América Latina y el desafío de crear emprendimientos de base científico-tecnológica
La profundización del cambio tecnológico y el surgimiento de nuevos modelos de innovación amenazan con rezagar aún más el avance de la región. En plena pandemia, América Latina tiene el gran desafío de propiciar la creación de emprendimientos de base científico-tecnológica (ECT).
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) llama la atención sobre la importancia de las universidades como verdaderos centros de innovación y como grandes impulsoras de emprendimientos innovadores. Sin embargo, en América Latina estas instituciones reciben una atención limitada y tienen poco avance en la introducción de actividades que sensibilicen y desarrollen capacidades emprendedoras en los ámbitos formativos de los futuros investigadores. De ahí que el organismo multilateral recomiende una mayor inversión en investigación y desarrollo pero que se orienten los esfuerzos a la creación de ECT.
En su informe 'Emprendimientos de base científico-tecnológica en América Latina: Importancia, desafíos y recomendaciones para el futuro', el BID ha identificado que los países de la región tienen fuertes desventajas en lo que respecta al perfil empresarial predominante, pues dominan las estructuras productivas por actividades intensivas en recursos naturales y en la eficiencia, antes que en la tecnología o el conocimiento. Además, es muy baja la inversión en investigación y desarrollo (I+D) de las empresas privadas, algo que en los países más avanzados es un componente central de la innovación.
En efecto, la mayoría de los países de América Latina invierte mucho menos del 1% del Producto Interno Bruto (PIB) en I+D, mientras que los líderes superan el 2%. Además en cantidad de investigadores respecto a la población económicamente activa, el promedio regional no llega a un investigador cada 1.000 personas, aunque hay países que sí superan esa media como Argentina (2,7) y Brasil (1,8). El promedio de los tres países con mejores condiciones para el emprendimiento innovador a nivel global es de 15 investigadores cada 1.000 personas. De igual forma, se resalta que la producción regional de ciencia y tecnología es mínima.
Debilidades y fortalezas
El BID ha identificado las debilidades y fortalezas de los ecosistemas de emprendimiento de la región. Las principales deficiencias que presentan los países están relacionadas con unas condiciones científicas, tecnológicas y empresariales frágiles para la generación de oportunidades económicas que abran espacios para este tipo de emprendimientos. Pero las debilidades también se presentan por cuellos de botella en capital humano emprendedor orientado al riesgo y el crecimiento, en capital social para la construcción de redes de contacto, y en financiamiento, pues la disponibilidad de recursos públicos y privados para crear o para hacer crecer los ECT, es baja en la región.
Por el contrario, las mayores fortalezas que identifican están relacionadas con la regulación y la política pública. Al respecto, comenta que ha habido una fuerte actividad de los gobiernos para promover el emprendimiento y destaca que se han contabilizado 66 iniciativas en 13 países de la región en los dos últimos años, 42 de las cuales corresponden al lanzamiento de nuevos instrumentos o medidas. De igual forma, en regulaciones ha habido avances, pero aún con brechas importantes con respecto a los países más avanzados en variables como cierre de empresas, normas que rigen las exportaciones y la presión impositiva.
También encuentran favorable, pero en menor medida, las condiciones de la demanda, que favorece más a algunos países por el tamaño de mercado y a otros por el dinamismo o la competitividad.
Condiciones sistémicas para el emprendimiento dinámico e innovador: América Latina y la frontera internacional
Fuente: ICSEd-Prodem (2019).
El documento retoma el ranking ICSEd-Prodem 2019, que evalúa las condiciones sistémicas de 66 países para el surgimiento de empresas dinámicas e innovadoras, y los países de Latinoamérica se ubican por debajo de la media; Chile es el primero en la región en la posición 36, seguido por México (42), Argentina (44), Costa Rica (46) y Uruguay (49).
Sin embargo, el BID destaca que en las últimas décadas han surgido empresas tecnológicas en varios países de la región, con la irrupción de las tecnologías digitales y la revolución 4.0, de la mano de las 'startups fintech' y en menor medida de la inteligencia artificial y 'big data'. "Lentamente, sin que aún pueda afirmarse que se ha verificado un cambio estructural profundo, el paisaje empresarial ha tendido a sofisticarse en varios países de la región. Entre las grandes empresas, incluso entre las líderes, destacan algunas tecnológicas que han nacido en los últimos 20 años".
Para el organismo multilateral, también se observa un aumento en el interés de las grandes empresas por la innovación abierta, "en buena medida debido a la percepción de la amenaza competitiva asociada a la irrupción de nuevos modelos de negocio de la mano de las nuevas tecnologías". En este sentido, resalta el creciente número de grandes empresas que trabajan con 'startups' en el marco de estrategias de innovación abierta.
Ese es el caso, por ejemplo, de BBVA, que desde hace varios años viene trabajando y apoyando a varias 'startups fintech'. El banco ha desarrollado en América Latina un programa de innovación abierta, denominado ‘fast track’, que permite agilizar y hacer más eficientes los procesos que el Grupo desarrolla junto con las ‘startups’ para implementar nuevos productos y servicios digitales en beneficio de los clientes. Con este programa, que se desarrolla en México, Colombia, Perú y Argentina, BBVA demuestra la importancia que tienen las 'fintech' para el negocio del banco y las ventajas de colaboración conjunta.