Los turistas en Madrid gastan más en los alrededores de los monumentos y museos que en Barcelona. Los vecinos de Vila de Gràcia en Barcelona comparten el mismo estilo de vida que los del madrileño barrio de Malasaña. Sant Antoni y Poble Sec son lugares de moda para cenar y después tomar una copa, y, en Madrid, el barrio de Lavapiés vive una transformación hacia una actividad más cultural.
Estas son algunas de las conclusiones que se pueden extraer de Urban Discovery, un proyecto de BBVA Data & Analytics que analiza dinámicas urbanas a partir de los datos de transacciones con tarjeta, siempre con datos agregados y anónimos, que muestran una imagen detallada de ambas ciudades desde un punto de vista comercial.
Desarrollo urbanístico
Los mapas de Urban Discovery permiten observar cómo Madrid y Barcelona han crecido de maneras muy diferentes.
El crecimiento de Madrid a lo largo de sus distintas etapas, y su marcada estructura concéntrica, puede leerse a partir de la huella comercial de cada una de sus zonas. Así, se aprecia una diferencia notable entre el centro y la corona de la periferia, donde se ubican las zonas más populares, con unos niveles de gasto menores.
En Madrid las nuevas áreas residenciales se ubican en la periferia.
En Barcelona, la diferencia entre el centro y las zonas populares también se da, pero éstas se emplazan hacia la montaña en barrios como Horta, el Carmel o Nou Barris. Mientras que las nuevas áreas residenciales con grandes urbanizaciones, que muestran una baja actividad comercial y gasto concentrado en el fin de semana; se sitúan principalmente en la zona alta de la ciudad, y en el área de la Villa Olímpica y Diagonal Mar.
En Madrid, en cambio, este tipo de zonas se ubican en la última periferia, y se identifican con los PAUs de Vallecas, de Las Tablas, pero también zonas de desarrollo previo, como Villaverde Alto y Campamento.
En Barcelona, en cambio, se sitúan en la zona alta de la ciudad, Villa Olímpica y Diagonal Mar.
Avenidas que dividen y unen
El análisis de BBVA Data & Analytics utiliza dos niveles de división: macrocomunidades y comunidades. Las macrocomunidades serían comparables a los distritos oficiales, y las comunidades a los barrios. En ambos niveles se aprecia que la división administrativa municipal no siempre se corresponde con el uso que hacen de las ciudades sus habitantes y visitantes, visualizado a partir de la huella digital que dejan sus hábitos de consumo y de desplazamiento.
La Castellana actúa como línea divisoria de la actividad comercial en Madrid.
En estos mapas se pueden observar aspectos interesantes de la naturaleza de las principales avenidas de las dos ciudades: la Diagonal en Barcelona y el Paseo de la Castellana en Madrid. Mientras que, en Madrid, la parte sur de La Castellana (aproximadamente hasta Gregorio Marañón) actúa como línea divisoria para la actividad comercial, a partir de allí y hacia el norte, ese efecto frontera desaparece. En Barcelona, en cambio, la avenida Diagonal actúa como el eje divisorio entre las macrocomunidades costeras y la zona alta de la ciudad, con excepción del tramo más cercano al mar, donde su papel separador no se percibe.
La avenida Diagonal conecta las parte alta de la cuidad con la zona de Diagonal Mar y 22@.
Los hábitos de gasto también desvelan el papel conector de la Diagonal, puesto de manifiesto por quienes viven en la parte alta de la ciudad y trabajan en la zona de Diagonal Mar y 22@; los gastos que realizan vinculan los dos extremos de este eje, y hace que se consideren pertenecientes a una misma comunidad espacial (una de las pocas no contiguas, según indica el estudio). Por otro lado, la Gran Vía de las Cortes Catalanas no actúa como separador, pero sí se ve fragmentada, y sus distintos tramos pertenecen a distintas macrocomunidades.
Por otra parte, las madrileñas Avenida de América o M-30 en muchos de sus tramos sí resultan ser barreras infranqueables, aunque en el tramo suroeste de esta última, donde fue soterrada, se ha cerrado una brecha, según dejan ver los resultados del estudio.
Compras por edades
El análisis muestra cómo los compradores menores de 30 años en Madrid prefieren las zonas de Bravo Murillo, Ciudad Universitaria o Moncloa, mientras que los de más de 45 años, tienen mayor presencia al este de La Castellana, en un área que incluye desde el barrio de Salamanca hasta Nuevos Ministerios, pero también en los desarrollos de la segunda mitad del siglo XX, que acogieron población emigrante del campo a la ciudad.
Los clientes de más de 45 años tienen mayor presencia al este de La Castellana.
En Barcelona, las personas de menos de 45 años gastan principalmente en Gràcia, el Raval y las zonas más cercanas a la playa, en las que destacan también Poble Sec, históricamente un barrio popular que avanza hacia ‘barrio acomodado’; pero los más jóvenes, sin embargo, prefieren gastar en el llamado barrio Gótico. Asimismo, los mayores de 45 aparecen en las zonas correspondientes a Sants, Les Corts, Pedralbes, Sarrià, Sant Gervasi, Vallcarca y Guinardó.
En Barcelona, los clientes de entre 30 y 45 años realizan más gastos en Gràcia, el Raval y zonas más cercanas a la costa, como Poble Sec.
Actividad
En Madrid, la actividad empresarial (y los centros de trabajo) se han ido concentrando en la zona norte de la ciudad, en un área que nace a partir de Chamartín y se prolonga más allá de Las Tablas. Aquí el gasto se concentra durante la semana, particularmente a la hora de la comida.
Las zonas de mayor concentración empresarial en Madrid se concentran al norte de la ciudad.
El caso de Barcelona es diferente debido a la limitación geográfica (ríos a ambos extremos, el mar y la montaña), lo que se traduce en que su suelo urbano se agotó antes. Como resultado de ello, los grandes edificios de uso terciario surgidos con posterioridad para acoger oficinas tuvieron que encontrar encaje en la ciudad consolidada, y siguieron una implantación más distribuida integrada en el tejido residencial, salvo por la concentración que se da en la zona de Poble Nou y Diagonal Mar, que corresponde a implantación de las empresas más nuevas.
Poble Nou y Diagonal Mar acogen una alta concentración de zonas de actividad empresarial.
Ocio
El ocio nocturno y la actividad de fin de semana tienen dos áreas bien definidas en ambas capitales y abarcan gran parte de sus respectivas zonas más céntricas. Por ejemplo en Barcelona, si en el mapa interactivo filtramos para visualizar la zonas donde hay una actividad en restaurantes, en ocio nocturno y focalizadas en el fin de semana, se activan las zonas de Sant Antoni y Poble Sec, pero también la Vila Olímpica.
Sant Antoni, Poble Sec y la Vila Olímpica son las zonas de mayor concentración de actividades de ocio en Barcelona.
Por otro lado, en Madrid las zonas de Lavapiés y la Latina se fusionan al compartir consumidores, que resultan tener un perfil mixto con propensión a gastar en cultura, pero también en restaurantes en el fin de semana. Este carácter de ocio cultural en Barcelona aflora en la fusión del Gótico y el Born/Santa Caterina.
Chamberí, Malasaña, La Latina y Lavapiés son las zonas de mayor concentración de ocio de Madrid.
Turismo
El análisis de BBVA Data & Analytics muestra también diferencias en la gestión del turismo entre Madrid y Barcelona. En Madrid todas las zonas con atractivos culturales están conectadas, abarcando desde el entorno del Matadero hasta el corazón del distrito de Chamberí, y además todas ellas poseen una gran cantidad de comercios en su entorno, al insertarse en zonas de alta densidad comercial, algo que curiosamente no sucede en los alrededores de determinados polos turísticos en la capital catalana.
En Madrid las zonas más turísticas son además zonas de alta concentración de actividad comercial.
Tanto Montjuïc como el entorno del Parc Güell poseen grandes atractivos culturales (Parc Güell, Fundació Miró, Caixa Forum…) pero están separados del centro de la ciudad por zonas que carecen de este carácter. Además, el número de comercios presentes en ambas zonas es mucho menor que en el resto de la ciudad. Estos aspectos, en parte causados por la orografía de la ciudad, se traducen en una menor presencia transaccional de turistas que, aunque es un hecho que son atraídos por estos hitos culturales, no permanecen en la zona tras la visita. Madrid, sin embargo, sí consigue que todas las áreas con atractivos culturales tengan asociado un elevado gasto de turistas en sus aledaños.
En Barcelona algunos puntos de concentración turística no coinciden con los centros de actividad comercial.
Barrios gemelos
Utilizando la herramienta, se llega a la conclusión de que las madrileñas Chueca y Malasaña tienen su equivalente en el barrio barcelonés de Gràcia. Ambas zonas aparecen como resultado de la búsqueda de áreas con atractivos gastronómicos, tiendas de moda y gasto mayoritario en fin de semana, confirmando el proceso gentrificador en el que se encuentran inmersas.
Malasaña y Chueca son los barrios de Madrid con mayor actividad en fin de semana.
El equivalente en Barcelona es el barrio de Gràcia, donde se concentra el mayor gasto gastronómico y en tiendas en fin de semana.
Estas son sólo algunas de las conclusiones que pueden extraerse de la herramienta Urban Discovery, que queda abierta al público y cuyos datos son descargables. El objetivo es que los usuarios puedan crear nuevas etiquetas que describan las distintos zonas e, incluso, que puedan apoyarse en la herramienta para buscar un barrio similar al que viven si van a mudarse de ciudad o para encontrar la zona más adecuada para abrir un negocio.
Urban Discovery es un proyecto desarrollado por el centro de investigación aplicada BBVA Data & Analytics que se enmarca dentro de su visión de poder contribuir al desarrollo de la sociedad mediante la aplicación de nuevas metodologías y fuentes de información.