‘No code/low code’: la revolución de desarrollar 'software' sin código
La era dorada de la programación sin código llega con herramientas que permiten a no expertos crear aplicaciones de forma intuitiva. Esto ha dado paso a una nueva generación de ‘programadores ciudadanos’, mientras las empresas adoptan cada vez más este recurso de la revolución digital que se espera que rebase los 12.000 millones de dólares de facturación a nivel global en 2024.
La programación no tiene por qué ser un saber arcano reservado a una élite con conocimientos y habilidades superiores”, dice Claus Jepsen, experto en tecnología y diseñador de soluciones de ‘software’ para compañías como la multinacional danesa Unit4. En realidad, desde los albores de la informática, el Santo Grial de las entidades y empresas que hacen uso de esta rama de la ingeniería ha sido más bien “contar con programas que puedan ser interpretados y utilizados por personas sin conocimientos sofisticados de programación”, explica. Es decir, simplificar y democratizar las herramientas de diseño.
En eso consiste el movimiento ‘no code’ (o ‘low code’), una filosofía digital basada en generar herramientas tan intuitivas, flexibles y versátiles que, haciendo uso de ellas, cualquiera pueda originar sus propias aplicaciones y programas. Los expertos lo conocen también como ‘programación visual’ o ‘programación sin código’. Se trata, en definitiva, de una vía para reducir costes de producción, combatir la escasez de profesionales cualificados, acelerar la innovación y potenciar la capacidad de las compañías para adaptarse al cambio.
La consultora Gartner publicó en diciembre de 2022 un informe en el que afirmaba que el del ‘low code’ y ‘no code’ es un mercado que está creciendo a un ritmo de 1.000 millones de dólares anuales desde 2019. En 2023 se rebasaron los 10.000 millones de facturación global y se espera que se superen los 12.300 millones en 2024 . Un análisis en detalle de esta tendencia revela, según la consultora, que un tercio de las empresas que hacen uso del ‘no code’ han recurrido a él hace menos de un año y que el 40% de las instituciones ya tiene planes para formar a su personal en el uso de estas herramientas de ‘software’. Siete de cada diez empresas ven “probable o muy probable” que el uso del no code aumente en los próximos tres años. Por territorios, en España se ha registrado un crecimiento del 11% del número de perfiles ‘no code’, una cifra prometedora, pero bastante inferior al 33% que presenta, por ejemplo, el Reino Unido.
Imagen generada con Midjourney (IA).
Del Excel a la cultura del ‘hazlo tú mismo’
Puede parecer una idea muy rupturista, pero Jepsen destaca que los intentos de “convertir la programación en un proceso sin dificultad técnica y accesible a todo el mundo” se remontan a muy atrás, a iniciativas como el lenguaje COBOL, desarrollado por Mary Hawkes en 1959, una valiosa herramienta que, aún hoy, se sigue utilizando por sistemas financieros, compañías de seguros y un gran número de instituciones. Aunque COBOL no es, en sentido estricto, una herramienta ‘no code’, sí es la prueba de que se viene apostando por la simplicidad y la accesibilidad desde hace casi tres cuartos de siglo.
Esa tendencia se aceleró durante la crisis sanitaria del COVID-19, periodo de la irrupción masiva de los llamados ‘citizen developers’, es decir, de un amplio contingente de personas capaces de crear aplicaciones web de uso personal o empresarial a partir de herramientas sin código o con poco código. En palabras de Jepsen, las condiciones materiales ya existían, pero faltaba que las empresas apostasen de manera cada vez más decidida por el ‘software’ de desarrollo amateur, un cambio cultural propiciado por la escasez de personal con habilidades de programación que trajeron la pandemia y el actual proceso acelerado de automatización.
Pedro Ortiz, experto en innovación de la escuela de empresarios EDEM, asegura que ahora mismo es perfectamente posible desarrollar una aplicación específica sin tener que escribir una sola línea de código. Basta con recurrir a algunas de las herramientas ‘no code’ que han proliferado en los últimos años, dotada de interfaces cada vez más intuitivas y configuradas con base en una serie de módulos. Ortiz cita plataformas de creación de aplicaciones móviles personalizadas como Glide, Adalo, AppSheet y Thunkable, de creación de páginas de destino en campañas publicitarias como Unbounce o Instapage, de diseño y gestión de contenido web como Hubspot CMS”, de comercio electrónico como Shopify, herramientas para organizar la productividad como Notion o incluso ‘traductores’ de lenguaje de programación como Bubble.
Entre las de uso más corriente y consolidado está WordPress, que se viene utilizando desde 2003 para crear páginas webs tanto comerciales como personales. David Bonilla, fundador y director de la plataforma de empleo Manfred, considera que todo este ramillete de opciones es, hasta cierto punto, hijo de Excel: “la eficaz y versátil hoja de cálculo de Microsoft que venimos empleando desde hace más de 20 años y que nos ha acostumbrado a todos a desarrollar nuestras propias soluciones sin necesidad de conocimientos técnicos”.
Cada vez son más las empresas que piden a sus empleados que se introduzcan en el uso de las nuevas herramientas ‘no code’ como antes les pedían que dominasen el Excel. Eso se debe, según Bonilla, a que no hay gente suficiente para que todas las empresas en proceso de digitalización y salto tecnológico desarrollen código a medida, como se hacía hasta ahora. Así que las opciones son dos: contratar ‘software’ como servicio (SaaS), que es el equivalente a sustituir los trajes de sastrería por el mucho más democrático ‘prêt-à-porter’ (listo para llevar), o recurrir al ‘low code’ y ‘no code’, las dos variantes del “hazlo tú mismo”. “Si no puedo disponer de un programador que me haga un traje a medida, puedo recurrir a una opción intermedia”, remata Bonilla, “y eso cubrirá mis necesidades en un 80% o un 90% de los casos”.