros transiten hacia la legalidad, mientras las FARC las quieren usar como tránsito de la guerra hacia la política.
El otro punto de desacuerdo es sobre la posibilidad de salir de aquellas zonas de concentración. El gobierno plantea que cualquier salida de los voceros del movimiento debe ser con autorización y bajo vigilancia, pero las FARC consideran que eso los convierte en presos. Por último, está el tema de la dejación de las armas. El gobierno espera que al ingresar a la zona los guerrilleros dejen las armas en contenedores que tendrían vigilancia internacional y solo una pocas serían permitidas para vigilancia de los campamentos; mientras para las FARC el desarme tiene que ser progresivo.
Y aunque no se logró cumplir con la meta de firmar la paz el pasado 23 de marzo, hay un gran optimismo entre los negociadores de ambas partes de que este año se pueda anunciar esta gran noticia.
El pasado 30 de marzo, el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla del ELN anuncian desde Venezuela el comienzo de los diálogos para un proceso de paz.
El proceso con el ELN
Con el ELN el proceso ha sido un poco más complicado. En la fase exploratoria el gobierno de Juan Manuel Santos tardó dos años para firmar las bases de la negociación el pasado 30 de marzo, mientras que con las FARC solo fueron seis meses. La dificultad con los 'elenos' radica en las profundas divisiones internas.
La agenda de negociación tiene seis puntos: participación de la sociedad; democracia para la paz; víctimas; transformaciones para la paz; seguridad para la paz y dejación de las armas; y garantías para el ejercicio de la acción política.
Según lo explica el periódico El Tiempo, la negociación con el ELN no debería demorarse tanto como el proceso con las FARC porque la mitad de la agenda coincide con la que se ha negociado con esa guerrilla, específicamente en los temas de víctimas y fin del conflicto. El problema estará en los puntos que tienen como base la participación ciudadana y que es la principal diferencia con la agenda de las FARC.
Los diálogos con el ELN se iniciarán el próximo mes de mayo en Ecuador y también se adelantarán sesiones en Venezuela, Chile, Brasil y Cuba, que junto con Noruega hacen parte de los países garantes.
Han sido muchas décadas de un conflicto armado que ha desgastado al país. Sin embargo, Colombia se ha destacado por tener una de las economías más estables de América Latina y de firmarse la paz, su potencial de crecimiento y desarrollo será aún mayor.