Un 9,8% de los internautas compra algún producto financiero en la red
En España, la contratación de productos financieros por Internet es todavía incipiente: solo un 9,8% de los internautas compra algún producto financiero en la red. Así, BBVA Research analiza en su último observatorio los distintos retos a los que se enfrenta la industria.
Según el Instituto Nacional Estadística (INE), el 98,9% de quienes declaran haber navegado por la red se conectaron al menos una vez en 2017 y el 58,6% ha realizado compras en Internet. El porcentaje es más reducido en el caso de la realización de actividades financieras con fines privados; solo el 9,8% de los internautas mayores de 15 años adquirió, vendió, suscribió o formalizó al menos un producto financiero on-line en 2017, dos puntos porcentuales más que en 2016 (7,8%). Para estudiar los distintos productos financieros, estos se han distribuido en tres grupos:
- Acciones, bonos, fondos u otros productos de inversión financiera
- Pólizas de seguros
- Préstamos o créditos de bancos u otros proveedores financieros
La distribución entre los tres grupos de productos considerados es heterogénea y, en ella, destaca la suscripción y renovación de pólizas de seguros; casi siete de cada diez personas que compran al menos un producto financiero on-line escogen este tipo de producto. Peores son los datos para la compra-venta de acciones y otros productos de inversión financiera y para la contratación de préstamos on-line. Casi tres de cada diez personas escogen el primero y casi dos de cada diez, el segundo.
En cuanto al perfil de las personas que contratan estos productos financieros, es bastante similar al de las personas que utilizan el comercio electrónico con más frecuencia. Se caracteriza por ser un varón (más de seis de cada diez internautas que realizan estas actividades financieras son hombres), de entre 35 y 54 años (más de uno de cada dos internautas), con estudios superiores (más de seis de cada diez internautas), ocupados (más de siete de cada diez), con renta media-alta y alta (más de seis de cada diez), que viven en hogares de cuatro miembros (más de tres de cada diez) y que dispone de Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) en casa y las utiliza diaria o semanalmente (nueve de cada diez).
Los retos de la industria
El desarrollo e implementación de las TIC en todos los ámbitos de la vida humana está difuminando las clásicas barreras intersectoriales. Así, las entidades financieras y de seguros están cada vez más condicionadas por la incorporación de nuevos agentes, que pueden proceder del propio sector, como nuevos entrantes fintech o insurtech, o ser ajenos a la industria, como las empresas Big Tech o aquellas que venden de forma complementaria e innovadora este tipo de productos. En este contexto, la industria se enfrenta a dos retos principales:
- Pérdida de confianza en las instituciones financieras tradicionales. La pasada crisis económica provocó, entre otras cosas, una pérdida de confianza en las instituciones financieras tradicionales, lo que ha permitido a los nuevos jugadores digitales tener un mayor empuje en la demanda. Esta situación resulta más evidente en el caso de los consumidores que más utilizan y dependen de los servicios de Internet, como es el caso de los nativos digitales. Así, según una encuesta realizada en 2018 por la consultora Bain & Company en Estados Unidos, casi tres de cada cuatro usuarios jóvenes (18-24 años) y más del 60% de las personas menores de 45 años de banca minorista estarían dispuestos a contratar algún producto financiero de una compañía tecnológica como Amazon en los próximos cinco años. Sin embargo, la pérdida de confianza, especialmente la confianza digital, se extiende también a las nuevas empresas debido a escándalos como el que ha salpicado recientemente a Facebook.
- La formación media de los consumidores en cuestiones financieras es mejorable. Según un informe del Banco Mundial, la tasa de alfabetización financiera de los adultos en España es menor al 50%, mientras que en Dinamarca, Alemania y Holanda es superior al 65%. Y esto es todavía más obvio en los jóvenes; según el informe PISA de Educación Financiera de 2017, uno de cada cuatro estudiantes de 15 años en España no alcanza el nivel básico de competencia financiera. En este contexto, los comparadores de productos financieros han aparecido como una solución fácil a este problema. Sin embargo, estos productos pueden acabar ocultando costes adicionales para los consumidores como, por ejemplo, detalles sobre las coberturas o información que los consumidores dan a los comparadores para conseguir mejores ofertas.
La pérdida de confianza y el nivel de educación financiera representan las dos grandes barreras en la comercialización de los productos financieros. Por ello, la aplicación conjunta de diversas normativas en la Unión Europea va a resultar determinante. Además, concienciar a los consumidores de la importancia de tener el control completo de sus datos y del uso razonable y responsable de los mismos puede ser un buen inicio a la hora de restablecer la confianza de los consumidores. Por último, garantizar la transparencia en las relaciones con el cliente será una herramienta básica en el proceso de hiper-personalización al que parece ir la formalización de productos financieros.