El nuevo reto para las familias digitales: el peor de los castigos es apartar a los hijos de su móvil
A lo largo de la historia han existido diferentes versiones de familia y diferentes modelos de relacionarse. Actualmente se ha creado una nueva versión, familia 2.0.
Las nuevas tecnologías, los nuevos paradigmas familiares
Las tecnologías han transformado la forma en la que padres e hijos se comunican y entienden. La infancia antes de la era 2.0 era otra infancia, qué duda cabe. El peor castigo para cualquier niño antes de la invasión digital era que le prohibieran salir a la calle, el centro relaciones estaba en esa esquina donde se decidían los planes, florecían amores y uno se enteraba de lo que se cocía en el vecindario.
Aquel entorno era finito y limitado, un entorno exclusivamente físico. La familia 2.0 ha creado nuevos entornos con infinitas posibilidades de relación y comunicación con cualquier ser humano en cualquier parte del planeta y por multitud de canales diferentes.
Las comunicaciones también se han transformado
Hasta los castigos han tenido que reinventarse. Para cualquier niño, esa reclusión en casa ya no supone ningún tormento, más bien lo contrario, su centro de ocio, relaciones, actividades y novedades está en su dispositivo y, por esa razón, el peor de los castigos sin duda es apartarlos de su móvil.
En el caso de la generación de no nativos digitales (personas que no han nacido con la tecnología, sino que se han ido adaptado a ella), la comunicación con los padres y el entorno se producía mayormente por transmisión oral directa y excepcionalmente, por telefonía fija.
Las nuevas tecnologías han transformado la forma de comunicarse de padres e hijos. Para cualquier padre de un nativo, resulta más sencillo comunicarse con sus hijos de forma 'online' que 'offline'. Por otra parte, muchos conocimientos que se han transmitido tradicionalmente en el ámbito familiar y luego en el escolar, se han desplazado a las redes. Bajo el acrónimo de PLE, (Personal Learning Environment), se describen los nuevos entornos de aprendizaje como "el conjunto de herramientas, fuentes de información, conexiones y actividades que cada persona utiliza de forma asidua para aprender".
Estos entornos espontáneos de acceso a la información, no siempre son exactos ni fiables, pero influyen decisivamente en los nativos, creando opinión e influyendo en su comportamiento, tanto o más que la propia familia.
El álbum familiar
Los álbumes familiares empiezan a ser un objeto 'vintage'. ¿Quién los necesita entre tanto archivo multimedia? Los no nativos cuentan con un relato de su infancia, con estampas en blanco y negro y otras a color, de algunos momentos que eran dignos de ser inmortalizados: vacaciones en el mar, el primer día de colegio, estrenando bici, en los cumpleaños y en la primera comunión. Poco más.
Cualquier nativo digital cuenta ya con imágenes completas desde su vida intrauterina y miles de imágenes en cada año de su vida. Desde que nace está rodeado de cámaras, al principio las de su familia y círculo más cercano, luego las de sus compañeros y amigos de clase, pero también de gente que no pertenece a su círculo.
Las tecnologías han convertido la vida de cada niño en el 'Show de Truman', permitiendo que inicialmente los padres vayan retransmitiendo en riguroso directo la vida y hazañas de sus retoños. El relato vital es ya un relato digital completo en donde se edifica una identidad digital que no siempre se corresponde con la real y cuyas repercusiones no son tomadas en consideración en la mayoría de los casos.
Ya no basta con inmortalizar momentos, se trata de hacer partícipe al resto del mundo de esos momentos gracias a las redes sociales, sin ser conscientes muchas veces de las repercusiones que pueden tener esas instantáneas en la vida del menor. Esta sobreexposición, esta huella digital que construyen los padres sin el consentimiento de sus hijos, debería empezar a analizarse tomando en consideración la repercusión que puede ocasionar en los niños, de cara a su seguridad, su privacidad y su futuro.
Una popularidad 'online'
A medida que van creciendo son ellos quienes producen y reproducen su propio relato biográfico. Sus congéneres también participan de este relato, desgraciadamente a veces para contaminarlo y corromperlo por el 'ciberbulling', el 'sexting', el 'grooming', expresiones que no existían en otra generación. Las amenazas no son diferentes de las que se vivían en los 70, 80 y 90 pero, indudablemente, vienen por otros medios.
El abusón siempre ha existido, lo que ha cambiado es su capacidad de impacto sobre la víctima. Antes quedaba limitado a las horas lectivas o a la salida del colegio; ahora el acoso tiene su continuidad en las redes, a todas horas y en cualquier lugar el acecho continúa y tiene la capacidad de propagarse gracias a las redes.
Hasta la popularidad se ha desplazado de barrio y ahora habita en las redes sociales donde los seguidores, los likes y los RT son los que marcan la distancia entre los populares o menos guays de la manada. A este fenómeno algunos expertos lo han llamado “el egosistema”, como una construcción del yo que se asienta fundamentalmente en el grado de aceptación y popularidad que los adolescentes son capaces de conseguir en las redes.
Riesgos reales en un mundo virtual
Antiguamente, los padres siempre han sabido proteger a los niños de los peligros derivados de entornos físicos. Por ejemplo, todo el mundo sabía que para montar en bici, era preciso hacerlo de manera segura y para eso había que comprar un kit completo de seguridad, antes incluso de que el niño se subiese en la bici, y se le acompañaba hasta que estaba preparado para montar solo.
¿Qué ocurre cuando se da acceso a los niños a las redes? ¿Todo el mundo se asegura de que sus equipos estén lo suficientemente protegidos? ¿Se acompaña a los niños hasta que aprenden a navegar de forma segura y responsable? Quizás la tecnología ha evolucionado mucho más rápido que la capacidad de las personas para comprender estas nuevas amenazas que surgen de los entornos digitales y que impactan directamente sobre los hijos.
Reeducarnos para educar
Esta es posiblemente la más importante de las premisas. A estos nativos digitales quizás los estamos dejando desamparados en un mundo digital en donde se han autoerigido como expertos en el uso pero no en el abuso de las tecnologías.
Es importante destacar que nativo no significa competente digital. Diversos estudios, entre los que se encuentra “Net Children Go Mobile - Riesgos y oportunidades en internet y uso de dispositivos móviles entre menores españoles (2010-2015)” han puesto de manifiesto esta diferenciación, señalando las enormes deficiencias que tienen los nativos en términos de uso seguro y responsable de sus dispositivos.
Los padres son responsables de velar por la seguridad de sus hijos, no solo en el entorno físico. Deben asumir que, a medida que avanza la tecnología, avanzan paralelamente las experiencias de riesgo.
Frente al avance de las nuevas tecnologías, se imponen nuevos retos para las familias:
- Los padres, deberían adquirir competencias en la creación de entornos tecnológicos que incluyan las principales medidas de seguridad, como antivirus, sesiones diferenciadas, bloqueo de pantalla, control parental, etc.
- También deberían conocer dónde y cómo se mueven sus hijos en internet, monitorizando periódicamente su identidad digital y estando alerta a los comportamientos del menor para detectar en forma temprana cualquier situación de riesgo.
- Deberían saber negociar acuerdos en cuanto al uso de las nuevas tecnologías, conocer los principales riesgos y transmitirles pautas de uso seguro y responsable así como las respuestas más eficaces de cara a las amenazas que pueda encontrarse el menor.
BBVA lleva algunos años realizando jornadas familiares de concienciación en ciberseguridad con el objetivo de propiciar “experiencias digitales seguras” para toda la familia. Desde esa experiencia, alentamos a todas las familias a aprender a convivir con la tecnología, a conocer los riesgos, y a formarse en su uso seguro y responsable de las mismas.
Educarse para educar, este es el nuevo reto para las familias digitales.