¿Qué es una ‘startup’?
Reinventarse o morir. Una afirmación contundente que sin embargo resume a grandes rasgos el espíritu que impulsa a las ‘startups’. La búsqueda de la innovación constante a menudo caracteriza a estos emprendedores, que saben aprovechar la oportunidad que presentan las nuevas tecnologías digitales ligadas a una idea innovadora de negocio.
Con el fin de arrojar un poco de luz sobre el significado de la palabra anglosajona, podría definirse una ‘startup’ como una empresa emergente, normalmente con un alto componente tecnológico, con grandes posibilidades de crecimiento y que, por lo general, respalda una idea innovadora que sobresale de la línea general del mercado.
Con el creciente protagonismo de este tipo de negocios emergentes, que han acabado dando lugar a grandes firmas que dominan hoy el mercado (Facebook, Amazon o Google son ejemplos), no es de extrañar que cada vez haya más interés por el fenómeno de las ‘startups’ y cada vez más emprendedores se decidan a salir de la zona de confort para probar suerte con un modelo de negocio innovador.
Tipos de financiación
Frente a otro tipo de compañía más tradicional, las ‘startups’ suponen también un gran cambio en cuanto al componente económico asociado a la creación de una nueva empresa. Puesto que los costes de desarrollo iniciales son mucho más bajos que los requeridos para un negocio tradicional, las necesidades de financiación también se ven reducidas.
Aunque la tipología de inversores de estas empresas es más compleja, estos son algunos de los actores principales con los que cuentan las ‘startups’ para sacar adelante sus proyectos:
- FFF (Family, friends and fools)
Si bien hay quienes no les considera inversores como tal, representan una parte fundamental durante la fase inicial de creación. Se trata de personas cercanas al entorno del emprendedor que aportan un capital reducido para apoyar en el comienzo, cuando por lo general la idea está demasiado en el aire como para que alguien externo se arriesgue a invertir.
- 'Business angels'
Estos “ángeles” son personas que deciden apoyar el proyecto e invertir su propio dinero para involucrarse en un nuevo negocio. Normalmente el capital aportado no supera los 50.000 euros y suelen involucrarse a más niveles con la empresa que el puramente económico, por ejemplo aportando experiencia, contactos o clientes.
- ‘Seed capital‘
El capital semilla suele aparecer en la fase más temprana del ciclo de financiación de la compañía, cuando todavía no genera beneficios. Cuantas más semillas consiga la empresa, más altas serán sus posibilidades de crecimiento y normalmente, según el experto en rondas de ‘seed capital’ Carlos Guerrero, las inversiones rondan entre los 200.000 y los 700.000 euros. La decisión de invertir, en este caso, no se basa en la rentabilidad que esté dando la ‘startup’ en el momento, sino más en el potencial de la idea y el equipo que la lleva a cabo.
- ‘Venture capital’
Este tipo de inversión, conocido en español como capital riesgo, suele aparecer cuando la ‘startup’ se encuentra en una etapa más avanzada aunque todavía representa un riesgo. Sin embargo, en comparación con los ‘business angels’, el ‘venture capital’ no procede de personas individuales, sino de fondos especializados de inversión que aportan cantidades mucho mayores, normalmente dividida en rondas, para garantizar que la empresa no se quede sin dinero en caso de necesitarlo en un futuro.
- ‘Private equity’
Por norma general, este tipo de financiación se reserva para empresas prácticamente ya consolidadas que necesitan de una gran inversión para seguir expandiendo su negocio.
¿Cuándo una ‘startup’ deja de serlo?
Google, Facebook, Twitter, Privalia… empresas conocidas a nivel mundial también tuvieron sus inicios como ‘startups’, sin embargo a día de hoy ya no hay quien las conozca como negocios emergentes, sino que se han convertido en gigantes de la industria con un nombre más que reconocido.
Todavía no existe una guía definitiva que dictamine cuándo una ‘startup’ deja de serlo y pasa a convertirse en una empresa convencional. Sin embargo pueden identificarse varios factores comunes. Se podría decir que una empresa emergente deja de serlo si:
- Sale a cotizar en bolsa.
- Sirve de inspiración para otras empresas y comienza a tener competidores en el mercado.
- Sus ingresos se equiparan a sus gastos.
- La jornada laboral de los trabajadores no supera las 8,5 horas diarias.
- Los trabajadores pueden ausentarse de su puesto (vacaciones, bajas médicas) y la empresa puede seguir funcionando con normalidad.
- Ya no es una entidad independiente, sino que se ha fusionado o ha sido adquirida por otra empresa.
¿Qué se puede aprender del espíritu ‘startup’?
Es evidente que el concepto de ‘startup’ ha trascendido su significado (que alude sencillamente a un determinado tipo de empresas cuando se encuentran en su fase inicial), para comprenderse como una filosofía con una serie de características. En el libro del emprendedor y autor Eric Ries, ‘The Startup Way’ (2017), se explica cuáles son los cinco principios básicos propios de una ‘startup’ que toda empresa debería replicar, sea cual sea su magnitud y la fase en que se encuentre:
- Innovación continua
No se trata de descubrir una idea innovadora y acomodarse sino de, a través de la creatividad y el desarrollo de talento, identificar un método que permita desarrollarse y generar nuevas ideas constantemente.
- La ‘startup’ como unidad atómica de trabajo
La idea consiste en crear grupos de trabajo dentro de las grandes compañías que funcionen como si de pequeñas ‘startups’ internas se tratase, propiciando de este modo la agilidad a la hora de actuar, un punto fuerte característico de las empresas emergentes.
- El emprendimiento carente en la organización
Puesto que algunas compañías se encuentran ya más que consolidadas en el mercado, a veces la noción del emprendimiento, comprendida como la continua exploración de nuevos modelos de negocio, queda de lado. Se le otorga más importancia a mantener la misma actividad fructífera en el mercado que a tratar de desarrollar nuevos métodos o ideas. En su libro, Eric Ries, habla de esta función característica de las ‘startups’ como una parte tan fundamental para una empresa como podrían ser el marketing o las finanzas.
- La segunda fundación
Si se han seguido los pasos anteriores, los cambios a realizar en la empresa podrían ser tan relevantes que se habla de una especie de “refundación”. Esto obligaría a la compañía a reinventarse, ya que esta estaría encomendándose a la innovación y probablemente fuese necesaria una nueva estructuración de los métodos de trabajo. En otras palabras, romper con los modelos tradicionales e intentar imitar la flexibilidad que tienen las ‘startups’ a la hora de reacondicionarse de acuerdo a las exigencias del mercado.
- Transformación continua
Este punto podría resumirse con la expresión “y vuelta a empezar”. Según Ries, las empresas deben incorporar en su ADN la capacidad de reinventarse constantemente, de modo que una vez que se ha conseguido un cambio o transformación se debe empezar con el siguiente reto.
Conociendo la importancia que está adquiriendo el ecosistema 'startup' en el mundo empresarial, BBVA continúa apoyando a estas empresas emergentes con BBVA Open Talent.