Fitplanet, la ropa deportiva sostenible fabricada a partir de basura reciclada
La marca de moda sostenible creada por los jóvenes Esterri Peña y Paula Cerrada entra de lleno en la economía circular al proponer prendas elaboradas a partir de residuos como botellas de plástico recicladas. Un sistema de fabricación que logra ahorrar un 85% de recursos energéticos, un 91% de agua y un 80% de emisiones de CO2 respecto a métodos convencionales. Además, la compañía destina el 10% de cada compra a proyectos de protección de especies en peligro de extinción en el Mediterráneo.
Fitplanet nació, como no podía ser de otra manera, a orillas del mar. Fue en una playa australiana donde el barcelonés de Sitges Esterri Peña, apasionado del deporte y de los animales e ingeniero de Energías Renovables, le comentó a su pareja, la madrileña Paula Cerrada, recién graduada en Administración y Dirección de Empresas (ADE), que quería emprender con algo relacionado con la economía circular, y reportar beneficios para el medioambiente. Ella, enamorada del mar e interesada en el diseño de moda, aterrizó la idea sugiriendo una marca de moda elaborada a partir de botellas de plástico recicladas.
“Decidimos que fuera ropa deportiva porque suele estar hecha de poliéster, igual que una botella de plástico”, detalla Esterri. Con la compra de unos ‘leggings’ o pantalón más un top o camiseta de Fitplanet, por ejemplo, el consumidor ahorra un 85% de recursos energéticos, un 91% de agua y un 80% de emisiones de dióxido de carbono (CO2) respecto al mismo conjunto de ropa deportiva convencional.
Apoyo a proyectos de protección de especies amenazadas
Además, la empresa dona el 10% de cada compra a nueve proyectos de protección de fauna y flora marina en el Mediterráneo. Fitplanet tiene distintas colecciones, que coinciden con el nombre de un animal marino: tiburón, foca monje, cachalote, tortuga boba… si el comprador decide adquirir una de estas prendas parte del precio irá destinado a salvar estas especies en peligro de extinción. Un compromiso por la conservación de la biodiversidad.
Esterri Peña y Paula Cerrada, fundadores de Fitplanet - Fitplanet
El catalán, de 27 años, y la madrileña, de 26, se habían conocido en Sitges en el verano de 2019. Unos meses después. Ella se marchó a Australia, y él fue a visitarla. Gestaron su proyecto en las antípodas, y le dieron forma cuando tuvieron que volver a España a causa de la pandemia de la Covid-19. En marzo de 2020 se confinaron, y en esos tres meses, 24 horas al día durante 90 días, pusieron en marcha Fitplanet.
Esterri recuerda que a sus padres les pareció una idea “muy chula”. Incluso, ayudaron económicamente a la pareja en la inversión inicial. Con los amigos no hubo necesidad de pedagogía medioambiental ninguna: su generación está mucho más concienciada que sus predecesoras.
“Notamos una mayor toma de conciencia por parte de la sociedad”, apunta, observando cómo el propósito de su marca —recoger basura para crear con ella ropa alternativa sostenible y con las mismas características técnicas, elásticas y de transpirabilidad que las de poliéster y nailon no reciclados— atrae a un consumidor entre los veintitantos y los cuarenta años que no solo la viste sino que también participa en las recogidas de plástico que cada mes organizan por toda España.
Recuperar redes de pesca para tejer ropa
“Convocamos en redes sociales; a la última cita, en un pantano en Madrid al que era difícil llegar, acudieron más de 70 personas”, indica orgulloso. El 80% de lo que se obtiene por esa vía no es reciclable, por encontrarse muy degradado o estar formado por materiales combinados, por lo que va al contenedor. El 20% restante (principalmente botellas de plástico) se suma a las redes de pesca abandonadas sacadas del fondo del Mare Nostrum, y conforma la materia prima de Fitplanet.
Todo va a una empresa encargada de triturar esa amalgama de plástico hasta transformarla en escamas, y, a continuación, a otra que se dedica a fundir esas escamas y convertirlas en hilo de poliéster reciclado, con el que un proveedor final teje las prendas deportivas. Salvo una parte del proceso de la tela de los bikinis, que tiene lugar en Italia, el resto de la producción se desarrolla principalmente en España.
El 1 de noviembre de 2020 fue el primer día de ventas, en la web. Se puede decir que el negocio comenzó en el garaje de casa, donde Esterri y Cerrada almacenaban y preparaban ellos mismos los pedidos. Hasta que el volumen de mercancía requirió de un almacén más grande y de una empresa encargada de la logística; a continuación subcontrataron otra de márketing, para la publicidad ‘online’.
La marca de moda se basa en un modelo de economía circular. - Fitplanet
Objetivo: ser la marca de referencia en ropa deportiva sostenible en España
En su primer ejercicio completo, el de 2021, Fitplanet facturó 97.000 euros, el 100% en España; 2022 lo ha cerrado con 260.000 euros de facturación y un 10% de pedidos procedentes del resto de Europa, sobre todo de Francia, Suiza y Alemania. “Nuestro objetivo para 2023 es convertirnos en la marca de referencia en España en ropa deportiva sostenible, empezar a construir un equipo para ayudarnos a crecer con un mayor impacto positivo, e iniciar un proceso de internacionalización”, apunta el fundador de la firma.
“En Europa hay demanda de este tipo de prendas sostenibles, y nuestros precios son incluso bajos para ellos”, observa el emprendedor, que cree que sus productos son competitivos frente a los tejidos convencionales. “El precio de uno de nuestros conjuntos es de 78 euros, lo mismo o incluso menos de lo que cuesta el conjunto ‘premium’, el de mayor calidad, de marcas que todo el mundo conoce”, detalla.
Fitplanet consigue esos precios ajustados a costa de reducir mucho más sus márgenes. Por eso, haber ganado, en 2022, la tercera edición del Premio BBVA a la Innovación en Sostenibilidad Medioambiental ha supuesto para esta startup un “balón de oxígeno”, en palabras del empresario. Primero por el montante económico, muy importante para una empresa que, según reconocen sus fundadores, aún no es rentable. “Vamos a estar unos meses más tranquilos con la caja”. Y segundo, por la visibilidad. “Ahora nos están conociendo más. Recibir un premio de prestigio hace que la gente dé más credibilidad a lo que hacemos”, conceden.