Bandesur: de estar a borde de la quiebra a convertirse en ejemplo mundial por sus envases biodegradables
Hace 11 años esta empresa productora de envases y papel ‘film’ para la industria alimentaria comenzó a apostar por plásticos reciclados y biodegradables. Los comienzos fueron muy complicados, pero a día de hoy es un modelo mundial en economía circular. "Hemos estado muchos años navegando en contra”, asegura Victoriano Serrano, responsable de este negocio familiar que ha logrado presentar su iniciativa en la COP26, además de estar incluída en los 101 ejemplos empresariales de acciones por el clima 2020.
En 1998 Bandesur Circular Packaging era poco más que una idea de los hermanos Serrano. Miguel, el mayor e ingeniero, y Victoriano, economista y actual CEO de la empresa, acababan de salir de la universidad con el gusanillo de crear su propio negocio. “Venimos de una familia de pequeños agricultores y no teníamos antecedentes ni referencias, pero queríamos emprender”, asegura Victoriano. Y crear riqueza en su pueblo, Alcalá la Real (Jaén). En el año 2000 montaron su empresa de envases plásticos para la industria alimentaria. En 2022, dos tercios de su catálogo de productos (bandejas y papel ‘film’ alimentario) se fabrica con plástico sostenible en dos plantas ubicadas en su localidad natal, con 140 empleados, un activo de inversiones de 15 millones de euros y ventas anuales por valor de 30 millones de euros. Un éxito.
¿Qué ha pasado por el camino? Tiempo, evidentemente. Momentos complicados. “No es que nos viéramos tentados a tirar la toalla, es que estuvimos al borde la bancarrota; hacíamos agua por todas partes”, reconoce Victoriano, quien, a partir de la idea inicial, tomó en solitario las riendas de Bandesur, mientras que el resto de sus hermanos se quedaron como accionistas. Y una apuesta por la sostenibilidad que ahora, a favor de la corriente, se cuenta fácil. Pero la travesía del desierto no se olvida.
Bandesur arrancó con seis personas, ofreciendo productos derivados de la espuma de poliestireno, que es un plástico convencional para envasar alimentos. Lo hizo gracias a los 300 millones de pesetas que aportaron varios socios capitalistas, ya que los emprendedores no tenían dinero para financiar su proyecto en solitario. “La idea motriz fue de mi hermano, que me embarcó, y nos pusimos a remar. Hicimos un plan de negocios y nos dedicamos a buscar fondos porque nuestro proyecto era muy bueno e ilusionante, pero un negocio industrial necesita mucho dinero. Tuvimos que convencer a la banca y a los inversores para que apostaran por algo sobre el papel... ¡Y yo todavía imberbe!”, cuenta entre risas.
En busca de materiales más ecológicos
No sin momentos de dificultad, la idea salió adelante. Al cabo de unos años, los Serrano quisieron trabajar con materiales más ecológicos, como los plásticos reciclados, para evolucionar hacia una mayor sostenibilidad. Los socios capitalistas no estaban de acuerdo con que la empresa siguiera por esa línea, así que los hermanos Serrano decidieron comprarles su parte. “Ahí ya leíamos que el futuro tenía que ser sostenible y nuestra lectura era diferente a la de ellos. Veíamos muy claro por dónde iba el mercado", reflexiona Victoriano, que quedó como accionista mayoritario.
Coincidió con lo peor de la crisis financiera, la de 2008, y muchas personas de su entorno les recomendaron que no dieran ese paso, que si las cosas les estaban yendo por fin bien, ¿para qué cambiar? “El cuestionamiento fue muy alto; nos estábamos jugando los cuartos en una situación económica desfavorable”, recuerda.
Ellos no se arredraron. Compraron nuevas máquinas y comenzaron a probar con PET (tereftalato polietileno) reciclado. “Es un plástico de segunda vida, obtenido a partir de los envases y botellas que se depositan en el contenedor amarillo”, explica Serrano. A partir de 2011, Bandesur entra en una segunda etapa, convertido ya en negocio familiar de primera generación, muy innovador, sobre todo en materia de sostenibilidad. Tocamos muchos palos, exploramos materiales y productos, e invertimos dinero en I+D, todos los años”, dice. “La I+D es dolorosa porque dedicas esfuerzo económico a cosas que no funcionan como esperas. De cada 10 innovaciones, menos de 1 sale al mercado. Has de quemar 10 cartuchos para que al menos uno funcione y te dé alguna alegría”, añade.
Iniciativa presentada en la COP26
En 2018, uno de esos cartuchos explota como un cohete de fuegos artificiales: una bandeja biodegradable de espuma de poliestireno, apta para estar en contacto con alimentos; la primera de su clase en el mercado europeo. Es 100 % reciclable si se tira al contenedor amarillo, pero si se desecha en la naturaleza, se degrada como si fuera madera. El 95 % de su composición es aire, lo que implica un 50 % menos de peso, lo que se traduce en un menor coste económico y ambiental respecto a cualquier otra alternativa de embalaje de plástico. Está incluida en los 101 ejemplos empresariales de acciones por el clima 2020 de la Comunidad #PorElClima, y fue presentada en la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26).
En 2020, a Bandesur le sale otro de esos cartuchos de los buenos con ‘Long Life Film’, un papel ‘film’ de plástico para el envasado que prolonga la vida útil de los productos, reduciendo el desperdicio alimentario.
La empresa, que ahora se apellida Circular Packaging para explicitar su apuesta por la circularidad, no para de investigar. Por ejemplo, en bandejas monomaterial, más fácilmente reciclables. O en alternativas menos contaminantes a las servilletas para absorber los líquidos que hay debajo de muchas bandejas para carne que se encuentran en el supermercado. “¿Sabes las servilletas que te digo? Pues esos 25 gramos de material de origen fósil hacen casi imposible reciclar el total de la bandeja”.
Si un puntal de Bandesur es la materia prima, el otro es la energía, fundamental para fundir el plástico a altas temperaturas y poder trabajar con él. Puestos a completar círculos, “vimos que también debíamos ser más eficientes energéticamente”, acota Serrano. Su compañía ha contado, y sigue haciéndolo, con el asesoramiento y la financiación preferente de BBVA para la instalación de paneles fotovoltaicos en los techos de las instalaciones y en las marquesinas del aparcamiento, con los que genera su propia energía solar; ahora se plantea una renovación de maquinaria, para ganar en eficiencia, con cargo a los fondos Next Generation de la Unión Europea.
“En verano, y en las horas centrales del día, cubrimos el 100 % de nuestra demanda con energía limpia”. Como el sol tiene la mala costumbre de no brillar por la noche, y nosotros la mala costumbre de trabajar las 24 horas del día, el siguiente paso será el almacenamiento mediante baterías”, bromea.
“Sin la sostenibilidad, estás fuera del mercado”
“Estamos recorriendo el camino de la internacionalización”, responde cuando se le pregunta por el futuro. Los productos más voluminosos, con mayor coste de transporte, se venden en países más cercanos, Marruecos, Portugal, Francia. Pero aquellos otros más compactos, como los filmes, viajan más lejos, y están llegando a Latinoamérica: Costa Rica, Panamá, Cuba y, en breve, Puerto Rico, como gran puerta de entrada a EE. UU.
“El tiempo nos ha dado la razón”, remacha Serrano. “Ahora vemos claramente que la palanca de sostenibilidad no es que sea un plus, es que, sin ella, estás fuera del mercado”. Pero, además de lo puramente práctico, está la pata igualmente importante de la responsabilidad social y ambiental. “Tratamos de que lo que hacemos sea consecuente con lo que pensamos, con nuestros valores. Tenemos una misión, un propósito”. Para un momento, y sonríe. "Mira tú por dónde, teníamos un propósito antes de que se inventara el término”, comenta con retranca.