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Ciberseguridad 07 mar 2018

¿Somos dueños de la identidad digital de nuestros hijos?

No hay nada que produzca más orgullo que ver los progresos de los niños. Sus hazañas, sus gracias... Puede ser maravilloso compartir cada instante de su crecimiento con familiares, amigos y compañeros de trabajo. Pero, ¿es buena idea hacerlo en las redes sociales? ¿Es este el espacio apropiado para difundir toda esa información?

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Las redes sociales han convertido la vida de las personas en una especie de ‘Show de Truman’. Se publican fotografías, se comparten vídeos, incluso en directo, de todo lo que hacen los pequeños. Pero es hora de hacerse la pregunta: ¿es necesario que todo el mundo sepa quiénes son, qué aspecto tienen, dónde viven…? Ellos todavía no pueden decir que desean privacidad. Lo mejor es ofrecérsela hasta que tengan uso de razón.

Igual que Truman, cuya vida era transmitida por antena bajo su completa ignorancia, las nuevas generaciones son inmortalizados en las redes, desde su gestación, mediante fotografías, vídeos y audios sin que puedan opinar sobre ello. Antes de tener un DNI, muchos niños ya tienen una identidad digital expuesta al mundo, formada a partir de toda la información que los padres deciden compartir sobre sus vidas.

Esta identidad digital está indexada en Google, con lo que, en ocasiones, con muy poca información, podemos encontrar muchísimo material sobre ellos.

Derecho a la privacidad

La Ley Orgánica de Protección de Datos, que pronto se actualizará para adecuarse al Reglamento General de Protección de Datos (RGPD o GDPR), no prohíbe que se publiquen fotos de hijos e hijas en redes sociales, los que dice es que es el deber de su familia defender su derecho a la privacidad y a su propia imagen, velar por el libre desarrollo de su personalidad y anteponer su interés al de los adultos que manejan sus datos.

Por tanto, antes de subir y compartir una imagen del menor, es fundamental reflexionar sobre estos derechos, pensar si de alguna forma, esa imagen puede comprometer o poner en riesgo su seguridad y privacidad. También es importante analizar las repercusiones que esa imagen pueden tener en la vida del menor, tanto en el presente como en su futuro, ya que todo lo que se sube a internet permanecerá en el tiempo.

Los primeros “bebés Truman” de Facebook ya tienen 13 años y están descubriendo su propia biografía pública, labrada por sus padres desde su nacimiento. ¿Qué ocurrirá cuando sean conscientes de esa huella digital? ¿Estarán de acuerdo? ¿Se sentirán cómodos con ella? ¿Les provocará problemas o conflictos personales?

Toda la información que existe de ellos en internet puede parecer inofensiva a ojos de familiares y amigos. Sin embargo, bajo otras miradas pueden convertirse en fuente de mofas, insultos o descalificaciones. No olvidemos que existen las realidades del 'ciberbullying' (acoso por redes sociales) y del 'grooming' (engaño a menores en la red por parte de adultos para ganarse su confianza). Por otra parte, algunas fotos o vídeos pueden resultar embarazosos para el propio menor o hacerlo sentir incómodo.

Es importante reflexionar también sobre las repercusiones de esa huella digital en el futuro laboral. Diversos estudios señalan que el 87% de las empresas consulta los perfiles de los candidatos en redes sociales antes de contratar. ¿Cómo podría afectar al futuro profesional una foto del niño que fuera en contra de los valores de la empresa? Una manifestación, una insignia, una bandera y hasta una afición podrían ser suficientes para ser descartados en un proceso de selección.

Ante este nuevo escenario, se impone reflexionar, actuar con sentido común, conocer los riesgos y las implicaciones de las publicaciones en redes sociales y asumir la responsabilidad de velar por los intereses del menor, por sus derechos y por su seguridad.

La huella digital de nuestros hijos, les pertenece solo a ellos, ayudemos a protegerla.