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Blockchain 18 jul 2018

¿Unicornios o ‘cripto-unicornios’? Encuentra las diferencias

La financiación de ‘startups’ a través de ICOs, en ‘blockchain’, altera el concepto de ‘unicornio’. ¿Es lo mismo llegar a los mil millones de valoración por esta vía que mediante las rondas tradicionales de inversión?

Los unicornios son el símbolo del éxito de las ‘startups’. Con el nombre de este animal de ficción se designan a aquellas compañías que, sin cotizar en el mercado, alcanzan la barrera de los 1.000 millones de dólares de valoración. Y alrededor de ese concepto se ha creado toda una literatura académica, profesional y mediática, sobre el éxito en el emprendimiento digital.

Consecuentemente, financieros y periodistas están muy atentos al número de unicornios que ‘nacen’ cada trimestre, una métrica que se puede interpretar como síntoma del interés de los fondos de inversión por las empresas más emprendedoras.

Como en tantos otros ámbitos de la innovación, el despegue de la tecnología ‘blockchain’ ha alterado el ecosistema de los unicornios.

A través de las ICOs (Initial Coin Offering), emitidas en ‘blockchain’, las empresas pueden captar miles de millones con rapidez lanzando ‘tokens’, o criptomonedas. Pero, ¿pueden considerarse unicornios las empresas que superan los 1.000 millones de dólares de valoración gracias a una ICO?

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Hasta la irrupción de ‘blockchain’, una ‘startup’ iba creciendo mediante rondas de financiación con las que, a cambio de parte de su capital, iba captando nuevos inversores.  Ese proceso de rondas, que normalmente se alarga varios años en el tiempo, es también un examen implícito de la solidez y la viabilidad de la empresa. Llegar a la categoría de ‘unicornio’ es, en esta vía, como superar una oposición aprobando exámenes cada vez más difíciles.

‘Blockchain’ ofrece una opción mucho más rápida… si se da por bueno que la valoración de las acciones que una empresa cede en las rondas de financiación se puede equiparar con la de los ‘tokens’ que se negocian en una ICO.

Hay que resaltar una diferencia fundamental entre la financiación tradicional y las ICOs: en el primer caso, las acciones dan derecho a voto. Sin embargo, en las ICOs se invierte a cambio de poco más que un papel. Y la valoración de una ‘criptoempresa’ es simplemente el resultado de multiplicar el número de ‘tokens’ existente por el precio al que se están intercambiando, normalmente en criptomonedas como ethereum o bitcoin, cuya volatilidad respecto a las monedas fiat (el dinero respaldado por las instituciones públicas) es muy elevada.

Por lo tanto, los unicornios y los ‘criptounicornios’ son dos ‘animales’ diferentes, y de momento los primeros pueden presumir con más argumentos de su valoración económica. Pero ejemplos como el de Juicero, la ‘startup’ que vendía un simple exprimidor como una maravilla tecnológica y que acabó liquidándose muy lejos de su valoración máxima de 270 millones, o el fracaso de la compañía tecnológica Jawbone, que tras alcanzar una valoración de 3.000 millones de euros cerró su negocio en 2017, demuestran que ninguna de las dos ‘especies’ está exenta de problemas.

Lo importante no es cómo captar los recursos económicos, sino qué hacer con ellos.