Cinco secretos de la neurociencia para hacer brillar el talento femenino
Los numerosos avances producidos en el campo de la neurociencia nos permiten conocer y comprender con mayor profundidad cómo funciona el cerebro humano y sus distintos mecanismos. “La energía diseña nuestros pensamientos. Se puede programar la energía y con ella los pensamientos”, afirma Ana Ibáñez, especialista en neurociencia aplicada y entrenadora de alto rendimiento cerebral, durante una charla en el marco del programa BBVA Tech Women.
“Nuestro cerebro tiene una máxima que es cuidar de nuestra supervivencia. Para mantenernos seguros está evaluando constantemente si la información del exterior supone una amenaza o no. Si lo he vivido antes y ha terminado bien, me lanzo o si no ha terminado bien, lo rechazo. Si nosotros somos capaces de saltarnos este radar tan alarmista que tiene nuestro cerebro y conectar con la capacidad que tenemos de hacer cosas, conseguimos un cerebro positivo, un cerebro que nos acompaña”, comentaba Ana Ibáñez al inicio de su intervención en la charla de BBVA Tech Women, programa que busca potenciar el talento femenino en el área de Ingeniería del banco.
Y ese es uno de los primeros secretos de la neurociencia que nos hace aprovechar mejor las capacidades que tenemos: un cerebro positivo. Tener un cerebro positivo significa que, seamos capaces de percibir cualquier reto como una oportunidad en lugar de verlo como amenaza. “Somos y vivimos aquello que pensamos. Si ante cualquier actividad de nuestro día, nuestro cerebro nos da la energía que necesitamos para afrontar eso, si te da ese plus de positividad, te vas a atrever a hacer cosas”, indica la experta.
¿Qué se puede hacer entonces para conseguir un cerebro más positivo? Según Ana Ibáñez, está demostrado neurológicamente que los pensamientos cambian en función de la energía que tenemos. Es decir, si la energía es la adecuada tendemos a tener pensamientos positivos y viceversa. Se puede programar la energía y con ella los pensamientos, si logramos que nuestro cerebro conecte con el nivel de activación adecuado de áreas del córtex prefrontal, por ejemplo a través de la música, a través de una canción que evoque un momento de felicidad ya vivido y que haga que nuestro cerebro active una neuroquímica adecuada.
El segundo secreto es afrontar retos sin estrés. A pesar de que es prácticamente imposible hacer desaparecer el estrés, este, al igual que los pensamientos, también se puede programar.
La clave para Ibáñez está en decirle a nuestro cerebro los beneficios que nos va a proporcionar la situación que nos causa estrés y el tiempo que va a durar, saber que tiene fin. “Es necesario decirle a nuestro cerebro que tiene un fin, pero que además le vamos a dejar tiempo para disfrutar y hacer actividades placenteras que no le exijan búsqueda de un objetivo salvo el de pasarlo bien y soltar presión, para equilibrar la carga diaria del deber”, señala la ingeniera química especialista en neurociencia aplicada.
El tercer secreto es reprogramar el valor que nos damos, mejorar la autoestima. Pero ¿qué es la autoestima? “La autoestima es algo vivo que sube y baja, lo definiría como lo ‘queribles’ que nos sentimos por nosotros mismos y por los demás”, define Ibáñez.
Desde pequeño el ser humano busca pertenecer, sentirse parte de un grupo por una cuestión de supervivencia, si nos quieren, nos van a proteger y cuidar. En gran medida, los sentimientos de nuestra infancia son una de las cuestiones que impacta de forma directa en la autoestima que tenemos al llegar a ser adultos.
“Reconocer el patrón que nos acompaña en nuestra edad adulta y que nos autolimita es crucial. Reconocer ese patrón programado, ese atributo que nos definía entonces y cambiarlo por aquel que queremos que nos defina ahora va ayudarnos a encontrar un ‘Estado de Flow’, es decir, ese estado que nos permite fluir, esa corriente, que no cierra puertas, que libera espacios, va a aflorar el talento, ese talento que tenemos y que en ocasiones opacamos y limitamos inconscientemente por vivir encorsetadas en vez de fluir”, comenta.
También es efectivo identificar los talentos propios. Si nos resulta complicado ver esos talentos, se pueden preguntar varias cosas positivas que destacan de nosotros las personas de nuestro entorno. Ya que en ocasiones no son visibles para nosotros mismos, pero sí para el resto y escucharlo de terceras personas, puede hacer tomar mayor conciencia de ello.
"Las personas que más sufren del síndrome del impostor son personas inteligentes, que se demandan mucho, que tienen puesto su baremo muy alto y que son sensibles a lo que pasa alrededor"
El cuarto secreto está relacionado con el síndrome del impostor o la impostora. En palabras de Ibáñez, “es la demostración de que eres una persona sensible y con sensibilidad. Las personas que más sufren del síndrome del impostor son personas inteligentes, que se demandan mucho, que tienen puesto su baremo muy alto y que son sensibles a lo que pasa alrededor”.
Pensar que no te pertenecen a ti los logros, que lo conseguido ha sido por suerte, por casualidad, que lo que ven los demás no es lo que eres, que corres el riesgo de que te descubran… Esto está relacionado con la creencia de que las cosas se consiguen con esfuerzo. Cuando somos buenos en algo, no nos supone un esfuerzo y es ahí donde aparece la alarma cerebral: estás haciendo las cosas muy bien sin esforzarte, te van a pillar, eres un impostor.
Para reducir las dudas del síndrome del impostor, Ana Ibánez nos recomienda pensar en que si estamos ahí es por algo, “porque valgo para ello, porque me gusta y porque ya nos hemos enfrentado a muchos retos para estar aquí. Eso ya debería ser suficiente para no tener que demostrar nada más”.
Según la experta, “otra cosa que también ayuda es ver que lo que hacemos va más allá de nosotras, que impacta a otros y ayudemos a los demás. Cuando nuestro objetivo es hacer algo que va a impactar en los demás y el cerebro sale no desde el miedo si lo vamos a hacer bien o no, si no desde la oportunidad, de que para alguien va a ser valioso”.
El último secreto es que el liderazgo femenino es el futuro. El cerebro femenino tiene una gran flexibilidad debido a los numerosos cambios a los que se enfrenta, como cambios hormonales mensuales, la maternidad… Esa flexibilidad da a las mujeres una capacidad de adaptación superior y una mayor sabiduría cerebral, con intuición, visión global y empatía.
“Tenemos muchas cualidades para ser grandes líderes. Para conseguirlo solo necesitamos ver oportunidades en lugar de amenazas; tener un pensamiento divergente, un pensamiento creativo que conseguimos cuando nuestro cerebro está a gusto y la energía, ser capaces de detectar nuestra energía y cambiarla”.
“Todas las mujeres somos líderes. Todas las mujeres que nos desarrollamos y trabajamos en el ámbito STEM tenemos la capacidad de impactar en niñas, en adolescentes, futuras profesionales en el ámbito científico y también en otras mujeres, porque necesitamos ese cerebro que tienen con tantas habilidades y capacidad de adaptación , porque sin duda eso va a mejorar y mucho, el mundo”, concluye.
La charla de Ana Ibánez se enmarca en las acciones de BBVA Tech Women, un programa que busca visibilizar y potenciar el talento femenino tecnológico que existe dentro de la organización, para crear modelos que inspiren y se conviertan en referentes. Para ello, entre otras iniciativas, es fundamental fomentar crecimiento personal y profesional de las tecnólogas entre otras acciones se encuentra la charla impartidas por Silvia Congost, el taller de #IamRemarkable realizado con Google o reforzar y proyectar tu marca personal en LinkedIn.