Justicia y prácticas restaurativas
Las prácticas restaurativas constituyen una innovadora metodología de resolución de conflictos que consiste en favorecer la reparación del daño en lugar de aplicar un castigo o sanción. Están basadas en la justicia restaurativa y se aplican en campos profesionales tan diversos como la educación, la justicia penal, la gestión de organizaciones o los trabajos sociales.
Las investigaciones llevadas a cabo en Nueva Zelanda, Estados Unidos y Gran Bretaña concluyen que el modelo de gestión de conflictos basado en la justicia restaurativa frena el comportamiento negativo de manera mucho más efectiva que los modelos basados en sanciones y castigo, ya que:
- Reducen considerablemente la probabilidad de reincidencia.
- Facilitan la restauración de relaciones entre las personas implicadas.
- Ayudan a crear un sentimiento de pertenencia a la comunidad.
- Favorecen la reparación de los daños y a la víctima.
- Aumentan la implicación personal en la resolución de conflictos.
Las prácticas restaurativas conforman un abanico de herramientas que permiten prevenir, detectar, gestionar y resolver las situaciones de conflicto en diferentes ámbitos –familiar, educativo, social, laboral, judicial y comunitario– para mejorar la convivencia y reforzar los vínculos afectivos entre las personas implicadas o afectadas por estas situaciones.
Las prácticas restaurativas son aplicables a cualquier grupo de personas que quieran mejorar sus relaciones interpersonales, gestionar sus conflictos de forma dialogada y participativa, crear un clima favorable en la convivencia y reforzar valores fundamentales, como son:
- La igualdad de todos los integrantes del grupo.
- La oportunidad de escuchar y ser escuchado.
- La seguridad y confianza al sentirse expuesto y protegido al mismo tiempo.
- La responsabilidad compartida de la gestión del conflicto.
- La propiedad colectiva del resultado.
- La restauración de la convivencia mediante el restablecimiento de las conexiones afectivas.
En los centros escolares se producen situaciones de conflictos y violencia. Y para resolverlos se debe romper con el esquema de tipo penal (a tal falta, tal sanción) como única vía de gestión. En este sentido, la justicia restaurativa abre otra perspectiva: procura que los y las jóvenes aprendan de estas situaciones mediante la asunción de responsabilidades y la reparación de los daños causados.
Este modelo de gestión no es, en ningún sentido, blando con los infractores. Ni mucho menos, generador de impunidad. Se centra en reconocer el lado humano y social de los conflictos, y brindar soporte y exigir responsabilidad. De tal manera que todas las personas involucradas sean atendidas –a las víctimas, más soporte; a los ofensores más responsabilidad–, con el objetivo final de que las relaciones sociales y la convivencia sean las ganadoras.
La justicia restaurativa en contextos escolares se viene aplicando con éxito desde hace más de una década en países como Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Australia, entre otros. Esta estrategia parte de que el contexto escolar y familiar tiene el compromiso de educar en un sentido integral; que los/las jóvenes son su responsabilidad y, por ello, deben agotarse los esfuerzos para que se integren en la sociedad y aporten como ciudadanos/as de bien.
Según estudios realizados en Estados Unidos, las instituciones educativas que han asumido la justicia restaurativa como modelo para el tratamiento de conflictos y situaciones de violencia mejoraron su capacidad para fortalecer las relaciones entre estudiantes. Y a su vez, de los estudiantes con el colegio y la comunidad, desarrollando en ellos habilidades sociales y ciudadanas. De igual manera, demostró que los/las adolescentes que tienen fuertes vínculos con su comunidad educativa son menos propensos al consumo de alcohol y drogas.
En base a ello, se crea el proyecto Resolución alternativa de conflictos: mediación educativa y justicia restaurativa, que tiene como dos objetivos prioritarios:
Objetivo general: La colaboración bilateral de servicios socioeducativos y comunitarios, la resolución pacífica de conflictos, la mediación educativa y la justicia restaurativa entre centros educativos de Baleares y Galicia.
Objetivos específicos: Potenciar las prácticas docentes singulares, exportar prácticas pedagógicas locales a otras comunidades, poner en contacto distintas realidades sociales y culturales, establecer cauces eficaces de colaboración en materia educativa, fomentar la cultura de paz, la resolución alternativa y pacífica de conflictos, la mediación educativa y la justicia restaurativa, impulsar el conocimiento de servicios comunitarios locales singulares, como los programas de prevención de hábitos saludables en las escuelas, antiacoso escolar, de sexo seguro y enfermedades de transmisión sexual o servicios de educación no formal, entre otros.