Cerrar panel

Cerrar panel

Cerrar panel

Cerrar panel

Fundación Gil Gayarre: integración e igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad intelectual

Aquel colegio fundado hace 64 años para niños con discapacidad intelectual se ha convertido hoy en varios centros ocupacionales y pisos tutelados que atienden a más de 500 personas gracias a la visión de Carmen Gayarre. La iniciativa de esta mujer excepcional, que buscaba ofrecer oportunidades educativas y formativas a su hijo con síndrome de Down, se ha ido transformando con el tiempo. La prioridad ahora es el envejecimiento de los usuarios, recuperar la atención temprana y cubrir las necesidades de las familias.

Carmen-juntos-creando-oportunidades-Gil-Gayarre

Hace años, cuando Amparo González, actual directora general de la Fundación Gil Gayarre, era una joven voluntaria, fue invitada a acudir con una representación de la institución a una conferencia sobre ética y discapacidad organizada por la Universidad de Comillas. Era diciembre y estaba nevando. El entonces director general la recogió en su coche, y le dijo: “Doña Carmen también había quedado en venir, pero es mayor y, con esta nevada, no creo que lo haga; por si acaso, pasaremos por su casa”. Y allí, frente al portal, protegiéndose de los copos bajo un paraguas, estaba Carmen Gayarre Galbete. Doña Carmen, la fundadora. Es muy fácil, escuchando el recuerdo de Amparo, imaginársela clavada en la acera como un árbol venerable de raíces fuertes y una copa capaz de cobijar al mundo entero. “A estas alturas no me va a detener ninguna nevada”, les dijo.

Podría decirse que el germen de esta fundación nació a la vez que Luís Gil Gayarre, el sexto y último hijo de doña Carmen, que llegó al mundo en 1942 con síndrome de Down. Su madre, viajada, políglota, titulada en Magisterio y en Graduado Social, diplomada en Psicología, licenciada en Filosofía y Letras, dejó su cátedra de Paidología de la Universidad Complutense de Madrid (de la que fue responsable entre 1933 y 1943) para atenderlo. “Quiso buscarle, como al resto de sus hijos, oportunidades de educación”, precisa González. Pero, en la España de los años cincuenta, se encontró con un desierto. “Si no hay recursos, voy a crearlos”, pensó. Y acertó.

En 1958 puso en marcha en Madrid el San Luís Gonzaga, un colegio para niños con discapacidad intelectual. Pero su hijo, y todos los compañeros de su hijo, crecían, y, con ellos, sus necesidades. De formación, de autonomía, de empleo, de vivienda. En 1969 compró dos pisos en San Sebastián de los Reyes (Madrid) para hacerlos viviendas tuteladas; con el tiempo han incorporado otros dos en el municipio de Majadahonda. La Fundación Gil Gayarre ha creado, además, dos centros especiales de empleo, que son empresas en las que la mayoría de la plantilla tiene discapacidad. Más un centro de día, enfocado a rehabilitación, y un proyecto de cooperación internacional con Honduras.

La prioridad de la fundación es el envejecimiento de los usuarios, recuperar la atención temprana y cubrir las necesidades de las familias. - Fundación Gil Gayarre

Colegios y centros ocupacionales

La fundación mantiene aquel colegio primigenio, transformado en centro de educación especial, con 110 alumnos entre los 3 y los 21 años, y ha montado dos centros ocupacionales con talleres para adultos. Para conseguir financiación la fundación cuenta con donantes particulares, empresas e instituciones públicas que colaboran en el desarrollo de los proyectos y actividades de la Fundación. También en esta línea, una de las actividades más esperadas cada año es el Mercadillo solidario en Navidad con los productos que le donan empresas, vecinos y familias.

“Me encanta el espacio que tenemos: los árboles, las plantas... ¡Esto es muy grande! Me encanta pasear por toda la finca y también me gusta mucho estar con mis compañeros. Hay muy buen ambiente”. Ana Mari González ha pasado 53 de sus 81 años en la Fundación Gil Gayarre, buena parte de ellos en la Granja San José, que es como se conoce a la residencia-centro ocupacional, de amplios jardines y zona boscosa, ubicada en San Sebastián de los Reyes, en Madrid. “Durante la pandemia hemos aprendido a valorar este espacio”, comenta Ana Mari.

Cuando BBVA concedió 100.000 euros de sus Premios Futuro Sostenible 2022 para mejorar las instalaciones de la Granja San José, fue Ana Mari quien subió al estrado para agradecer “la generosidad y el compromiso social” de la entidad financiera. “Este centro es nuestro hogar”, asegura con sencillez esta amante de las compras, las meriendas y la novela Amar es para siempre, que se entretiene haciendo ganchillo y sopas de letras.

El proyecto de acondicionamiento de la Granja San José, bajo la denominación Una cuestión de urgencia: la salud de nuestros mayores y cuyas obras previsiblemente terminarán en el verano de 2023, implica eliminación de barreras arquitectónicas, construcción de salas de enfermería, rehabilitación, fisioterapia, y servicio médico, gimnasio, baños adaptados. Y es un buen ejemplo de la capacidad de la Fundación para anticiparse y ‘crecer’ con sus usuarios. Aquí conviven a diario y reciben apoyo 90 personas con discapacidad intelectual, de las cuales un 70 % se encuentra en proceso de envejecimiento, lo que, unido a las patologías de salud asociadas a la discapacidad, está incrementando paulatinamente sus necesidades de apoyo.

Carmen-Fundación_Gil_Gayarre_interior

Carmen Gayarre Galbete fundó hace más de seis décadas la Fundación Gil Gayarre. - Fundación Gil Gayarre

“La esperanza de vida de las personas con discapacidad aumenta y las entidades sociales debemos adaptarnos”, aseguran en la fundación. El propio Luís Gil Gayarre, que se educó en el colegio San Luís Gonzaga, terminó sus días en la institución que lleva sus apellidos, a la edad de 64 años. “Sobrevivió a su madre, que es lo natural”, constata la directora general. Por ello, el Área de Mayores ha apostado por intensificar “los apoyos dirigidos a mantener y fomentar la salud y el envejecimiento activo de nuestra población”, y plantea crear una nueva Área de Salud “con espacios accesibles y amables”, especifica Amparo González.

Actualmente, la fundación dispone de una plantilla multidisciplinar, formada por 215 trabajadores, entre psicólogos, trabajadores sociales, personal sanitario, auxiliares o terapeutas ocupacionales, que atiende a unas 500 personas con discapacidad. “Y a sus familias”, apostilla González, reconociendo así la importancia de atender las necesidades de los allegados, que son pieza vital de esta ONG. Buena parte de los 130 voluntarios dedican su tiempo a programas de respiro familiar y de ocio. La mayoría son jóvenes, muchos enviados por distintas universidades para hacer sus prácticas, pero “contamos también con un voluntariado más senior, con el que hacemos una labor de persona a persona: ponemos en contacto al voluntario con un usuario que tenga intereses afines, por ejemplo, el cine, o el Real Madrid”, explica.

Un futuro más sostenible

Cuando a la directora general se le pregunta por el futuro, responde sin dudar: “Queremos mejorar en sostenibilidad, ambiental, social y económica”. Uno de los retos es ganar visibilidad y presencia en el entorno. “Salir al barrio y estar donde están los ciudadanos, en los polideportivos, en las bibliotecas... Pero también que los ciudadanos vengan, nos conozcan y aprovechen nuestras instalaciones”, reclama. “El centro de San Sebastián de los Reyes, en un entorno rural, es maravilloso”. Otro de los objetivos es recuperar la atención temprana. “Doña Carmen fue pionera en España y, sin embargo, la Fundación ahora mismo no la tiene; los niños entran con 3 años. Queremos retomar la atención de los 0 a 3 años”, insiste.

fundación-gil-gayarre-juntos-creando-oportunidades

Más de 200 profesionales atienden a unas 500 personas con discapacidad en la fundación. - Fundación Gil Gayarre

En 1970, doña Carmen acudió a un congreso en Montpellier en el que descubrió que, en algunos países del mundo, cuando nacía un bebé con discapacidad intelectual, se trabajaba con él desde el principio: es lo que se conoce como atención temprana. Al regresar a Madrid lo compartió con el personal de la Fundación para empezar ese camino también aquí. “Se haría famosa la irónica frase que pronunció al llegar del congreso: 'Tengo una idea nefasta. Vamos a emprender formación en atención temprana a los trabajadores’”, rememora María Luisa de Ramón-Laca, licenciada en Psicología, trabajadora social y experta en discapacidad intelectual, que trabajó en la Fundación (ya está jubilada) y mantuvo una relación muy estrecha con su fundadora. Desde entonces, cada vez que alguien tenía una buena idea que supondría trabajo extra, decía entre risas: “Tengo una idea nefasta”.

“Tenía las ideas muy claras”, describe María Luisa, que conoció a la fundadora cuando ésta le hizo la entrevista para realizar sus prácticas como trabajadora social. Le pregunté: “Bien, usted dirá cuándo empiezo”. Doña Carmen respondió: “¡Esta tarde!”. También tenía un marcado carácter emprendedor. “Era cercana, amable, conocía a todos los beneficiarios de su Fundación, y a sus familias. Muy mayor, y prácticamente ciega, te cogía de la mano y te decía, 'Vamos a ir a ver a Fulanito, que han operado a su madre’. Ella era así”, apunta González. La Fundación Gil Gayarre fue su creación, su obra, pero también supo dar el relevo y prepararla para que siguiera funcionando cuando ella no estuviera. “Creo que la clave fue la formación; ella quería equipos bien formados. Dejó ese legado, que nosotros hemos continuado con un plan de desarrollo profesional y de formación para todos los empleados”, indica la actual directora general.

Las “ideas” de doña Carmen se apagaron definitivamente a comienzos de 1996, a la edad de 96 años. Pero su figura continúa muy presente en la institución que fundó, como una suerte de espíritu benefactor que no entorpece ni anula, sino todo lo contrario, inspira y anima a seguir adelante. Como confiesa Amparo González: “Cuando me enfrento ante algún dilema siempre pienso en qué haría doña Carmen en esta situación”.