Introducción al mercado de derivados (II)
En la primera parte de esta guía abordamos los fundamentos generales del mercado de derivados incluyendo algunas características de cómo opera el mercado. Ahora llega el momento de abordar los elementos que componen la operativa con derivados, tanto si son opciones o futuros, y los principales usos que se puede dar a estas herramientas financieras.
En este sentido, todas las operaciones con derivados cuentan con unos rasgos comunes que además marcan las diferentes estrategias que puede seguir un inversor en este mercado y el uso que puede darle para completar su cartera de inversión.
1- El tiempo
La principal característica del mercado de derivados es que siempre se opera a plazo. Es decir, debe pasar un tiempo entre la firma del contrato y la liquidación. El periodo debe ser suficientemente dilatado para hacer posible e interesante la negociación en un mercado secundario.
2- Contratos a medida
Aunque existen ciertas restricciones, las operaciones con derivados pueden considerarse hasta cierto punto como una inversión a medida. Según expone Roberto Gómez López, doctor en Economía por la Universidad de Málaga, en un artículo titulado Fundamentos del Mercado de Derivados “las partes contratantes eligen libremente el activo subyacente seleccionado, la cantidad del mismo, su precio y su fecha de vencimiento”. Es decir, en teoría el inversor puede seleccionar el activo que desee y marcar su fecha de vencimiento. Sin embargo, en realidad generalmente tendrá que elegir alguno de los productos que se comercializan en el mercado.
3- Riesgo de liquidez
Como ya indicábamos en la primera parte de esta guía de introducción a los derivados, se trata de operaciones que se cierran en el futuro, por lo que el riesgo real de cobrar es muy alto. Por eso mismo existe la citada Cámara de Compensación y Liquidación que se encarga de asegurar que los compradores y vendedores podrán llevar a cabo las operaciones pactadas, aportando así el dinamismo necesario al mercado.
4- Fuerte apalancamiento
Es uno de los aspectos que mejor define la operativa con derivados. El efecto de apalancamiento es según la Guía de Opciones y Futuros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la relación entre el resultado de la inversión y el capital invertido. Referido al mercado de derivados, se puede definir como el factor por el que se multiplican lo que el inversor debe desembolsar en concepto de garantías a la hora de abrir una posición. Es decir, se trata de tomar posiciones cuyo valor nominal (real) es superior al dinero que realmente se tiene en cuenta o se aporta en ese momento.
En este sentido, se considera que el apalancamiento en una herramienta es alto cuando presenta oportunidades de ganar o perder grandes sumas de dinero aportando cantidades pequeñas. Esto es precisamente lo que ocurre en el caso de los derivados. Hay que tenerlo siempre muy en cuenta, ya que en caso de no acertar la tendencia las pérdidas pueden ser astronómicas.
La mejor forma de ilustrarlo es a través de un ejemplo que nos ofrece La Bolsa por Antonomasia en un artículo para aprender a utilizar el apalancamiento financiero. Imaginemos que tomamos posiciones con 5.000 euros en un activo cuyo valor nominal, es decir, real es de 50.000 euros. En realidad estaremos invirtiendo esos 50.000 euros de forma que si nos equivocamos al establecer la tendencia, el porcentaje de pérdidas se aplicará sobre el valor nominal, es decir, sobre los 50.000 euros y no sobre los 5.000 exigidos como garantía. El grado de apalancamiento varía en función del tipo de derivado, en ocasiones se puede perder incluso más dinero del que se dispone y en otro solamente el total de la inversión, como por ejemplo con un warrant sobre el que no se ejecute la opción de compra y en donde sólo se pierde la prima.
Estas características hacen que los derivados se utilicen generalmente en un tipo de operaciones concretas y por un inversor con un perfil relativamente definido y en cualquier caso casi siempre con experiencia y conocimientos del mercado. Entre estos movimientos se encuentran: las operaciones de cobertura y la especulación.
Operaciones de cobertura
Una de las grandes ventajas de los derivados, tanto si son opciones como si se trata de futuros, es que tanto el comprador como el vendedor conocen el precio que pagarán de antemano en un momento de vencimiento determinado. Además, también permiten seguir ganando aún cuando el mercado está cayendo. Estas particularidades hacen que sea diferente de las acciones que cotizan en bolsa, donde siempre existe un riesgo de precio inherente a la posibilidad de que el valor de un título caiga. En teoría todo el mundo intenta comprar barato para después comprar caro, pero esto no siempre es posible. Del mismo modo, existen títulos con mayor riesgo y volatilidad y otros en teoría más estables, pero aún así hay quienes buscan otras fórmulas para ganar más seguridad y ahí es precisamente donde entran los derivados por su capacidad de cobertura.
En realidad las estrategias de cobertura no son más que “una estrategia por la que se intenta recudir el riesgo de una determinada cartera”, en palabras de la CNMV. Para eso, hay que tomar una posición contraria a la que se desea cubrir para que ambas se compensen mutuamente. Es decir, que la posible pérdida en renta variable se compense por las ganancias obtenidas a través de los derivados.
La forma de operar es ligeramente diferente en el caso de los futuros y de las opciones, los dos tipos de derivados más utilizados. En el caso de los futuros para cubrir una cartera de renta variable habrá que vender un número de contratos equivalentes a la posición que se quiera cubrir.
Sin embargo, las opciones son una herramienta relativamente más extendida, ya que actúan de forma similar a un segundo. Así, la guía de la CNMV explica que “para eliminar el riesgo de una caída se paga una prima en opciones que proporcionarán ganancias suficientes para compensar esta pérdida”. Al comprar una opción el inversor paga una pequeña parte del valor, prima, que es lo que le dará derecho a ejercer esa opción de compra (call) o venta (put). Un ejemplo práctico sería una persona que desea cubrir su posición ante una eventual caída de la empresa X que tiene compradas a 10 euros. En este caso puede hacerse con opciones de venta call a 10 euros con un vencimiento de un mes. En caso de que las acciones caigan en ese tiempo podrá venderlas al precio pactado de 10 euros habiendo invertido sólo la prima que pagó por esa opción.
Especulación
Los derivados representan una de las herramientas más utilizadas por los especuladores y traders más activos. En primer lugar por la posibilidad de diseñar contratos a medida y en segundo porque permiten obtener beneficios incluso apostando por la caída del mercado. Un inversor puede ganar dinero acertando la tendencia negativa del mercado, algo que no se puede hacer con acciones normales.
Además, la posibilidad de ‘jugar’ y beneficiarse del apalancamiento convierte al mercado de derivados en el nicho perfecto para quienes desean ‘apostar fuerte’ pero no disponen de capital real para hacerlo. De hecho, esta es una de sus mayores ventajas y riesgos, como ya hemos comprobado al hablar del apalancamiento.