Cerrar panel

Cerrar panel

Cerrar panel

Cerrar panel

Innovación Act. 05 mar 2019

Chips bajo la piel para pagar el billete del tren

Más de 4.000 suecos se han implantado un dispositivo inteligente que les permite abrir puertas, compartir sus datos de contacto e incluso comprar alimentos en máquinas de 'vending'. Es tan solo uno de los ejemplos de las nuevas formas de pago invisibles que están revolucionando el sector.

mujer-tren-trasporte-estacion-viaje-viajar-bbva

La ciencia ficción se está quedando corta. El mundo de la tecnología avanza una velocidad de locomotora que es difícil diferenciar entre la realidad y la fantasía. Por ejemplo, en Suecia ha surgido una fiebre por ponerse un microchip debajo de la piel. Aunque parezca mentira, los suecos han dado vida a aquello que se denomina 'biohacking', que consiste en la unión entre el ser humano y la informática. Son más de 4.000 personas las que tienen ya uno de estos dispositivos, que son del tamaño de un grano de arroz, y con los que se pueden abrir puertas, compartir datos de contacto, comprar alimentos en máquinas de 'vending' y hasta pagar un billete del tren.

Fue en 2015 cuando saltaron al mercado los primeros microchips para ponerse debajo de la piel; desde entonces, no han parado de expandirse por todo el país escandinavo. Estos dispositivos tienen una dimensión que no supera los 12 milímetros de largo. En su interior cuentan con un sistema NFC ('Near Field Communication') –muy similar a los que se tiene en el carnet de identidad o en las tarjetas 'contactless'–, que permite encriptar información personal. “Los suecos han entendido que la evolución tecnológica es un paso inevitable”, dice Juanjo Tara, un ingeniero informático que ha sido uno de los primeros españoles en llevar uno de estos artilugios entre el pulgar y el dedo índice.

Tara no solo se ha atrevido a unirse a este pequeño ejército de 'cyborgs', un acrónimo de 'cyber' y 'organism' (organismo cibernético) que se utiliza para definir a una persona compuesta de organismos vivos y aparatos cibernéticos. Desde 2016, su empresa, Dsruptive (con sede en Suecia), se ha volcado al desarrollo de su propio dispositivo. “Hemos creado algo parecido a un pequeño teléfono inteligente, un pequeño ordenador”, explica vía telefónica. A diferencia de los primeros microchips suecos, el producto de Tara cuenta con un sensor, herramientas de inteligencia artificial, memoria y una luz led que se enciende cada vez que se utiliza el aparato.

apertura-bbva-microchip-mano

Más de 4.000 suecos ya se han implantado un dispositivo inteligente como este para abrir puertas o realizar pagos.

“Un microchip nunca va a ser un ordenador, porque le hacen falta los datos de comunicación y la memoria. Un chip es como una tarjeta de crédito; estamos hablando de meter sensores y diseñar un dispositivo complejo. Esa es la gran diferencia”, destaca. Pero Dsruptive no es la única firma que se ha empeñado en el desarrollo de estos aparatos. Diversas compañías, como Dangerous Things o Biohax, se están sumando a esta revolución que se ha desatado en Suecia, uno de las tres naciones (después de Finlandia y Alemania) más innovadoras de la Unión Europea, según un análisis hecho por la agencia Bloomberg. No es casual que en el país escandinavo estén las compañías de tecnología más grandes de Europa y que se considere como un Silicon Valley regional.

“Los suecos son una sociedad hiperconectada y que no teme a la tecnología... Es un país que abraza la innovación y entiende que es parte de su vida”, recalca Tara. Pero Suecia no está sola en esta revolución. También otros países (Alemania, Australia y Nueva Zelanda) están adoptando e innovando en estas tecnologías subcutáneas. En España ya se están haciendo algunas pruebas. “Entendemos que en el futuro vamos a tener implantes para almacenar cualquier tipo de información”, asegura Tara. “Vamos a poder pagar y llevar el pasaporte en él. En resumen, vamos a eliminar la billetera física de nuestro bolsillo para tener todo en un dispositivo del tamaño de un grano de arroz en la mano”, agrega.

Los pagos cada vez más invisibles

Esta tecnología disruptiva se une a otras soluciones enmarcadas dentro de los llamados pagos invisibles, es decir aquellos pagos realizados por el cliente en los que se elimina la fricción tradicional del momento de la compra (hacer cola, pasar productos por una cinta transportadora, cobrar manualmente, etc). De esta forma, se mejora la experiencia de usuario sin por ello renunciar a la seguridad ni a la información que tanto el cliente como el comercio necesitan. Este tipo de innovaciones emplean varias tecnologías: reconocimiento de imágenes, algoritmos de aprendizaje profundo y procesamiento de datos, entre otras.

Lo que se busca es automatizar los pasos y comprar sin detenerse. Tal y como lo ha puesto en marcha Amazon en su tienda Amazon Go, en Seattle, en EE. UU. Para ver la magia de la tecnológica, sin embargo, no hace falta ir tan lejos. En España, BBVA está desarrollando métodos de pago basados en innovaciones biométricas para hacer ‘invisible’ el momento del pago. La firma ha empezado a utilizar esta herramienta en las cafeterías y restaurantes de Ciudad BBVA. El sistema emplea algoritmos de ‘machine learning’ para identificar los rostros de los usuarios y los alimentos que se han elegido, para después efectuar correctamente el cobro en la tarjeta del cliente.

Este novedoso proyecto se está llevando a cabo con la tecnología de Veridas, la ‘startup’ de biometría que BBVA creó en 2017 junto con Das-Nano. La firma está especializada en el desarrollo de ‘software’ para la verificación y autenticación digital de la identidad personal, a través del reconocimiento facial, de voz o de imágenes o documentos o con la lectura de huellas. Pero más recientemente, la institución financiera, a través de su fondo de inversión de capital riesgo Propel Venture Partners, ha invertido en Grabango, una 'startup' que ha lanzado la primera solución tecnológica disponible para grandes empresas que permite implantar un sistema de pago automático en tiendas físicas.

La plataforma de Grabango, con sede en Silicon Valley, emplea una red de computación descentralizada (o 'edge computing'), que permite procesar millones de transacciones simultáneamente. El sistema también utiliza técnicas de 'machine learning' y visión artificial, y es capaz de crear una cesta de compra virtual para cada persona que visita la tienda. El registro de los productos, así como el pago, se realiza de forma automática.