‘Startuperos’: de los garajes de California a las casas de todo el mundo
Son emprendedores tecnológicos y, por lo general, en Europa tienen una edad media de 38 años, con titulación universitaria y de postgrado, principalmente en áreas técnicas o STEM. Destacan además por contar con muchos contactos y buscan satisfacer las necesidades de los consumidores con innovadores productos y servicios.
El término Silicon Valley fue acuñado por primera vez en 1971 en una revista llamada Electronic News. Por aquel entonces se refería a las empresas del área de la bahía de San Francisco (California) que fabricaban semiconductores, cuyo principal componente era el silicio. En la década siguiente, la expresión se utilizó para referirse a toda la zona de Cupertino, Sunnyvale, Mountain View o Palo Alto, donde se ubica la prestigiosa Universidad de Stanford. Pero todavía faltaban unos años para que surgieran los ‘startuperos’: los influyentes creadores de firmas tecnológicas que crearon toda una revolución en el siglo XXI. Es decir: Zuckerberg, Jobs, Bezos, Musk o Gates, entre otros.
Desde la década de 1970, cuando fueron creadas Microsoft y Apple, la empresa más grande del planeta, la concentración de compañías en torno a la Universidad de Stanford ha tenido un impacto enorme sobre el desarrollo tecnológico del mundo. Y aún continúa siendo el lugar al que asomarse para predecir cómo será nuestro futuro a todos los niveles. El ‘boom’ de estas entidades tecnológicas ocurrió a mediados de los 90, con la llegada de internet a los hogares y la fundación de Amazon y Yahoo en 1994 y eBay y Google poco después. En los 2000 la cosa se aceleró con la llegada de Facebook, Uber, Airbnb, Twitter, LinkedIn, Tesla o Dropbox. Y ya nada volvió a ser igual en materia de consumo, almacenamiento en internet, comunicación, turismo o transporte en ningún rincón del mundo.
Además de su rápido crecimiento y sus cifras multimillonarias, estas empresas se caracterizan por estar lideradas por ‘startuperos’, es decir, emprendedores tecnológicos y fundadores de ‘startups’. En Europa la gran mayoría son hombres y la edad media es de 38 años, según el informe European Startup Monitor, que también revela que la inmensa mayoría cuenta con titulación universitaria y de postgrado, principalmente en áreas técnicas o STEM. A esto hay que sumar que un 14% de los emprendedores en España cuenta con la máxima formación, un PHD. Este perfil se decanta por la creación de proyectos innovadores, gracias a la aplicación de tecnologías líderes como Inteligencia Artificial (IA) y ‘machine learning’ [rama de la inteligencia artificial, cuyo objetivo es desarrollar técnicas que permitan a las computadoras aprender], en áreas clave, como salud (40%), proyectos B2B y de digitalización (15%), energía (9%) o transporte y logística (9%).
Los ‘startuperos’ tienen ideas claras e innovadoras, disponen de una dilatada agenda de contactos, que amplían con agilidad debido a su carácter dinámico y enérgico, y tienen una clara vocación de visionarios: están acostumbrados a satisfacer las necesidades de los consumidores con nuevos productos, conceptos y herramientas. Solo hay que recordar la idea seminal de Jeff Bezos, creador de Amazon: ofrecer un catálogo de libros en internet con las publicaciones de todas las editoras. El resto es historia.
Aunque Steve Jobs tenía 21 años cuando cofundó Apple y Bill Gates y Mark Zuckerberg tenían 19 años cuando abandonaron la universidad de Harvard para fundar Microsoft y Facebook, a menudo se olvida que Elon Musk, fundador de Tesla o SpaceX, entre otras, y Bezos, las dos personas más ricas del mundo, según la revista Forbes, tenían más de 30 años cuando crearon sus empresas más exitosas.
De hecho, entre los unicornios, las compañías de capital privado que alcanzan una valoración de 1.000 millones de dólares, la edad media de los fundadores al iniciar sus negocios en los últimos 15 años ha sido de 34 años, según el libro Super Founders: What Data Reveals About Billion-Dollar Startups.
Aunque es difícil establecer un prototipo de ‘startupero’ influyente acudiendo a variables socioeconómicas tradicionales, Antonio Espinosa de los Monteros (Sevilla, 1990) cabe dentro de la definición y las aspiraciones de estos empresarios. Estudió arquitectura en Madrid, pero su vocación es emprender y ayudar a los demás. Tras pasar un voluntariado en Perú y Etiopía, en 2015 cofundó AUARA, una empresa que embotella agua mineral en envases 100% reciclados y reciclables y que reparte los dividendos a causas sociales. Ya han aportado casi 170 millones de litros a países en vías de desarrollo, según la compañía.
El joven observa que en España hay cada vez “más ganas, más gente que quiere lanzarse, más personas que buscan ideas que desarrollar y que, cuando las tienen, quieren dedicarles tiempo y esfuerzo. Cada vez hay más gente que quiere salir del ‘status quo’”, asegura. Aunque el camino “no es fácil”, Espinosa de los Monteros lamenta “la rigidez normativa o la cultura poco tolerante con el riesgo y el fracaso”, cree que si haces lo que apasiona, “siempre merecerá la pena”. Su última creación ha sido LIUX, una ‘startup’ de movilidad eléctrica con la que buscan reducir el impacto sobre el medioambiente en sus procesos de fabricación con vehículos creados en gran parte con materiales vegetales.
Aunque este tipo de conceptos innovadores suelen asociarse a Silicon Valley, en las últimas dos décadas han brotado por todo el mundo. España ya registra 23.383 ‘startups’, según un estudio publicado por Informa, cuyo valor ya equivale al 14% del valor del IBEX-35, según un informe de PwC presentado en South Summit. Esta cifra representa el 4% del total de compañías creadas entre 2016 y 2021, y un crecimiento del 3% respecto a las 22.771 detectadas el año pasado.
Precisamente para apoyar y dar cobertura a las compañías más disruptivas y acompañar en el crecimiento del ecosistema, BBVA ha creado una nueva unidad especializada. BBVA Spark está ayudando a estas empresas poniendo a su disposición un servicio de banqueros especializados que hablan su mismo lenguaje, productos financieros adaptados a sus necesidades y modelos de financiación alternativos al capital riesgo como el ‘venture debt’, un préstamo orientado a ‘startups’ cuya mayor parte consiste en deuda que se devuelve con intereses y una pequeña fracción se dedica a adquirir participaciones en la empresa.
Estas empresas necesitan servicios financieros especializados que se adapten a las características que las hacen únicas en su género: un modelo de negocio diferencial y escalable, una estrategia apalancada en la tecnología y la innovación y una gestión liderada por equipos de alto nivel. “Sus tasas de crecimiento son espectaculares, sus planes de negocio, ambiciosos, y requieren mucho apoyo y financiación”, explicaba Santiago Muguruza, responsable de Inversiones de Capital Riesgo en BBVA Spark, durante la última edición del evento B-Venture.
Agustín Baeza, director de Asuntos Públicos de la Asociación Española de Startups, tiene claro, que con los últimos datos, las cosas están cambiando y crearlas ya no depende tanto del patrimonio. “El emprendimiento hasta hace poco era entendido como algo que solo estaba al alcance de una minoría de personas que, por tradición familiar o por tener recursos, podían asumir el riesgo y la incertidumbre que ello supone. Pero en los últimos años se ha asistido a un proceso que podríamos llamar de ‘democratización del emprendimiento’”, explica.
La primera generación de emprendedores tecnológicos que surgió “hace ya 15 o 20 años”, fue la que abrió hueco y ya cuenta con varias firmas tecnológicas a sus espaldas, con fracasos pero también con éxitos y que se han convertido en referentes. “Han decidido poner su sabiduría y sus recursos al servicio de una nueva generación, convirtiéndose en inversores y mentores”, explica Baeza. Por otro lado, están los nuevos empresarios, como Espinosa de los Monteros, que ha vivido en Brasil, Perú o Bolivia y que, en un contexto mucho más competitivo, nacional e internacionalmente, “están poniendo a España en el mapa mundial del emprendimiento”, añade el director de Asuntos Públicos de la Asociación Española de Startups.
Es decir, un porcentaje cada vez mayor de las nuevas generaciones de jóvenes apuestan por emprender sin la imperiosa necesidad de que sea una salida laboral. Baeza señala que cada vez hay más formación tanto reglada como no reglada sobre emprendimiento, más ayudas y actores como incubadoras, aceleradoras y ‘startups schools’, donde cualquiera que tenga una buena idea y tenga ese espíritu pueda lanzar su proyecto. “El emprendimiento cada vez tiene más arraigo entre la gente joven”.
Baeza y Espinosa de los Monteros recuerdan que el emprendimiento es “una opción vital” y que no va solo de tener un trabajo y ganar un salario. La exigencia es muy grande e intensa, y siempre pesa la incertidumbre sobre el resultado final. “La asunción de riesgo, la intensidad de la dedicación y la ductilidad necesaria para sobreponerse a los problemas diarios es algo que alguien debe evaluar internamente antes de lanzarse. Es una decisión personal que debe tomarse conversando con tu entorno y también con mucha honestidad con uno mismo. Pero, sabiendo que habrá esas dificultades, una vez que se hace hay que ir a por todas”, apunta Baeza.