Dr Jekyll y Mr AI: las tensiones generadas por la inteligencia artificial y otros progresos tecnológicos
Echar la vista atrás para revisar las novedades tecnológicas que se han producido en las últimas semanas o meses, puede producir cierta sensación de vértigo. Si hay que escoger un referente por encima de los demás, la inteligencia artificial generativa es el máximo exponente de ese tsunami de potencial recientemente desplegado, aunque no es el único.
Estos avances recientes y sobre todo, la combinación de ellos, se traducen en casos de uso que copan las páginas de noticias de tecnología, aunque algunos de forma más discreta en medios especializados: diagnósticos médicos en remoto, cirugías 100% robotizadas, realidades aumentadas e inmersivas y nuevos modelos de relación, asistentes cada vez más inteligentes, tecnologías en la nube y cloud computing, el internet de las cosas (Iot)... que rodean nuestras vidas (nuestros ‘smartwatches’, bombas de insulina de pacientes diabéticos o sistemas regulación del tráfico en grandes ciudades).
Con todo este caldo de cultivo, y como si se hubiera desatado una caja de pandora digital, por cada una de estas noticias se identifica la correspondiente faceta de nuestra vida o de la sociedad que va a ser impactada de forma irreversible. Aquello que ya nunca volverá a ser igual por una nueva tecnología que “ha llegado para quedarse”.
En paralelo a esta explosión de usos, aplicaciones y super ‘apps’, a diferente velocidad pero a un ritmo constante y creciente, vamos generando nuevos hábitos característicos de una sociedad altamente tecnológica. A medida que vamos incorporando nuevos dispositivos y ‘gadgets’, nos resulta más complicado imaginar la vida sin estas nuevas capacidades que vamos adquiriendo.
La naturaleza dual de la tecnología y las verdaderas amenazas
Tal y como sucedía en la novela de Robert Louis Stevenson, la dualidad entre el bien y el mal es un ejercicio de difícil análisis. “La tecnología no es buena ni mala, ni tampoco neutral”, dijo Melvin Kranzberg en una de sus seis Leyes sobre la Tecnología, “es el uso que le damos lo que declina la balanza hacia uno u otro lado”.
Y estos vertiginosos avances que hemos citado no son una excepción a esta ley. ‘Per se’ no tienen por qué ser negativos, pero sí que implican una alta demanda en cuanto a lo que supone mantenerse actualizado en las últimas novedades que afectarán a nuestra realidad de una forma u otra.
La ley de rendimientos acelerados de Kurzweil expone que la velocidad de progreso tecnológico es creciente, con intervalos de tiempo cada vez más cortos entre hitos o disrupciones, y su impacto es cada vez más profundo en el tejido de la historia humana. Esta ley, trasladada a nuestro día a día, se refleja en la creciente complejidad para asimilar las implicaciones que las tecnologías conllevan y sobre todo en los potenciales peligros que se pueden desatar. No estamos hablando de escenarios hipotéticos en los que las máquinas se hagan con el control de las personas, sino en otras amenazas ya presentes y menos evidentes:
- Problemas de privacidad de nuestros datos: ‘apps’ a las que no sabemos qué permisos concedemos, pero damos muchos más de los que necesitamos. ¿Nuestro móvil nos escucha? ¿Espía nuestras conversaciones y nos manda publicidad de algo que hablábamos en la intimidad? Probablemente sea una ‘app’ a la que le hemos dado permiso sin haber prestado atención.
- La motivación de engaño y mal uso: ¿qué sucede cuando personas con malas intenciones deciden aplicar estas innovaciones para su propio beneficio? La aceleración del desarrollo tecnológico también ha venido acompañado de una mayor accesibilidad a los mismos (y a menor coste) por gran variedad de personas e intenciones: ahora es más fácil desde generar cuentas de redes sociales falsas y promover la desinformación, orquestar un ataque de denegación de servicio distribuido (DDoS) a gran escala o utilizar dispositivos como el recientemente conocido Flipper Zero, que permite clonar y simular frecuencias y señales digitales de su entorno cercano.
¿Cómo protegernos?
El sector bancario es uno de los objetivos de esos usos malintencionados y fraudulentos, por el beneficio económico derivado de esta utilización del vector tecnológico del engaño. Lejos de adoptar una actitud de indefensión, hay que adueñarse a nivel individual de estos avances tecnológicos para precisamente estar más protegidos sobre las nuevas vulnerabilidades y amenazas.
En el sector de las finanzas digitales, existen multitud de nuevas herramientas tecnológicas que están al servicio de nuestra seguridad: la autenticación y firma biometría, procesos de autenticación en dos pasos, tarjetas virtuales de CVV dinámico... Todas ellas aumentan nuestra protección frente al fraude digital, por lo que es importante estar familiarizadas con ellas. Un gran poder (digital) conlleva una gran responsabilidad, tanto para empresas e instituciones o responsables de garantizar la seguridad de sus servicios, como de cada uno de nosotros, responsables de mantenernos actualizados en cuanto a las medidas que tenemos a nuestro alcance para estar más protegidos.