Los metaversos abren sus puertas al arte digital en formato NFT
La gran innovación tecnológica y social que suponen los NFTs, cuyo volumen de operaciones alcanzó los 10.700 millones de dólares en el tercer trimestre de 2021, está revolucionando especialmente el arte digital. Los metaversos tridimensionales son una gran oportunidad para convertir la exhibición y compraventa de criptoarte en una experiencia aún más inmersiva.
El concepto de los metaversos, plataformas en las que los usuarios se relacionan a través de personas virtuales en 3D y que serán cada vez más inmersivos a medida que se desarrolle la tecnología, se ha popularizado para el gran público a raíz de la conversión de Facebook en Meta. Pero son buenos conocidos de los creadores de contenidos, puesto que los metaversos hacen que la compraventa de activos digitales únicos o NFTs, basados en tecnología ‘blockchain’, sea una experiencia aún más interactiva que la que encuentran en los tradicionales ‘marketplaces’.
Ejemplos de ello son Decentraland, Bloktopia o Cryptovoxels, que ofrecen entornos tridimensionales donde creadores y coleccionistas pueden exhibir y vender sus obras, así como avatares que hacen aún más real la experiencia de tratar directamente con los potenciales compradores.
Los grandes ‘players’ toman posiciones
Las operaciones comerciales de NFTs alcanzaron un volumen de 10.700 millones de dólares en el tercer trimestre de 2021, según DappRadar: más de un 700% de crecimiento con respecto al segundo trimestre. Las cifras respaldan la convicción del inversor español Pablo Rodríguez-Fraile, uno de los mayores coleccionistas de NFTs del mundo, que ha afirmado que “esto no es una moda pasajera, sino más bien una gran innovación tecnológica y social que impregnará muchas industrias y, en particular, el ecosistema del arte”.
Efectivamente, lo que todavía se está explorando en otros sectores ya está dando un gran impulso al arte digital. Así lo demuestran los últimos movimientos estratégicos de grandes figuras de los mundos del arte.
Christie’s ha vendido el NFT de obras de Beeple por más de 69 millones de dólares, lo que ha convertido a este artista en el tercero vivo vivo más cotizado a día de hoy. La casa de subastas británica también ha coordinado la venta, por 17 millones de dólares, de una colección de 9 ‘CryptoPunks’ (los primeros NFTs que se crearon en la ‘blockchain’ Ethereum) cuya valoración inicial oscilaba entre los 7 y los 9 millones.
A lo largo de 2021, su rival Shoteby’s ha explorado varias opciones. Organizó una subasta de obras del artista Pak en el ‘marketplace’ Nifty Gateway, por un valor final de 17 millones de dólares. A continuación, abrió una réplica de su galería en el metaverso Decentraland y organizó una de las primeras subastas celebradas por una galería en uno de estos mundos inmersivos. Recientemente, ha dado un paso más y ha creado Shotheby’s Metaverse, por ahora más un ‘marketplace’ de NFTs que un metaverso en sí.
Decentraland cuenta con una Art Week anual y un distrito de arte llamado Voltaire, en el que galerías y museos puramente digitales, como el Museo de Arte Contemporáneo Digital, conviven con otros que han dado el salto desde el mundo real, como la propia Shoteby’s o la galería berlinesa König Galerie. El fundador de esta última, Johann König, valora que, en los metaversos, “el arte digital se presenta en un espacio genuino y los visitantes pueden experimentarlo en el entorno de una galería”.
El séptimo arte no podía permanecer al margen de esta tendencia. Tras el anuncio de Facebook, se ha sabido que también Disney desarrollará un metaverso propio. Quentin Tarantino subastará próximamente contenidos exclusivos de ‘Pulp Fiction’ en formato NFT y Warner Bros lanzará 100.000 avatares de ‘Matrix Resurrections’, la cuarta entrega de la saga ‘Matrix’.
¿La democratización del mercado del arte?
No hay que olvidar que una de las características de la tecnología ‘blockchain’ es la descentralización, es decir, la eliminación de agentes mediadores en el comercio de activos digitales. El tiempo dirá si los grandes intermediarios del arte físico se consolidan también en el criptoarte, en contra de las voces que opinan que esto reduciría su democratización.
Dejando a un lado las recientes colaboraciones con grandes casas de subastas, aquellos criptoartistas que se han labrado un nombre lo han hecho mediante ventas directas en ‘marketplaces’ en los que creadores y compradores interactúan directamente.
Los ya consolidados también exploran la venta directa, como por ejemplo el célebre Damien Hirst con su proyecto ‘The Currency’. Formado por 10.000 obras que tenían su versión física y su versión NFT, dos meses después de su compra los propietarios debían elegir con cuál querían quedarse, y la opción descartada sería destruida: una manera de reflexionar sobre el valor económico y el valor intangible. El artista y coleccionista no quiso dejar el proyecto en manos de terceros y lo movió en el ‘marketplace’ Nifty’s. El éxito fue tal que, para atender a la demanda, habrían hecho falta seis veces más NFTs que los que Hirst puso a disposición de los compradores, que ahora deberán intentar adquirirlos en los mercados secundarios.
Es importante apuntar que, gracias a los ‘smart contracts’, los creadores de NFTs reciben automáticamente un porcentaje de todas las ventas posteriores de sus obras en estos mercados secundarios.
Aumento de las garantías, falta de diversidad
Otra de las características de ‘blockchain’ es de gran valor para la compraventa de obras creativas: cualquier transacción digital realizada a través de las cadenas de bloques queda registrada, es rastreable y no se puede eliminar. Por lo tanto, ‘blockchain’ permite monitorizar todos los movimientos de una obra digital y garantizar su autenticidad y propiedad, además de impedir las falsificaciones.
No obstante, esto no evita que se produzcan robos. A principios de 2021, Nifty Gateway denunciaba uno de los primeros robos de obras de arte en formato NFTs.
Por otro lado, las voces críticas con el mercado de criptoarte denuncian que se están trasladando a la virtualidad los viejos problemas del mundo real: la burbuja especulativa, intensificada por los movimientos más recientes de las grandes instituciones; la apropiación indebida de contenidos digitales creados por otros para convertirlos en NFTs y lucrarse con ellos; o la escasa diversidad de un mercado fundamentalmente dominado por hombres (clara mayoría con respecto a las mujeres) procedentes de unos pocos países occidentales.
Son retos que los metaversos deberán tener en cuenta si quieren construir espacios verdaderamente diversos y seguros, donde criptoartistas de cualquier parte del mundo puedan desarrollar su carrera creativa con todas las garantías y en igualdad de condiciones.