‘The Merge’: Ethereum gana sostenibilidad… ¿y pierde descentralización?
Como cambiarle a un coche su motor diésel por uno eléctrico mientras está en marcha. Esta analogía define la tarea titánica que ha supuesto para Ethereum su última actualización. Fruto de un trabajo de varios años, ‘The Merge’ constituye un cambio de paradigma sobre cómo se generan los criptoactivos de forma más segura y sostenible (elimina hasta un 99,95% de la energía necesaria hasta ahora), y permitirá que las finanzas descentralizadas (DeFi) afronten la implantación a gran escala. Pero también genera dudas sobre la posible pérdida de descentralización y sobre cómo afecta a la naturaleza de los ‘tokens’: ¿son una mercancía o un valor?
Hasta ahora, la segunda mayor red ‘blockchain’ generaba los bloques de su cadena con minería, como también hace Bitcoin. Es el método conocido como ‘Proof-of-Work’ (PoW), por el que los usuarios de la red compiten entre sí para ser los primeros en minar un bloque y reciben recompensas cuando lo consiguen. Un método muy seguro y probado aunque poco eficiente desde el punto de vista sostenible, ya que exige usar equipos computacionales cada vez más potentes que son grandes consumidores de energía. Se trataría del ‘motor diésel’ de la analogía.
El objetivo de Ethereum con ‘The Merge’ era pasar de PoW a PoS (‘Proof-of-Stake’), un nuevo consenso que sustituye minería por validación: los usuarios bloquean sus ethers (ETH), la divisa nativa de la plataforma, a modo de depósito o participación (‘staking’) y cuando consiguen tener 32 ETH depositados alcanzan el rango de validadores. A partir de ese momento, la red los selecciona aleatoriamente para que validen la creación de los nuevos bloques, es decir, que verifiquen las transacciones que los usuarios realizan cumpliendo con los estándares de la red. Al término de este proceso, reciben una recompensa.
En diciembre de 2020, Ethereum lanzó la Beacon Chain, el ‘motor eléctrico’ de la analogía, una ‘blockchain’ paralela en la que los usuarios empezaron a bloquear sus ethers para generar un buen volumen de criptoactivos depositados. Y el 15 de septiembre de 2022 se produjo la fusión, conocida como ‘The Merge’: la sustitución del ‘motor’. “Se trata de un cambio de filosofía de la mayor red ‘blockchain’ programable que supone todo un hito de esta comunidad criptográfica, que sigue buscando mayor seguridad, escalabilidad y eficiencia energética”, afirma Francisco Maroto, responsable de Blockchain y Activos Digitales de BBVA.
Los beneficios de ‘The Merge’
La red ha conseguido reducir así el consumo de energía hasta en un 99,95% de la que requería la minería, porque elimina la dependencia a las grandes capacidades computacionales que sí necesita la competición entre mineros. Por lo tanto, en consecuencia los costes operacionales también caen.
También aumenta la seguridad de la red, dado que los ethers que la validan están depositados y bloqueados. En caso de conductas maliciosas, se podría penalizar al atacante con parte o la totalidad de los ethers que bloqueó en un inicio. Se trata de un mecanismo para desincentivar a los malos actores.
Además, esta es la primera de cinco actualizaciones previstas para que el libro contable descentralizado que es Ethereum sea más escalable y que, a medida que su uso se vaya generalizando, pueda afrontar mayores volúmenes de transacciones. Actualmente, Ethereum gestiona unas 13 transacciones por segundo de media y, cuando se hayan culminado todas las actualizaciones previstas, se espera que pueda procesar hasta 100.000 transacciones por segundo. Un logro que lo alinearía con grandes ‘players’ financieros como Visa, que gestiona 24.000 transacciones por segundo.
No perder el foco de la descentralización
Como contrapartida, preocupa la pérdida de descentralización que podría acarrear PoS. Los 32ETH necesarios para convertirse en validador son una barrera para muchos usuarios (a septiembre de 2022 cuestan más de 43.000 dólares). Pero quienes deseen participar todavía tienen una alternativa: depositar la cantidad que puedan o quieran aportar a través de plataformas que ofrecen este servicio, como Lido, Coinbase o Binance.
Estas plataformas concentran un porcentaje muy elevado del total de criptoactivos depositados en la red, a través de los cientos de miles de validadores que participan a través de ellas. Esto ha llevado a que más del 50% de los ethers bloqueados estén repartidos entre tres jugadores, lo que puede tener consecuencias importantes de cara a la gobernanza de la ‘blockchain’: si un validador tiene la mayoría de la participación aumenta el riesgo de que lleve a cabo conductas maliciosas o pueda influir en cuestiones que, hasta ahora, se manejan a través de una automatización consensuada por la comunidad. “Como en las democracias, si tienes la mayoría decides sobre el futuro de la plataforma”, apunta Akash Daryanani, especialista en Activos Digitales de BBVA.
¿Un ‘token’ es una mercancía o un valor?
Otro desafío a afrontar por Ethereum es lo que implica este uso de los ether para la naturaleza de los propios criptoactivos.
Desde 2019, la Comisión de Negociación de Futuros de Materias Primas de Estados Unidos (CFTC, por sus siglas en inglés) considera el ether una mercancía. Pero ahora Gary Gensler, presidente de la SEC (la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos), ha apuntado a la posibilidad de categorizarlo como un valor, ya que con la fórmula del PoS se comporta como tal (genera dividendos a través del depósito), lo que lo sometería a las normativas que regulan los valores.
Esta complejidad aumenta al existir diferentes tipos de participación. Un usuario puede depositar sus ‘tokens’ para convertirse en validador, participar de manera indirecta a través de un ‘exchange’, como se ha mencionado anteriormente, o prestarlos en protocolos financieros descentralizados en los que obtener también rendimientos.
El debate está sobre la mesa.