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‘Agile’ vs. ‘waterfall’

Cuando una empresa se enfrenta a un proyecto importante, una de las primeras decisiones que debe tomar es cuál es el modelo de trabajo más adecuado para afrontarlo. Es decir, ¿qué metodología de desarrollo es la más conveniente? Los dos marcos de trabajo más utilizados son: ‘agile’ y en cascada (‘waterfall’), aunque tienen sus diferencias.

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Lo primero que hay que tener en cuenta es que ambas metodologías suponen dos enfoques distintos para administrar y desarrollar un proyecto. ‘Agile’ es más colaborativo y enfocado a cambios, siendo una filosofía que implica una forma distinta de trabajar y de organizarse; mientras que ‘waterfall’ es mucho más secuencial, controlado y estricto, donde tiene mucho más peso la parte inicial del proyecto y la planificación del mismo.

Las dos se pueden implementar en una gran variedad de proyectos, aunque la flexibilidad que ofrece ‘agile’ resulta esencial para las empresas que se ven obligadas a adaptarse a un entorno que siempre está sujeto a cambios. Esto genera, además, una ventaja competitiva frente a la ejecución de proyectos bajo metodologías tradicionales, o ‘waterfall’.

Capacidad de adaptación

En las denominadas como 'en cascada' las fases de captura de requisitos, diseño, desarrollo, ‘testing’, corrección de errores e implementación de un proyecto son etapas bien diferenciadas. Cada etapa debe llegar a su fin para poder pasar a la siguiente. Un largo proceso que provoca que transcurra mucho tiempo hasta que los clientes reciban los resultados, dejando un margen muy escaso a la mejora o a la corrección de problemas que puedan surgir. De ahí que en multitud de ocasiones las empresas entreguen un producto final que no se adapta a lo que necesitaba el cliente.

Justo al contrario, ‘agile’ supone una mejora continua ya que fomenta las entregas de valor tempranas y periódicas al cliente desde el principio del proyecto, buscando siempre como objetivo final entregar valor a clientes internos y externos desde el inicio. Para ello, se solicita ‘feedback’ al cliente después de cada entregable, para poder adaptar el producto/servicio a sus necesidades y los cambios que puedan surgir.

Ventajas de ‘agile’

Los equipos de personas son el epicentro de toda transformación ágil. Su importancia es vital ya que su trabajo tiene que realizarse de forma simultánea y con entregas de trabajo en plazos cortos.

El éxito de ‘agile’ pasa por sus cuatro beneficios principales: mejora la calidad, minimizando los errores; un mayor compromiso con el trabajo a realizar; la revisión temprana, ya que minimiza los tiempos de reacción y toma de decisiones; aumenta la productividad de los equipos, asignando mejor los recursos.

Antes de ‘agile’, cuando cualquier empresa desarrollaba un proyecto nuevo, lo realizaba siguiendo un proceso lineal, o ‘waterfall’, que además de extenderse mucho en el tiempo y ser poco productivo, dotaba a la organización de escasa flexibilidad y efectividad. En las metodologías ágiles la planificación del trabajo y los ‘scrum teams’ y, por tanto, el ‘scrum master’ son esenciales para que los propósitos se conviertan en realidad.

Estas metodologías ágiles comenzaron a usarse en empresas dedicadas a desarrollar ‘software’, pero de forma paulatina se han ido extendiendo a todas las industrias, especialmente a las que tienen una gran relación con lo tecnológico o digital. Ámbito en el que ahora mismo se encuentra BBVA, que ha incorporado los marcos de trabajo ‘agile’ en una apuesta que le ha permitido materializar su estrategia de lanzamiento de productos digitales de alcance global.

De hecho, 2018 se ha cerrado como un año de logros para BBVA, en el que la transformación se ha traducido en resultados tangibles en cuanto a la ejecución de los proyectos, como pueden ser la plataforma de desarrollo móvil global. Un avance tecnológico que ha venido acompañado de un cambio en la vertiente organizacional y en las nuevas formas de trabajo ‘agile’. Esos dos cambios —cultural y tecnológico— han permitido pasar al banco de un modelo 'cerrado' a uno 'abierto' y de mayor colaboración.