Historia de los TPV: del rodillo manual a un auténtico ordenador para gestionar tu negocio
Pasar la tarjeta (o últimamente el teléfono móvil) por un datáfono para pagar las compras en tienda es un gesto automático muy habitual. Pero en el pasado no era tan sencillo y en el futuro podría volverse menos frecuente. Los terminales puntos de venta (TPV), los sistemas informáticos con los que los comercios tramitan los cobros, han dado un salto tecnológico para aportar aún más valor: desde permitir financiar una compra con pagos fraccionados hasta facilitar a las empresas la logística, el envío de artículos, las ventas de ‘ecommerce’ o los trámites fiscales, entre otros.
Si se dejan al margen las cajas registradoras, que se consideran el antecedente de los TPV, el primer sistema para saldar compras a través de una tarjeta se creó en 1959 en Estados Unidos. Las primeras tarjetas de crédito de plástico, que llegaron de la mano de American Express, tenían impresos en relieve los datos del cliente y una numeración única. Esto permitía usar unas máquinas validadoras que, mediante un rodillo manual, imprimían los datos de la tarjeta en copias carbón de las facturas de compra. Los comercios enviaban una de estas copias a los bancos, que validaban los cobros una vez al mes.
Este sistema llegó a España en 1971, con la tarjeta de crédito del Banco de Bilbao (entidad precursora de BBVA) con BankAmericard, la actual Visa. La tarjeta, que se lanzó inicialmente en Madrid, Barcelona y Bilbao, tenía una caducidad de 6 meses y permitía comprar a crédito en cualquier establecimiento asociado con un límite máximo de 25.000 pesetas de la época (algo menos de 3.000 euros de 2020).
Pronto se bautizó a las máquinas validadoras con el nombre de ‘bacaladeras’, ya que el ruido que hacían cuando se validaba una tarjeta era muy parecido al del aparato de cortado que utilizaban las pescaderías. A pesar de los avances tecnológicos posteriores, y de que era un sistema poco seguro de cara al fraude, algunos negocios siguieron utilizándolas hasta bien entrados los años 2000.
‘Bacaladera’ del Banco de Bilbao. Imagen: Archivo Histórico BBVA
Del ‘no’ de los restaurantes al ‘sí’ de las estaciones de esquí
Entretanto, en los años 70, IBM introducía los primeros TPV para restaurantes en Estados Unidos. Con estos primeros sistemas electrónicos, los camareros podían transmitir al instante sus pedidos a la cocina mediante impresión remota, información que luego se trasladaba a un recibo de pago para los clientes con los impuestos ya incluidos. El sistema agilizó el cobro, pero los locales todavía eran reacios a ofrecer el pago con tarjeta, ya que tardaba al menos medio minuto en procesarse. En 1979 aparecieron las máquinas de tarjetas electrónicas de Visa y Master Charge (que ese año se rebautizó como MasterCard) para las primeras tarjetas con banda magnética. Gracias a estas máquinas, se informatizaron tanto los bancos como los comercios y el pago con tarjeta pudo despegar.
En las siguientes décadas, se desarrollaron innovaciones tecnológicas para los TPV y las tarjetas (de crédito y débito), que aumentaron la agilidad y seguridad de las transacciones. En las tarjetas la banda magnética, que permitía comunicarse en tiempo real con el banco para autorizar o rechazar el pago, dio paso al ‘chip’, un microprocesador que hizo las operaciones aún más seguras; se ideó el PIN de cuatro dígitos, que en combinación con el ‘chip’ redujo el fraude; y posteriormente hizo su aparición la tecnología ‘contactless’ a través de NFC, que conecta la tarjeta y el datáfono de manera inalámbrica sin necesidad de un lector de banda o de ‘chip’.
En paralelo, los TPV también se han ido sofisticando: si en los primeros años se conectaban mediante una línea telefónica fija, desde la irrupción de internet pueden conectarse también a través de redes Ethernet, 3G, 4G, GPRS, WiFi o Bluetooth. En cuanto a los datáfonos, de los modelos que solo autorizaban el pago se pasó a otros con impresora que también imprimían el recibo de compra. Como apunte curioso, en 1990 el ya por entonces Banco Bilbao Vizcaya adquirió un modelo, el TRANZ 420 de Verifone, que contaba con baterías para conseguir autonomía en puntos de venta sin red eléctrica. Una innovación que al banco le interesaba para poder ofrecer pago con tarjeta en estaciones de esquí. Las operaciones se guardaban en un cartucho y podían descargarse en otro terminal.
Los datáfonos se han ido adaptando a la evolución de las tarjetas e incluyendo lectores para bandas magnéticas, ‘chips’ y, finalmente, NFC, que permiten pagos ‘contactless’ o de proximidad al acercar la tarjeta al dispositivo. También muestran en pantalla la opción de dividir el pago de la compra en varias cuotas, que ofrecen algunas tarjetas bancarias y el servicio Plazox. BBVA forma parte de esta solución de la industria y además acaba de lanzar sus propias tarjetas, Aqua Más y Aqua Máxima, con las que sus clientes pueden fraccionar el pago en plazos de hasta tres meses sin intereses ni comisiones directamente desde la ‘app’.
Por otro lado, la incorporación de la tecnología NFC a los ‘smartphones’ permite que el cliente pague en los TPV con el móvil en lugar de con la tarjeta, lo que cambia el paradigma del último medio siglo.
De izqda. a dcha.: datáfono de Telettra Española (1984); modelo TRANZ 420 de Verifone con batería (1990); y modelo Secura de Lipman (2009). Imágenes: Archivo Histórico BBVA
La revolución inteligente
En los últimos años, las nuevas tecnologías están permitiendo ir mucho más allá. “Se está produciendo una revolución tecnológica en los pagos que está impactando favorablemente a los comercios”, afirma Ignacio Bañón, responsable global de Soluciones de Pagos en BBVA. “Las soluciones para aceptar pagos son cada vez más sencillas, flexibles y adaptadas a las necesidades de los comercios. Pero el gran cambio es que los nuevos TPVs son ‘inteligentes’, permitiendo que el comercio pueda disfrutar de servicios de valor añadido que ayudan a mejorar sus procesos y su negocio. Y BBVA está liderando esta innovación, tanto en los pagos como en el desarrollo de nuevas soluciones para comercios”.
BBVA ofrece a los comercios en España el TPV Android, basado en el sistema operativo de Google. Los comerciantes pueden agregar aplicaciones en la pantalla del datáfono, como si de un móvil se tratase, que les permiten reembolsar automáticamente el IVA en la operativa de ‘Tax free’, realizar fácilmente devoluciones de compras o leer QR para cobrar a través de Alipay o WechatPay, lo que mejora la experiencia de compra de los clientes extranjeros. Recientemente se han lanzado dos nuevas aplicaciones en España: BBVA Smart Business Lite, que permite la gestión cotidiana de un pequeño establecimiento de hostelería; y Paack, con la que el comercio puede gestionar su logística y el envío de artículos a sus clientes desde el propio terminal.
Por otro lado, hay una tendencia a reducir el tamaño y peso de los dispositivos. Se consigue sustituyendo los ‘tickets’ físicos por digitales, lo que elimina la necesidad de impresora y permite desarrollar un ‘hardware’ más pequeño y ligero. Son los ‘dongles’ o ‘Mobile POS’, lectores de tarjetas que se conectan a los teléfonos directamente o vía ‘bluetooth. BBVA ofrece esta opción a los comercios de España y México con el TPV Móvil SmartPay, un pequeño dispositivo que permite cobrar las ventas a través de un móvil Android o iPhone. Para ello, basta con descargar la ‘app’ BBVA SmartPay y vincular el TPV al móvil vía ‘bluetooth’.
También se están desarrollando TPV virtuales adaptados al ‘ecommerce’, que integran una pasarela de pago en las tiendas ‘online’ y webs. BBVA cuenta con dos opciones. Por un lado, el TPV virtual, presente en todos los mercados en los que opera el banco, permite cobrar con tarjeta o Bizum, programar pagos (por ejemplo, la suscripción mensual a una plataforma de contenidos audiovisuales) y gestionar devoluciones de compras. Por otro, la solución Paygold (o Link de Cobro) permite a un comercio que no tenga página web generar un enlace o un código QR que puede enviar al cliente por ‘email’, SMS o redes sociales, para cobrar a distancia con tarjeta o Bizum. El banco ya lo ha implantado también en todas las geografías.
Las empresas de España, México y Perú que tengan uno o varios de estos TPV de BBVA, sean físicos o virtuales, pueden gestionarlos a través de My Business. Esta funcionalidad es accesible tanto desde la ‘app’ como desde la web y permite centralizar en un solo espacio las ventas de hasta diez TPV y todos los medios de cobro que el negocio haya establecido (tarjetas, Bizum, Wechat…).
Gracias a los avances tecnológicos, las nuevas soluciones de TPV dependen menos del ‘hardware’ tradicional y potencian sus capacidades de ‘software’ para agilizar la gestión de la actividad empresarial. Y las soluciones ‘tap-to-pay’ y ‘tap-on-phone’ simplifican aún más el cobro, ya que no es necesario tener un TPV o ‘dongle’: basta con acercar la tarjeta o el móvil del cliente al móvil o ‘tablet’ del establecimiento, como en el proyecto piloto pionero en España que BBVA lanzó en diciembre de 2020.
Pero, aunque quizá en el futuro la presencia de los tradicionales datáfonos no sea tan familiar, gracias a estos desarrollos los TPV serán un aliado cada vez más importante de los negocios.