La difícil tarea de financiar un vehículo
Exceptuando la compra de la vivienda hay pocos gastos que igualen la cuantía de un vehículo. La cantidad destinada a la adquisición de un vehículo varía enormemente dependiendo de la marca, modelo e incluso año de producción.
Objetivo: comprar un coche
En el mercado existen automóviles que van desde los 10.000 euros en las gamas más económicas hasta los cerca de 500.000 euros para los modelos más exclusivos. Estos últimos suelen quedar fuera de los planes de la gran mayoría de público que se centra en vehículos que oscilan entre los 20.000 y los 80.000 euros.
El capital destinado a la compra de un coche es considerable y, al igual que ocurre en el caso de la vivienda, no todo el mundo dispone del total del dinero necesario. De hecho, el 84% de las adquisiciones de automóviles realizadas por particulares se llevan a cabo mediante crédito para coches nuevos, un porcentaje que se eleva al 90% en el caso de las empresas, según indica un informe de Financar y Ganvam (Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor, Reparación y Recambios). Sin embargo, cuando una persona se plantea una operación inmobiliaria tiende a visitar todos los bancos, cajas de ahorro y entidades financieras en busca de la mejor opción de crédito, y esto no se da en el caso automovilístico. Los consumidores menos avezados muchas veces solo estudian la oferta del concesionario de turno o de su entidad de crédito habitual sin buscar más opciones. Evidentemente se trata de un error, ya que si la elección del modelo y marca es importante (no solo por cuestiones estéticas sino también por ahorro), la de la fórmula de pago no lo es menos. Existen grandes diferencias en las condiciones que luego se traducen en euros que deberá pagar el prestatario. Todo depende del tiempo que esté dispuesto a invertir en la búsqueda.
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Por fortuna o por desgracia, el endurecimiento general de las condiciones de préstamos está obligando a muchos compradores a tener que acudir a varios lugares en busca de dinero para comprar sus coches. No solo se trata de que el aumento de las hipotecas haya mermado la capacidad de endeudamiento de muchas familias, sino que ahora son las propias entidades quienes comienzan a denegar cada vez más solicitudes de créditos automovilísticos.
Opciones de pago
Antes de comprar un coche hay que pensar en cómo se afrontará su pago. Ya hemos comentado que financiarlo es la opción más común, pero existen diversas vías para obtener crédito. Por una parte están los propios concesionarios; por otra, bancos y cajas de ahorro; y, por último, el resto de entidades financieras.
Debido a la importancia que tiene la financiación del coche en el precio final del vehículo, las marcas ofrecen una serie de créditos denominados flexibles. Su reclamo se basa en regalar las primeras cuotas o reducir su cuantía durante el primer año. Es decir, en lugar de pagar 150 euros al mes, dejarlo en 50. Por muy atractivas que puedan parecer (el ahorro de un año de cuotas puede superar con facilidad los 2.000 euros) hay que tener cuidado con ellas y, sobre todo, leer la letra pequeña del contrato, no sea que después el TAE propuesto supere la media del mercado. Además, en estos casos conviene calcular bien cuál será la cuota mensual tras este primer periodo de ‘promoción’ y si realmente se va a poder afrontar. Y es que como refleja el ejemplo expuesto, el pago una vez finalizada la oferta inicial puede duplicarse o triplicarse.
El mismo cuidado hay que tener con ofertas puntuales de financiación a un TAE del 0%, que pueden llevan aparejadas obligaciones como financiar el total del precio del vehículo en un periodo estricto de tiempo o que solo cubren una pequeña parte del coste total del coche.
Las marcas son la opción predilecta de los clientes cuando se trata de nuevos vehículos pero pierde fuerza en el mercado de segunda mano, donde se recurre más a bancos y cajas de ahorro. Su oferta de financiación llega, generalmente, a través de créditos personales cuyo TAE oscila entre el 5% y el 8%. Su ventaja principal radica en que ofrecen más opciones de financiación y no solo créditos a un tipo de interés fijo. Así, disponen de ofertas de tipo variable donde el crédito se referencia normalmente al Euribor, y al que suelen sumar un 1,5% de media (2% en el caso de las financieras independientes). Es como financiar el coche como parte de la hipoteca (una opción muy común). De hecho, en algunos casos es obligatorio contar con una hipoteca para poder solicitar esta modalidad.
En los últimos años tanto bancos como cajas de ahorro se han lanzado a por el mercado de financiación de automóviles y han hecho valer su mayor capacidad de adaptación a las necesidades del cliente. Además de estos créditos a tipo de interés variable, muchas entidades ofrecen créditos especiales para los jóvenes, uno de los grupos más susceptibles a la adquisición de coches. Este es el caso de BBVA, que a través de BlueBBVA ofrece ofertas en condiciones ventajosas para los más jóvenes, aunque no es la única.
En cualquier caso, a la hora de negociar un crédito con estas entidades hay que tener muy en cuenta las comisiones que pueden llegar a cobrar en concepto de apertura y cancelación. Pueden alcanzar hasta un 2% del total del crédito en el caso de la primera y de lo que resta por pagar en la segunda. Pero, en este caso, las entidades suelen estar abiertas a negociar y no es raro que tras hablar con el banco o caja concreta terminen reduciéndose incluso hasta el 0%.
Al margen las propias marcas, bancos y cajas de ahorro, existen otra serie de entidades financieras que ofrecen los llamados créditos rápidos. Se trata de préstamos que se conceden en poco tiempo y sin apenas condiciones. Su cuantía se sitúa en torno a los 3.000 euros, aunque puede ascender hasta los 6.000. Pero aunque lograrlos es relativamente fácil, hay que tener en cuenta que se conceden a un tipo de interés muy superior al del resto de ofertas debido, sobre todo, a que el riesgo que asume la entidad prestamista es mayor.
La concesión de un crédito dependerá de las circunstancias concretas de cada persona, pero existen una serie de requisitos mínimos comunes. Así, será necesario presentar hasta las tres últimas nóminas y contar con un contrato indefinido que, a poder ser, lleve cierto tiempo vigente. De todas formas, si la cantidad solicitada supera ampliamente los ingresos, es posible que sea necesario contar con un avalista.
Multiopción, una fórmula a tener en cuenta
Una de las alternativas que más están fomentando desde los concesionarios para financiar la compra de un coche es la denominada multiopción, ya que solo la ofrecen ellos. En líneas generales consiste en pagar una parte de lo que cuesta el coche, por ejemplo la mitad, en un plazo relativamente corto de dos o tres años, y dejar el resto para un último pago denominado Valor Futuro Mínimo Garantizado. Llegado ese momento, el cliente podrá devolver el coche y dejar de pagar cuotas, cambiarlo por otra nuevo mediante el mismo sistema o quedarse con él. Es como pagar 20.000 euros por un coche que en realidad cuesta 40.000 pero por tres años, de tal forma que en realidad el usuario está abonando el valor estimado que tendrá el coche tras ese periodo.
La multiopción es una buena fórmula para quienes deseen cambiar de coche cada poco tiempo o para quienes quieren tener un vehículo de gama alta que de otra forma no podrían permitirse. Sus principales inconvenientes son que suelen llevar aparejado un TAE más elevado (en torno al 10%) y que pueden incluir limitaciones en el kilometraje. Desde Autofácil recomiendan contratar a su vez un seguro a todo riesgo, ya que para poder devolver el vehículo este debe estar en perfecto estado. Del mismo modo, ofrecen un sencillo truco: consultar su valor de mercado antes de la última cuota, ya que si este supera la cuantía de la cuota será más rentable abonarla y venderlo para obtener una pequeña plusvalía.
Renting y leasing, una alternativa para el empresario
El renting y el leasing comienzan a introducirse en el mercado español como una verdadera alternativa a la financiación tradicional. Pero, ¿en qué consiste exactamente este sistema? Se trata de una modalidad de alquiler a largo plazo que no contempla a priori la opción de compra al final del periodo contratado. De esta forma, consiste en un contrato de alquiler por el cual la compañía de renting compra un vehículo nuevo a solicitud de su cliente y lo pone a disposición del mismo por un plazo de tiempo determinado y con todos los gastos incluidos. A cambio, el cliente paga una cuota mensual fija durante todo el periodo contratado.
Las ventajas de esta opción son evidentes, ya que permite cambiar de coche cada relativamente poco tiempo y desentenderse de muchos gastos derivados de su mantenimiento, además de poder contratar la sustitución de vehículo en caso de avería. Su precio varía en función del vehículo y la marca y el plazo medio de duración del contrato es de 42,21 meses (aproximadamente cuatro años). Este sistema es de los más utilizados por empresas, especialmente pymes y autónomos, para financiar su flota de vehículos, ya que plantea interesantes ventajas fiscales como, por ejemplo, el descuento de las cuotas del Impuesto de Sociedades.
Al leasing se le puede considerar como el hermano mayor del renting. En esta modalidad sí es posible comprar el coche una vez finalizado el periodo de alquiler o renovar el mismo. En estos casos, suele existir un periodo mínimo de contratación, normalmente de dos años, y para quedarse con el vehículo el arrendatario debe demostrar que desarrolla una actividad empresarial relacionada con estos bienes.
Al final del contrato, al igual que ocurre en el caso de la multiopción, el usuario podrá quedarse con el vehículo pagando su valor residual, renovar el contrato o devolverlo. En malquiera de los casos el arrendatario deberá correr con todos los gastos y riesgos derivados del coche durante el periodo de alquiler, incluido el pago del impuesto de matriculación, el seguro y otros gastos de mantenimiento.
Tanto el leasing como el renting, pero especialmente el primero, son opciones diseñadas para el pequeño y mediano empresario. Para un ciudadano de a pie que no vaya a cambiar su coche en un periodo de seis años o más la opción más recomendable es acudir a las fuentes tradicionales de financiación, en tanto que la multiopción se reserva para un tipo muy concreto de cliente.
Gastos adicionales
También hay que tener en cuenta los gastos extra que entraña la operación. Se trata de cantidades considerables que pueden acarrear posteriores problemas en de pago si no se tienen en cuenta previamente.
La primera de ellas es el Impuesto de Matriculación (sólo algunos concesionarios la cubren), que con la nueva legislación está ligado a la emisión de gases del coche. Cuanto más contamine mayor será la cuantía que deberá pagar. En este sentido, si la emisión es menor o igual a 120 gramos por kilómetro (g/km) no se pagará el impuesto. A partir de ese límite, de 120 a 160 g/km se abonará un 4,75%, entre 160 y 200 g/km un 9,75% y los que superen los 200 g/km tendrán que desembolsar un 14,75% del precio del coche. Generalmente es el propio concesionario el que se encarga de gestionar este trámite.
La segunda es el Impuesto de Circulación, cuya cuantía varía en función de cada ciudad y, por último, el seguro del coche, que también cambia dependiendo de la aseguradora, el modelo y las características del conductor.
En el caso de la compra de vehículos de segunda mano también habrá que hacer frente al Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, que se abona en la Consejería de Hacienda de la Comunidad Autónoma en la que reside el comprador y que asciende al 4% del precio del vehículo. En este supuesto, es recomendable contar con un gasto extra para someter al vehículo concreto a una revisión.