El ‘big data’ también se puede aplicar a un juego tan impredecible como el fútbol. Las lesiones, el rendimiento deportivo y el encaje de los posibles fichajes ya son objeto de estudio por la inteligencia artificial. Un algoritmo puede ayudar a convertir en campeón a un equipo, o descender a otro. Es el nuevo fútbol, el de los datos.
El deporte rey está lleno de tópicos que ya forman parte del propio juego. “Fútbol es fútbol”, “El fútbol es así”, “El fútbol es un deporte en el que juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania”. Frases con las que se intenta relativizar la complejidad de este deporte.
Pero esos mantras que se repiten en el mundillo futbolero han perdido vigencia en el fútbol actual. El gran volumen de información que se maneja ha convertido a los profesionales del ‘big data’ en auténticos protagonistas del juego. No acaparan los focos como las grandes estrellas, pero de sus análisis puede depender el éxito de cualquier equipo.
Por tanto, aquella frase sobre Alemania y su poderío futbolero que popularizó el ex delantero inglés Gary Lineker no es ni de lejos cierta. Los datos contradicen al ahora analista en televisión. Y es que si hablamos de encuentros oficiales de selecciones nacionales, Alemania solo ha ganado el 58% de los 946 partidos que ha disputado a lo largo de 110 años. Es un porcentaje sensiblemente menor del que tienen, por ejemplo, España y Brasil, que superan el 60%.
Las predicciones, los favoritismos y los expertos pueden ir en una dirección, pero la realidad a veces elige otra. El lápiz y la libreta han quedado atrás: la tecnología se ha convertido en compañera inseparable del fútbol. Un negocio global en el que los clubes deben ganar partidos y títulos, sin olvidar amortizar los fichajes astronómicos que realizan. Algo no siempre fácil si solo se tiene en cuenta el mero ‘11 contra 11’.
De ese problema surge la oportunidad de negocio que está tratando de explotar Olocip. Se trata de una empresa de origen español que aplica ‘big data’ y técnicas de inteligencia artificial para, mediante la aplicación de más de 10.000 algoritmos, ofrecer información relevante a clubes de fútbol. Sus promotores son dos expertos en inteligencia artificial, Pedro Larrañaga y Concha Bielza, y un futbolista profesional en activo, Esteban Granero, actual centrocampista del Espanyol de Barcelona.
La promesa de este empresa es atractiva y ambiciosa. La estructura de un club de primer nivel está muy bien dotada de profesionales, cada uno de ellos encargados de un cometido concreto: el entrenador, su equipo asistente, la secretaría técnica que busca fichajes, el responsable de la cantera, el médico, el nutricionista, el fisioterapeuta… Hay hasta expertos en lanzamientos de banda.
Sin embargo, los datos son el aliado perfecto para poder predecir con mayor exactitud estados de forma, prevenir lesiones e incluso encontrar a los ‘cracs’ del futuro. El ‘big data’ ayuda a saber en qué franja de partido es más peligroso el equipo rival, qué jugadores pueden combinar mejor como pareja de delanteros o el devenir de un choque en tiempo real. Ejemplo de ello fue el estudio realizado por el equipo de BBVA Data & Analytics que clasificó a las selecciones del pasado Mundial de Rusia y sus jugadores según su estilo de juego. Cada pase, gol, regate exitoso… asigna un rol específico a cada futbolista.
La pizarra y la libreta ha pasado a un segundo plano gracias al uso de la tecnología en el fútbol.
En el caso de Olocip, la empresa estructura su oferta en tres áreas, según explicó en el reciente congreso Big Data Spain uno de sus especialistas en ‘machine learning’, Ander Alcón. Son TCT Coach, TCT Doc y TCT Scout. Herramientas con las que se puede analizar el juego en tiempo real, permitiendo a los entrenadores poder maniobrar durante el partido en sí, y no para el siguiente. Recoge centenares de variables que permiten a los técnicos dosificar el tiempo de sus estrellas, y evitar así lesiones indeseadas.
Además, uno de sus puntos fuertes es que permiten que sus clientes (equipos, agencias de representación de futbolistas...) conozcan las ‘tripas’ de sus algoritmos, pudiendo personalizar esas fórmulas y así lograr información a medida y aún más precisa.
El partido seguirá siendo impredecible, y ahí está su gracia, pero el margen de error se reduce. Y el fútbol es un juego, sí, pero también un negocio en el que los errores pueden costar millones de euros.