Movilidad, salud, comercio… todo está conectado en las ciudades. Gracias a la digitalización y el ‘big data’, ahora es posible sumar todas esas vertientes, abriendo la puerta a una mejor planificación urbana.
La tecnología aporta un nuevo enfoque al trabajo de urbanistas y arquitectos, dotándolos de mejores herramientas con las que hacer su trabajo. Convocados por la Fundación Norman Foster, varios profesionales de primer nivel mundial, encabezados por el propio arquitecto británico, debatieron en Madrid sobre este fenómeno, partiendo de un 'enfoque holístico': la movilidad, el urbanismo, la arquitectura, la sostenibilidad, el consumo… forman un todo al diseñar las ciudades que vienen.
Hay que tener una visión conjunta, dijo el arquitecto y urbanista Tim Stonnor, ‘managing director’ de la consultora Space Syntax, partiendo de la necesidad de responder a todos los cambios que provoca la digitalización. “La tecnología es un enorme motor de la transformación”, explicó, y crea nuevos retos pero al mismo tiempo proporciona las herramientas para solucionarlos.
Stonnor puso un ejemplo esclarecedor: gracias a la tecnología se conocen mejor los desplazamientos de los ciudadanos y en qué zonas pueden darse más situaciones de soledad y aislamiento social. No solo eso, los datos también permiten detectar los nichos de población más sedentarios, que muy probablemente necesitarán más atención de los sistemas públicos de salud. En la ciudad todo está conectado.
El ‘big data’ es clave para diseñar mejor las políticas de movilidad, cada vez más volcadas en el peatón. Como apuntó Tilly Chang, directora ejecutiva de San Francisco County Transportation Authority, organismo encargado de planificar la movilidad en la ciudad californiana y sus alrededores, “la clave está en mover personas, no vehículos”. Un enfoque que comparte Stonnor, que cree que se está abriendo la puerta para diseñar una nueva movilidad que “recupere partes de la ciudad que perdieron hace décadas por el avance de la motorización”.
Pero la disponibilidad de todo tipo de datos no solo supone una oportunidad para el diseño de las políticas de movilidad. También hay un enorme potencial respecto al comercio y al desarrollo económico de las urbes, una línea en la que trabaja Urban Discovery, una iniciativa de BBVA Data & Analytics que estudia datos anónimos de transacciones realizadas con tarjetas bancarias.
Su objetivo es detectar patrones de comportamientos económicos que ayuden a rediseñar las ciudades más allá de los límites administrativos tradicionales, y ya han aplicado su modelo de inteligencia urbana a Madrid, Barcelona y Ciudad de México, identificando nuevas áreas funcionales y dinámicas sociales.
De hecho, saber cuántas personas, cuándo y dónde realizan operaciones financieras es una información de gran valor más allá del contexto empresarial o ligado al comercio. Los movimientos financieros representan, al fin y al cabo, el movimiento de personas en el tiempo y el espacio e indican la evolución de su relación con entidades, comercios y otras personas en un contexto geográfico determinado.
En esta línea, y a través de un proyecto de investigación junto con UN Global Pulse, BBVA Data & Analytics estudió cómo estos datos permiten analizar la capacidad de recuperación económica de una población tras una catástrofe natural. El proyecto, que estudió el impacto económico del huracán Odile en el estado mexicano de Baja California Sur en 2016, reveló que las personas gastaron un 50% más de lo habitual en productos como alimentos y gasolina como preparación para el huracán. También demostró que las mujeres gastaron el doble que los hombres en los días antes de que el huracán tocara tierra.
Oportunidades presentes y futuras
El arquitecto estadounidense Alfredo Brillembourg, fundador de Urban Think Tank, centró gran parte de su participación en el debate —titulado ‘Urban Mobility’, aunque se trataron muchos más temas— en el papel que el urbanismo debe jugar en las zonas menos desarrolladas del mundo.
Dirigiéndose a una audiencia en la que primaban los estudiantes de arquitectura, les instó a buscar soluciones innovadores para cubrir necesidades básicas. “En los próximos 30 años nacerán 2.000 millones de personas, y la mayoría lo hará en barriadas sin servicios básicos”, enfatizó. También los datos aquí pueden jugar un papel diferencial a la hora de planificar.
La tecnología, afirmó Brillembourg, también será una herramienta para solucionar los necesidades más perentorias de esas urbes, aunque, como dijo Carlo Ratti, director de MIT Senseable City Lab, “mejor que pensar en el futuro, hay que ponerse ya a transformar el presente”.