Blockchain.. más allá de bitcoin
Distribución, transporte internacional, arte, periodismo… El auge del bitcoin se ha llevado todos los titulares, pero los usos de blockchain ya trascienden al mundo financiero.
Desde que el término blockchain comenzó a aparecer en los medios de comunicación le acompaña una coletilla de cinco palabras: “la tecnología que sustenta bitcoin”. Sin embargo, blockchain es mucho más, y sus usos trascienden a la moneda digital. Pero para entender bien dónde se usa blockchain y, sobre todo, dónde se puede llegar a aplicar hay que comprender primero exactamente qué es.
Como explicó en unas recientes jornadas Javier Sebastián, digital revolution senior manager de BBVA Research, de la misma manera que internet descentralizó la información, blockchain descentraliza los procesos de certificación, o, dicho de forma menos técnica, la confianza.
Blockchain hace innecesarias las autoridades centrales que validan todo tipo de operaciones y permite que esa labor sea suplantada por el consenso de la red mediante la aplicación de algoritmos previamente pactados. Además, cualquier cambio en los datos de la operación queda registrado, inalterable y a la vista de todos los miembros de la red, lo que hace de blockchain una herramienta muy poderosa en todo lo que tenga que ver con la trazabilidad y la prevención del fraude.
En consecuencia, blockchain tiene un enorme potencial en todo tipo de actividades económicas donde existe una intermediación y autentificación, y la necesidad de controlar la información para prevenir fraudes o ineficiencias. Con esas premisas, ¿dónde se está aplicando ya?
Desde comida en mal estado a carga marítima Blockchain se puede utilizar para vender bitcoins, pero también para detectar comida en mal estado. Es lo que ya está haciendo la cadena estadounidense de supermercados Wal Mart, de momento en pruebas con dos productos. Se trata de, a través de blockchain y en colaboración con IBM, tener absolutamente todos los datos de la trazabilidad de un alimento, desde el productor hasta la estantería: cómo y dónde se cultivó el alimento y quién lo ha inspeccionado.
El objetivo final de este experimento es poder actuar directa y rápidamente en el caso de que haya una partida de productos en mal estado. Ante cualquier problema y gracias a la cadena de bloques, Wal Mart retiraría el producto defectuoso, y solo realmente el que está en mal estado, en vez de actuar a bulto como hasta ahora.
No es solo una cuestión de eficiencia empresarial, sino también de salud pública: se reacciona más rápido y se identifica rápidamente la fuente del problema. El Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos calcula que cada año mueren 3.000 personas en ese país por alimentos en mal estado.
Las ventajas de una trazabilidad instantánea y compartida están detrás de otros de los usos de blockchain que planea Maersk, la mayor naviera del mundo. En su negocio hay muchos intermediarios públicos y privados que manejan varios idiomas, lo que conlleva una alta probabilidad de errores. Para reducirla, la tecnología de la cadena de bloques puede ser de gran utilidad.
¿Cómo? Aliada también con IBM, Maersk ha desarrollado una red de blockchain cuyos participantes comparten en tiempo real la información sobre la carga de los barcos, y cualquier tipo de cambio en los datos queda registrado. Si hay errores, se sabe de dónde vienen, y cómo y cuándo se han producido, sin necesidad de papeleo y con el consiguiente ahorro de costes. Si esta prueba sale bien, Maersk ya tiene pensado el segundo paso: hacer público en su blockchain los contenedores libres de sus barcos para encontrar nuevos clientes y no desperdiciar ni un metro cúbico de capacidad naval.
Derechos de autor y salud
La gestión eficaz de los datos, su trazabilidad y su gestión compartida con los actores autorizados son los pilares de estos experimentos de WalMart y Maersk. Pero blockchain también está empezando a ser utilizado en el mundo de la cultura y el arte por su utilidad en todo lo relacionado con los derechos de autor.
Iniciativas como Mediachain, Creativechain y Ascribe son ya la prueba de cómo blockchain es una buena herramienta en la lucha contra la piratería digital y para defender los derechos de autor. Gracias a esta tecnología, los autores pueden registrar sus creaciones sin intermediarios, y cada archivo cultural lleva con él toda la información sobre sus titulares y sus derechos.
Se sabe quién lo ha hecho, quién lo ha modificado y a quién hay que pagar: cuando la legislación de derechos de autor se ajuste a estas nuevas posibilidades tecnológicas, puede ser un freno a la desaforada circulación de creaciones artísticas y culturales por la red sin tener en cuenta los derechos de sus creadores. Esa capacidad de trazabilidad y de certificación de la autoría de blockchain también comienza a tener sus aplicaciones prácticas en el periodismo, fortaleciendo modelos de negocio alternativos sustentados en los micropagos y la desintermediación.
Canciones, palés de mercancías, noticias, alimentos…. Pero, ¿qué pueden hacer tecnologías como blockchain cuando hablamos de datos personales de cada uno de nosotros? A esa pregunta trata de responder la última iniciativa de Deepmind, la filial dedicada a la inteligencia artificial de Google. Acaba de llegar a un acuerdo con el NHS británico (el sistema nacional de salud, de titularidad pública) para auditar, con una tecnología similar a blockchain que han bautizado como Verifiable Data Audit, todos los datos de salud de la entidad.
Ese acuerdo es la otra cara, imprescindible, del gran proyecto que están desarrollando Deepmind y el NHS: desarrollar modelos de inteligencia artificial y machine learning para identificar problemas de salud mediante el estudio estadístico de los historiales médicos. El avance en la prevención sanitaria es muy tentador, pero antes de recorrer completamente ese camino hay que asegurar la privacidad de los datos de cada paciente, y ahí es donde entra esta nueva tecnología.
¿Cómo? Siguiendo las mismas técnicas criptográficas de bitcoin, DeepMind registrará y verificará que ocurre con cada pequeño dato de la salud de un paciente. Si alguien del NHS o de la empresa de Google utiliza el dato de la presión arterial de un señor de Manchester, quedará registrado en un libro contable digital, y todos los participantes en el proceso tendrán claro bajo qué condiciones estrictas se puede utilizar esa información.
La idea de Google es ir más allá, compartiendo su sistema como software de código abierto, de tal forma que otras organizaciones puedan crear sus propios sistemas de auditoría de datos. No es blockchain, pero sí comparte alguna de sus características -trazabilidad, control de los datos- y su potencial revolucionario. El día en el que tengamos la posibilidad de controlar nuestros datos públicos como hoy se pueden gestionar nuestros bitcoins con blockchain está más cerca.