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Inteligencia artificial (AI): tres razones por las que los humanos son irreemplazables

Las máquinas son cada vez más inteligentes: el comercio de billones de dólares en acciones de todo el mundo, la conducción de automóviles, las operaciones quirúrgicas (570.000 el año pasado), la gestión de hoteles enteros, o la preparación de cócteles en cruceros por el Caribe... realmente, estamos viviendo en la era de las máquinas.

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Y esto es solo la punta del iceberg; en los próximos años se espera que la inteligencia artificial y la robótica creen una ola de desplazamiento en todo el mercado de trabajo, desde los camioneros y los cajeros de los supermercados hasta los periodistas e incluso los CEO. Se calcula que el 45% de la carga de trabajo actual por la que los seres humanos están siendo pagados podría ser automatizada por las tecnologías que existen en este momento. Para el año 2020, 5 millones de puestos de trabajo se perderán sólo en favor de la inteligencia artificial y la robótica, según el World Economic Forum. Dos tercios de esas pérdidas se producirán en los sectores administrativos y oficinas con trabajadores de clase media global.

Entonces, ¿estamos al borde de un desempleo mundial masivo? Una mirada a través de las evidencias históricas dice que no: los datos del censo muestran que, en los últimos 140 años, la tecnología ha creado más trabajos de los que ha destruido. Durante la revolución industrial, la mecanización pudo haber desplazado a los trabajadores —pero también trajo nuevas oportunidades en numerosos sectores— desde el sector sanitario y creativo a la tecnología y los servicios empresariales.

Esto se debe a que la tecnología creó una mayor productividad, lo cual liberó a los seres humanos para poder asumir nuevas tareas. Del mismo modo, se espera que la inteligencia artificial nos lleve a nuevas formas de innovación, desbloqueando nuevas opciones laborales y creando recursos que permitan a las empresas contratar más personas en posiciones ya existentes. Un ejemplo obvio; nosotros siempre necesitaremos gente —como el ganador del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, Geoffrey Hinton— para desarrollar cada nueva máquina que usamos.

En el sector financiero, se espera que la IA ayude con todo, desde la definición de productos y la segmentación de clientes, hasta la gestión de riesgos y detección de fraudes, permitiendo a las organizaciones sacar el máximo provecho del 'big data', una mejor anticipación al cambio y evolucionar según sea necesario. Ya estamos empezando a ver cómo estos algoritmos pueden ir más allá de la capacidad humana para ayudar a las entidades financieras a extraer patrones significativos a partir de datos sobre mercados, socios, empleados y clientes. La idea es complementar y no suplantar el capital humano. Estas máquinas están diseñadas para trabajar en conjunto con los profesionales de finanzas, ayudándoles a tomar más y mejores decisiones.

Mientras que las habilidades técnicas como la ingeniería, programar código y la gestión de redes sociales son importantes, los trabajadores que nunca dejarán de ser relevantes en la era de las máquinas son aquellos que dominen un conjunto de habilidades más intangibles.

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Curiosidad

La tecnología está evolucionando a una velocidad de vértigo. En menos de una década hemos pasado de jugar al Snake en aquellos teléfonos móviles 'ladrillo' a ver en 'streaming' películas 4K en iPhones millones de veces más potentes que la totalidad de los superordenadores de la NASA en el momento del primer aterrizaje lunar en 1969.

Este ritmo de transformación presenta un reto para los trabajadores que quieran adaptar sus habilidades a la nueva economía. Las habilidades en moda de hoy podrían ser inútiles mañana. La clave es estar siempre dispuesto a adaptar tus talentos a cada nueva habilidad. Esto requiere un alto cociente de curiosidad (CQ), un insaciable apetito por descubrir. Uno no puede simplemente 'saltar' de un trabajo típico del siglo XX a uno de análisis de datos o 'machine learning', pero puede aprender los principios de ambos y entender cómo su talento podría aplicarse en esos campos.

Para individuos con un alto CQ, el aprendizaje es una constante. Inmunes a las olas de innovación disruptivas de la industria, estos ágiles y adaptables supervivientes adoran perseguir nuevas ideas, hacer preguntas constantemente, y rodearse de gente diversa e interesante. Sin embargo, no son los únicos responsables de su desarrollo. Si quieres sobrevivir en la próxima revolución del empleo, conseguir la mejor formación y educación es indispensable. Los empleadores de la era del robot, por lo tanto, serán centros de desarrollo de talento —en vez de centros de eficiencia especializada— y BBVA ya está tomando la delantera en este frente.

Queremos que nuestra gente trabaje a la vanguardia. Esto significa llevar a cabo una poderosa estrategia de aprendizaje y desarrollo que incluya el aprendizaje en el trabajo, programas de formación continua y prácticas de aprendizaje y mentoría radicalmente descentralizadas. Haciendo esto, estaremos ayudando a nuestra fuerza de trabajo a reciclarse y formarse todo el tiempo, potenciándoles para estar un paso por delante de los robots en este mercado de trabajo tan dinámico del siglo XXI.

En un tiempo de cambio drástico, son los aprendices quienes heredan el futuro

Creatividad

Si la economía creativa fuera un país, sería la cuarta potencia económica mundial, con un PIB de 4.300 millones de dólares (2,5 veces el gasto militar del planeta) y una población de 144 millones de habitantes.

Esta 'Economía Naranja', como es conocida, está creciendo rápido: la ONU indica que las exportaciones de bienes y servicios creativos aumentaron un 134% entre 2002 y 2011. Pero la creatividad resulta ser algo que un algoritmo no puede hacer. Los robots y el software inteligente se adaptan mejor a las tareas repetitivas en entornos estables y calculables. La Economía Naranja no podría ser más diferente. Es la mecánica cuántica de la industria, un reino donde suceden cosas extrañas y en el que la única constante es la imprevisibilidad.

Además, la innovación y la creatividad ya no se limitan a la Economía Naranja. Los empleadores en un creciente número de sectores, desde la banca y las finanzas hasta la salud y el deporte, están atrayendo profesionales creativos a sus fuerzas de trabajo. Ya sea como una fuerza inspiracional en los equipos de I+D o una fuerza visionaria en diseño de producto, el pensamiento creativo es muy demandado: proporciona una resolución de problemas ingeniosa, y avances en tecnología y conocimiento que las empresas necesitan para sobrevivir en un mercado altamente disruptivo como el de hoy.

No hay que preocuparse si se cree que no se encaja aquí. Todo el mundo tiene la capacidad de ser creativo. En realidad, es un proceso muy simple; es la combinación de ideas y principios de campos diferentes para crear algo nuevo. Solo hay que ver Airbnb. En su interior, el negocio es simplemente una relación entre hotel y smartphone. La innovación clave de los fundadores no fue el producto, ni magia; fue de los primeros en aplicar el principio de la economía colaborativa a la industria de la hospitalidad. Piensa en tu propio lugar de trabajo; ¿cómo podrías usar la tecnología para hacer mejor lo que ya haces? Y de esta forma, acabas de empezar a pensar de manera creativa. Hoy, y cada vez más durante los próximos años, los empleadores estarán agradecidos si desarrollas tu habilidad para hacerlo.

Inteligencia emocional

Rodeados de tanta tecnología, pasando el día de pantalla en pantalla, es fácil pasar por alto el poder del toque humano.

Pero cuanto más predominantes sean las máquinas, más gente anhelará las experiencias reales y personales. En 2013, Lisa Messenger lanzó el Collective Hub como una revista impresa, yendo en contra de todo lo que sucedía en el espacio editorial de la época.

Lo hizo porque cree que “todo en el negocio se reduce a humanizar las cosas”. Collective Hub se ha convertido desde entonces en una historia de éxito global operando en 37 países. “Mi viaje”, apunta en este artículo, “es realmente un buen ejemplo de cómo comportarse cuando todo se está volviendo robótico: traerlo de vuelta al camino humano. Esa es realmente la manera en que se consigue romper y conseguir ese punto diferencial, y finalmente, el éxito”.

La realidad es que los humanos serán siempre mejores que los robots en ser humanos. Un hotel de robots puede sonar bien, pero la gente se aburre rápido. Por lo tanto, desarrollar tu cociente emocional (EQ) es tan importante como el refuerzo de los cocientes de las dos Cs: creatividad y curiosidad. EQ es el poder de discriminar entre diferentes sentimientos, etiquetarlos de manera correcta, y usar la información emocional que recopiles para guiar tu pensamiento y comportamiento. En última instancia, la capacidad de reconocer y adaptarse a las emociones de los demás —así como a las tuyas propias— te pondrá muy por delante de cualquier robot que pueda construirse en los próximos 200 años.

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