El capital riesgo lidera la financiación de las ‘start-up’ españolas
¿Cómo se financia las start-ups españolas? ¿Cuál es la fórmula que mejor se adapta a sus necesidades? Este ha sido uno de los temas de debate de la Semana del Emprendimiento organizada por Google que se ha celebrado en el Centro de Innovación BBVA de Madrid (España).
Aceleradoras, venture funds y crowdfunding son términos cada vez más usados en el diccionario de las start-up. Representan nuevas formas de financiación especialmente diseñadas para que una buena idea se convierta en una línea de negocio exitosa y no muera en la búsqueda de fondos. Pero, entre este galimatías de jerga, ¿cuál es el término que se mejor se adapta a las necesidades y posibilidades de cada una de estas pequeñas empresas? Este ha sido uno de los temas de debate que ha tenido lugar en el Centro de Innovación BBVA de Madrid (España) en el marco de la Semana del Emprendimiento organizada por Google.
Las variadas estrategias de inversión están siendo cada vez más y mejor aprovechadas por las start-up españolas. Así, sus fondos obtenidos durante el tercer trimestre de 2014 alcanzaron los 102 millones de euros, lo que supone un aumento del 96% con respecto al mismo periodo del año anterior, según un reciente informe de Startup Explore. Cuatro de las 41 rondas de financiación ejecutadas en dicho trimestre superaron los 10 millones de euros y otras seis rebasaron los seis millones de euros.
Para maximizar las posibilidades de obtener estos niveles de recursos, existen varias vías de financiación. Sin embargo, los ponentes del encuetro de Google coinciden en que el trabajo empieza en casa. El fundador del venture fund(empresa de capital riesgo) Fools Fund, Cedric Kutlu, recomienda recurrir a la familia y los amigos que “serán los primeros en confiar en tu producto y en ti”. Aunque reconoce que esta primera fase nunca suele superar el 15% de la financiación que luego podrá obtener la start-up.
Cuando se ha obtenido el capital mínimo para empezar a andar, la start-up deberá centrarse en conseguir clientes que confíen en el producto y que otorguen confianza para que inversores se fijen en la idea. “Los clientes son la prueba del éxito y si tienes una buena base de clientes será más fácil pedir dinero a grandes empresas”, explicó el empresario.
Una vez consolidada la base de clientes, las opciones para encontrar financiación son muchas. Entre todas ellas, el informe de Startup Explore destaca como principal el recurrir a una empresa de capital riesgo. Estas empresas se fijan en ideas innovadoras para apoyarlas en una etapa temprana y representan la opción mayoritaria en España, que actualmente cuenta con 172 fondos de inversión. En 2012, las empresas de capital riesgo en el territorio se limitaba a esta cifra se limitaba 78 de capital nacional y 15 extranjeras, según un informe de Web Capital Riesgo.
Las start-up recurren cada vez más a nuevas formas de financiación.
Aceleradoras y crowdfunding
El auge de las venture fund no ha impedido que surjan otras fórmulas complementarias para financiar e impulsar las nuevas ideas. En los últimos años, las conocidas como aceleradoras de start-up también han aumentado su presencia en España. Esta fórmula, nacida en Silicon Valley (EEUU), consiste en programas que impulsan a las empresas cuando están comenzando a desarrollar sus ideas. Estas iniciativas ofrecen formación, recursos y ponen en contacto a start-up con inversores que puedan estar interesados en financiar el proyecto.
Antes de que una empresa se decida a recurrir a una de las 71 que actualmente posee España, según Startup Explore, Kutlu recomienda “comprobar cuántos años lleva trabajando, qué proyectos han llevado antes, cuáles son las historias de éxito y qué mentores forman parte de la aceleradora”. Estas aceleradoras pueden aportar una formación decisiva a la hora de enfrentarse a inversores y mostrar la seguridad necesaria para que decidan financiar una start-up. “Hay que asegurar que el emprendedor cuente con la profesionalidad adecuada como para que el inversor no tenga miedo a poner su dinero en su proyecto”, explica el responsable del Programa de Desarrollo de Google, Andrés Leonardo Martínez.
Otra opción complementaria y que puede servir para aumentar la financiación es el crowdfunding o micromecenazgo. Esta fórmula consiste en recibir pequeñas aportaciones de particulares por internet a cambio de un servicio o un producto una vez completada una primera ronda de financiación.
Un caso de éxito de crowdfunding es el de la start-up Mobincube, cuyo software, que permite crear apps de forma sencilla, consiguió 300.000 euros en una ronda de financiación a través del portal The Crowd Angel. El cofundador de esta empresa, Fernando Marzal, cuenta: “Lanzamos la campaña de crowdfunding porque nos faltaban inversiones para terminar el objetivo que nos marcamos para la primera ronda de financiación”.
Además de financiación, las campañas de crowdfunding sirven para obtener publicidad gracias a la difusión por redes sociales y medios de comunicación. Marzal confirma que su campaña les aportó “mucha visibilidad que, a su vez, consiguió atraer a nuevos fondos de inversión”.
Ecosistema
Para que las start-up puedan acceder a financiación es importante que cuenten con un ecosistema emprendedor que fomente el acceso a todas estas fórmulas. Martínez explica que “hay que mejorar la densidad de emprendimiento en España”. Se refiere a la necesidad de crear un ecosistema que permita una relación en red más fluida entre ciudades con alto nivel de emprendimiento como Madrid, Barcelona y Sevilla.
“Actualmente en España se invierte el 1% de lo que se invierte en Silicon Valley y eso se debe a que allí hay mucha más densidad de emprendimiento”, previene Martínez En este sentido, cree que se debe replicar el sistema que “ha funcionado en otros sectores como el de la ingeniería civil en el que España es líder con proyectos como el Canal de Panamá o el Metro de La Meca”.
El tiempo en el que una start-up se acerca al banco para pedir financiación y desarrollar su idea puede estar llegando a su fin. Crowdfunding, venture funds y otras nuevas formas de financiación se adaptan mejor a las necesidades de las start-up e incluso hablan su propio idioma.