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¿Revolucionará la computación cuántica el panorama bancario? BBVA cree que, quizás, sí

En un contexto en el que la tecnología y la digitalización cobran cada vez más importancia como motores de la economía global, la llegada de la computación cuántica podría convertirse en un catalizador clave para la innovación y el crecimiento.

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Este cambio de paradigma es muy posible por la tremenda capacidad de procesamiento que prometen las tecnologías de computación cuántica – BBVA, por su parte, cree que podría cambiar radicalmente el sector bancario.

Este incremento en capacidad de procesamiento de los ordenadores es clave porque, a pesar de que la ley de Moore – que mantiene que, aproximadamente, cada dos años se duplica el número de transistores en un microprocesador – todavía sigue vigente, muchos expertos creen que el ritmo de avance en este campo se está ralentizando conforme el tamaño de los semiconductores se aproxima más y más a la escala atómica.

Y esto implica que en el horizonte de la computación clásica pueden comenzar a surgir problemas.

Sin embargo, todo apunta a que se trata de un problema que la computación cuántica - un área en el que BBVA lleva varios años trabajando, tanto por su cuenta como en proyectos de colaboración con otros socios – será capaz de resolver.

En South Summit, evento celebrado recientemente en Madrid, la computación cuántica se convirtió en uno de los temas estrella, y de hecho se dedicaron varias sesiones a tratar de arrojar luz sobre las posibles aplicaciones y el posible impacto potencial de esta tecnología.

Una de estas sesiones corrió a cargo de Escolástico Sánchez, responsable de algoritmos de computación cuántica en BBVA, junto con la 'startup' especializada en computación cuántica Multiverse, con la que BBVA colabora actualmente en esta línea de investigación.

Sánchez inició su ponencia haciendo hincapié en que la computación cuántica tiene tanto de sueño para los matemáticos y los físicos, como de pesadilla para los ingenieros.

"Donde realmente radica el potencial de los cúbits es en lo que Einstein definió como una “acción fantasmagórica a distancia"

Y ello se debe, en parte, a las condiciones físicas que requieren los ordenadores cuánticos para funcionar: en la actualidad necesitan temperaturas cercanas al cero absoluto, -273,15º Celsius.

Pero la gran diferencia aquí – y la razón por la que esto puede suponer una auténtica revolución tanto a nivel computacional como en el sector de los servicios financieros – es que, debido a las particularidades de la mecánica cuántica, un cúbit puede estar en estado 0 y 1 al mismo tiempo, así como en cualquier otro estado intermedio.

Sin embargo, donde realmente radica el potencial de los cúbits es en lo que Einstein definió como una “acción fantasmagórica a distancia", el entrelazamiento cuántico, estado en el que un conjunto de cúbits actúan juntos a pesar de estar físicamente separados. En términos de computación clásica, esto equivaldría a disponer de un ordenador en el que los bits estuvieran vinculados y pudieran medirse simultáneamente, en lugar de consecutivamente.

Para Sánchez, el tremendo potencial de esta característica se debe a la complejidad de los cálculos que permite. Y es por ello que BBVA está invirtiendo tantos recursos en proyectos de investigación y alianzas para, en sus propias palabras, estar “preparados cuánticamente para nuestros clientes”.

Para ayudar a entender mejor esta idea, Sánchez utilizó un ejemplo, relacionado con los números RSA-2048 utilizados en los niveles más elevados de cifrado. Según Sánchez: “Para resolver este cifrado – encontrar la clave a descifrar – un ordenador clásico necesita realizar 1034 pasos. Incuso con un procesador capaz de efectuar un billón de operaciones por segundo, el proceso llevaría 317.000 millones de años. Es imposible".

“Pero en un ordenador cuántico que ejecutara el algoritmo de Shor, tan sólo necesitaría 107 pasos. Esto es, un ordenador cuántico capaz de ejecutar un modesto millón de operaciones por segundo, podría realizar este cálculo en tan sólo 10 segundos. Ese es el potencial de la computación cuántica”.

Sánchez dejó claro que el mundo todavía no tiene que comenzar a preocuparse por el derrumbe de todos sus sistemas de cifrado. Por ahora los ordenadores cuánticos más avanzados sólo tienen 53 cúbits de potencia de procesamiento, y para descifrar un código criptográfico haría falta una potencia de al menos 1.500, algo para lo que todavía queda bastante tiempo.

“Sin embargo, para optimizar modelos o ejecutar programas más sofisticados de IA – como los que estamos viendo ahora en banca para ayudar a la gente a entender sus decisiones financieras mejor – quizás bastaría con disponer de una potencia en torno al centenar de cúbits. Y a esto sí que nos estamos acercando”, añadió.

Roman Orus, de Multiverse, empresa especializada en ofrecer 'software' súpereficiente a empresas que buscan posicionarse a la vanguardia de la computación cuántica o de la inteligencia artificial, centró su intervención en otras dos áreas donde los cúbits pueden revolucionar el sector:

Por un lado, en la banca de inversión, donde en la actualidad el 'trading' algorítmico – donde el seguimiento de precios y la emisión de órdenes de compra y venta se fía a un algoritmo – lo es todo y lo seguirá siendo, en tanto y en cuanto no aparezca otra tecnología mejor y más rápida.

Por otro, en el modelado del complejo mundo de la economía, la computación cuántica puede ayudar a predecir hacia dónde se dirigen las economías globales y tomar medidas para potenciar el crecimiento o mitigar una recesión.

En cualquier caso, concluyó Sánchez – aunque todavía queda mucho por hacer hasta que comencemos a ver aplicaciones de la computación cuántica en el mundo real, cada hora que pasa nos estamos un poquito más cerca. Para bancos como BBVA, la necesidad de no perder de vista esta disciplina y contribuir activamente a su desarrollo es innegable.