El 'big data' puede tener un papel relevante en la persecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que la comunidad internacional pretende alcanzar en 2030. Para ello, se necesita más información y más colaboración público-privada.
El ‘big data’ no es solo una herramienta empresarial. La utilización inteligente de enormes cantidades de datos para tomar decisiones más eficientes también empieza a ser una realidad en ámbitos cooperativos, filantrópicos y sociales. De hecho, también puede ayudar a construir un mundo mejor.
Aquí entran en juego los Objetivos de Desarrollo Sostenible, 17 compromisos en los que se puso de acuerdo la comunidad internacional en 2015, con un marco temporal de 15 años. Las empresas también juegan un papel destacado en este esfuerzo global y para canalizar su labor se creó la Red del Pacto Mundial, de la que forma parte BBVA. Su adhesión implica el compromiso de llevar a cabo una gestión ética basada en los 10 Principios del Pacto Mundial.
De lo genérico a lo tangible
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son un reto de enorme complejidad en todos los terrenos. Y para analizar su grado de cumplimiento, el manejo de ‘big data’ es fundamental. Esa es la obsesión de Philipp Schönrock, director de Cepei (Centro de Pensamiento Estratégico Internacional), que tiene el objetivo de convertir en algo tangible los 17 objetivos globales, a través de 169 metas concretas.
El punto de partida es mejorable. Según Schönrock, ningún país del mundo tiene la suficiente información en sus centros estadísticos para poder medir sus avances en la consecución de los objetivos.
“El promedio de los países solo tiene información del 39% de los indicadores. Es decir, existe todavía una zona gris de más del 60% de la información”. Algo que supone un gran obstáculo si se quiere tener certeza del impacto real de las políticas que se están llevando a cabo. “Necesitamos información para medirla. Y en la actualidad tenemos la capacidad necesaria para poder hacerlo”, subraya Schönrock durante su intervención en la sexta edición de la Big Data Week, celebrada en Madrid.
Philipp Schönrock, durante su ponencia en Big Data Week.
Ante el reto del acceso a la información, este experto que lidera DataRepública, un laboratorio de datos para el desarrollo sostenible, defiende la necesidad de promover una mayor transparencia: las empresas y organismos alrededor del mundo tendrían que colaborar más, dando acceso a sus datos. Para ello es necesario crear confianza entre los diferentes actores que comparten sus datos, para poder asegurar un uso responsable de los mismos.
Tener esos datos, con precisión y rapidez, es clave para poder medir la eficacia de las políticas que se aplican. Gracias a los datos “puedes ver si las políticas creadas para acabar con la pobreza están beneficiando a las personas que lo necesitan”, y también qué está fallando y cómo se puede mejorar.
A Schönrock también le preocupa la comunicación de los datos de las políticas de desarrollo y ayuda en situaciones de emergencia humanitaria. “Tenemos muchas buenas historias mal contadas”, incide este experto. En su opinión, presentando la información de forma más atractiva, se llegará a un público cada vez más amplio y se tendrá más influencia en los gestores públicos.
Aplicaciones de ‘big data’
Ya hay experiencias muy interesantes respecto al uso del ‘big data’ en la gestión de grandes catástrofes: en 2016 UN Global Pulse y BBVA Data & Analytics desarrollaron un estudio sobre las operaciones financieras antes y después de una catástrofe natural, tomando el caso real del paso del huracán Odile por el estado mexicano de la Baja California Sur. Este estudio ha permitido a Naciones Unidas validar el uso de los datos financieros para medir la resiliencia ( capacidad de recuperación) ante desastres naturales.
“Este tipo de datos cuantitativos en tiempo real sobre cómo se preparan las personas para una catástrofe podría utilizarse para promover un abastecimiento selectivo de suministros o de transferencias monetarias a las poblaciones más vulnerables”, manifestó, por entonces, Miguel Luengo-Oroz, Científico Jefe de Datos de UN Global Pulse.
Tras estos primeros avances, la narrativa de los datos empieza a tomar protagonismo en la agenda de los expertos. Cuando se habla de catástrofes naturales: ¿cómo llegan los datos?, ¿cómo puede entenderse su lado humano? La respuesta de Schöntock está en visualizarlos de manera poética –habla de la “poética de los datos”– y contar historias con narrativa.
Para lograrlo, Schönrock anima a los científicos de datos a salirse de su zona de confort y trabajar con periodistas de datos, contribuyendo, por ejemplo, al Objetivo 17: establecer alianzas para lograr los objetivos.
“Es muy interesante porque es la primera vez que los científicos de datos podemos entrar en otros campos para comunicar, analizar e investigar los datos de una manera muy diferente y generar alianzas multisectoriales o público-privadas”, puntualiza este experto en ‘big data’.
Recientemente, BBVA Data & Analytics colaboró en ‘Data for Climate Action’, otra iniciativa de UN Global Pulse, en este caso destinada a buscar soluciones contra el cambio climático a partir de 11 conjuntos de ‘big data’ proporcionados por empresas. Entre los premiados de la competición se encuentra un equipo de Yale que utilizó los datos de transacciones realizadas con tarjetas de débito y crédito en España de BBVA (proporcionados a través del API PayStats), junto con información atmosférica de Earth Networks, para analizar la relación entre hábitos de consumo y contaminación atmosférica. Sus resultados indicaron que, a mayor niveles de polución, menor es el nivel de consumo en comercios en las 12 provincias analizadas. Según los autores del estudio, el hallazgo aporta un nuevo argumento para incentivar las políticas verdes en los centros urbanos.