Europa piensa en un euro digital
Los bancos centrales mueven ficha pensando en las nuevas monedas digitales. China y Japón empiezan a hacer pruebas piloto en la calle, mientras Europa se plantea la creación de un euro digital como una opción de pago que complemente al efectivo. A mediados de 2021, se decidirá si sigue adelante con su puesta en marcha.
El Banco Central Europeo (BCE), encargado de la emisión de billetes y monedas de euro, se plantea una transformación de la forma en que los europeos pagamos con la creación de un euro digital. Esta digitalización de la moneda, según ha explicado la organización financiera, está en fase de estudio. Actualmente se reflexiona sobre los sistemas que se podrían utilizar y sobre el diseño de la propia divisa digital. Se espera que hacia mediados de 2021 se decida si se lanza un proyecto más avanzado de investigación.
Desde el organismo con sede en la ciudad alemana de Frankfurt señalan que el euro digital no pretendería reemplazar a los billetes y las monedas físicas, sino ser una nueva alternativa. Según el BCE, por cada euro digital que se emita, se retirará de la circulación un euro físico. Por tanto, no habrá diferencias entre el valor de ambas monedas, sino que será siempre el mismo. La idea es que podría ser una opción más para los ciudadanos que les proporcione acceso a una forma segura de dinero en un mundo digital en rápida evolución.
Diferencias con el euro actual
La diferencia entre este euro digital y el euro que actualmente se utiliza en una transferencia o en un Bizum, es que el euro digital “podría ser una manera alternativa de realizar los pagos digitalmente sin necesidad de disponer de una cuenta bancaria o tarjeta, que podría permitir utilizar nuevas tecnologías, como ‘blockchain’, para disponer de nuevas funcionalidades, como la programabilidad (establecer una condicionalidad y que solo se pueda usar para ciertos usos o cuando se cumplan condiciones predefinidas)”, explica Francisco Maroto, líder de la disciplina de Blockchain en BBVA.
Además, la nueva moneda se podría utilizar en ecosistemas digitales, como en sistemas con ‘IoT’ (internet de las cosas, por sus siglas en inglés) o aplicaciones desarrolladas sobre ‘blockchain’; y ser interoperable con otras monedas digitales. Sin embargo, Maroto señala que aún es difícil establecer cuáles serán sus usos, ya que “dependerán de cómo se diseñe y, por tanto, hasta que no esté todo más definido, no seremos capaces de saber qué se puede hacer y que no”.
La institución ha informado de que independientemente del diseño que se lleve a cabo, el euro digital sería accesible a todos los ciudadanos y empresas para realizar sus pagos minoristas de “forma rápida, sencilla y segura”. La nueva moneda, matizan, “garantizaría que los ciudadanos de la zona euro puedan mantener el libre acceso a un medio de pago simple, universalmente aceptado, seguro y fiable” al tiempo que se cumple con la legislación pertinente, incluida la normativa sobre blanqueo de capitales y financiación del terrorismo.
Sus características
En el trabajo, que llevan a cabo tanto el BCE como los diferentes bancos centrales de los países de la zona euro, han establecido como requisitos básicos que el euro digital debe tener fácil accesibilidad, robustez, seguridad, eficiencia y privacidad. Asimismo, apuntan que esta moneda electrónica será la apuesta definitiva a favor de la digitalización de la economía europea y se beneficiarán, sobre todo, las pymes y los ciudadanos, pues se pondrá a su alcance la innovación en los pagos minoristas. También aluden que un euro digital ayudaría a las economías en momentos de desastres naturales, cuando los medios de pago tradicionales interrumpieran su funcionamiento. O incluso en tiempos de pandemia, como el que estamos viviendo con la COVID-19, en el que los ciudadanos prefieren pagar menos con billetes y monedas y se apremia a evitar el contacto físico.
Igualmente, como menciona un informe de BBVA Research, el BCE quiere evitar que la UE pierda su autonomía estratégica y que otra moneda digital extranjera, o poco regulada, se imponga en el mercado de medios de pago. Este suceso, indican, dañaría la competencia y supondría un fenómeno equivalente a la dolarización que sufren algunas economías emergentes. En definitiva, Europa no quiere ni puede permitirse quedar rezagada en la innovación global de pagos y debe tener un papel protagonista.
Otra de las novedades que han delimitado desde el BCE es que el futuro euro digital no tendrá las características de una criptomoneda como el bitcoin. A diferencia de estas monedas, el euro digital no tendrá un precio volátil y contará con el respaldo de una institución confiable como el BCE, lo cual puede traducirse en una mayor confianza respecto a las criptodivisas.
En consonancia con los ODS
Y finalmente, aunque no menos importante, una vez el euro digital estuviera en circulación y funcionando para los ciudadanos en su día a día, el BCE podría apostar por una política de menor impresión de billetes y monedas, lo que ayudaría a reducir costes generales en la UE y también la huella ecológica de los sistemas monetarios, en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Hasta el primer semestre de 2021 no se tomará una decisión en firme sobre el proyecto del euro digital. Solo entonces empezaría el periodo de investigación y las conversaciones con las diferentes instituciones comunitarias y nacionales de Europa.