Bitcoin, una criptodivisa con mucha volatilidad
A pesar de la incertidumbre que impera en el panorama geopolítico mundial, el valor de la criptodivisa por excelencia ha crecido en torno a un 2.400% en los últimos dos años. La naturaleza del bitcoin, independiente de las decisiones de organismos económicos y gobiernos, explica el comportamiento de su cotización y abre el debate sobre si podría llegar a ser un valor refugio.
A lo largo de este año hemos visto cómo los riesgos geopolíticos y la incertidumbre palpable en el escenario mundial han tenido importantes efectos en las principales divisas de curso legal. La libra tocó en agosto su nivel más bajo frente al euro desde 2009 por el inestable panorama político en Reino Unido y el valor del dólar estadounidense ha acusado las dudas generadas por las políticas de la era Trump y las tensiones del conflicto norcoreano. Los mercados son sensibles y los inversores buscan en esos momentos proteger sus activos.
En escenarios así, la otra cara de la moneda tiene nombre digital: bitcoin, que parece salir reforzado. En agosto, el valor de la divisa digital del mundo más conocida se disparó hasta situarse al filo de los 4.500 dólares y en octubre ha llegado a superar la barrera de los 6.000 dólares, alcanzando su máximo histórico.
De hecho, bitcoin ha acumulado en los últimos dos años un repunte próximo al 2.400% y solo durante lo que va 2017 su valor se ha multiplicado por seis (en enero un bitcoin se compraba por unos 900 dólares).
Una cotización propia
Pero, ¿qué es bitcoin y cómo funciona su cotización? Esta moneda digital se basa en un protocolo creado en 2009 por el experto (o grupo de ellos) detrás del pseudónimo Satoshi Nakamoto. La principal característica de la criptodivisa es su descentralización: es independiente de cualquier banco central o gobierno, ya que, a diferencia de las monedas fiat, el bitcoin no es emitido por decisión de ninguna entidad oficial. Se trata de un sistema monetario en el que el control lo realizan, de forma indirecta mediante sus transacciones, los propios usuarios.
De esta manera, el propio mercado —oferta y demanda— es quien determina su tipo de cambio y, por tanto, su precio. Además, la emisión es limitada, ya que el sistema solo permite que se lleguen a generar como máximo 21 millones de bitcoins.
La falta de regulación y vigilancia por parte de organismos oficiales ha hecho que el bitcoin sea atractivo para algunos inversores. Sin embargo, dichas características son también la causa de que su cotización sea extremadamente volátil. De hecho, desde su creación ha habido varias ocasiones en las que su valor se ha disparado para luego sufrir caídas repentinas, por ejemplo, durante la crisis financiera de Chipre en 2013.
¿El oro digital?
Por sus características —duradero, palpable, limitado y valioso en sí mismo—, el oro ha demostrado a lo largo de la historia ser el valor refugio por excelencia. Invertir en el metal dorado ha sido siempre sinónimo de seguridad y protección del capital, sobre todo en tiempos de vaivenes políticos y económicos.
Defensores de bitcoin lo han llegado a bautizar como el “oro digital” por el hecho de que su emisión es limitada y porque su cotización reacciona en el mismo sentido que los valores refugio tradicionales en momentos de tensiones geopolíticas. Incluso algún experto de Wall Street ha apostado por esta comparativa.
Recientemente, Goldman Sachs se situaba en el otro lado del debate: “las criptomonedas como bitcoin no son el nuevo oro”, advertía a los inversores. Sus analistas aseguran que los metales preciosos siguen siendo el mejor valor seguro y recuerdan que, a pesar de su popularidad, la volatilidad media de bitcoin ha sido siete veces la del oro en 2017. En definitiva, ante el ritmo imparable de la criptodivisa, hay expertos que consideran que en estos momentos existe una “burbuja”, mientras que otros creen que su valor seguirá aumentando.
En cualquier caso, lo cierto es que su aceptación va avanzando: por ejemplo, en septiembre una compañía inmobiliaria londinense anunció que permitiría a sus inquilinos pagar el alquiler en bitcoins, mientras que en Japón es un medio de pago legal. El último caso de economía "tradicional" que reconoce el valor de bitcoin como activo, es el de CME Group (Chicago Mercantile Exchange). El gestor del mayor mercado de derivados y futuros del mundo ha anunciado que sacará al mercado futuros de bitcoin antes de finalizar el año “debido al creciente interés de los clientes en los mercados de criptomonedas”. Esta decisión de CME supone un fuerte empujón a las monedas virtuales como activo financiero.